Dilma y Cristina, responsables del fracaso de la integración

Didier Opertti, ministro del Interior del 95 al 98 y canciller de Uruguay desde entonces hasta el 2005 en el gobierno de Julio María Sanguinetti, sostiene que Mercosur sufrió una herida difícil de restañar desde la intromisión de sus socios en los asuntos del Paraguay en el 2012, tras la crisis que desembocó en la destitución del presidente Fernando Lugo. El diplomático afirma en esta entrevista que Dilma Rousseff y Cristina Kirchner frenan la integración regional al insistir en su fracasado proyecto populista de dominación.

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–En la conferencia que dictó por (la conmemoración de) “La noche de los cristales rotos” (que recuerda el inicio en 1938 de la masacre de judíos en Alemania), usted habló del contraste entre la exitosa integración europea y el fracaso del Mercosur. ¿Hay que refundar el Mercosur?

–Yo sigo creyendo, a pesar de los problemas que ha tenido el Mercosur, que algún tipo de acuerdo tenemos que tener. Lamentablemente los presidentes de Uruguay, Argentina y Brasil cometieron aquel gravísimo error de entrometerse en la vida del Paraguay en el 2012.

–En el Paraguay por lo menos quedó una huella de amargura por lo que hicieron.

–Es natural. Es explicable y lógico. Fue anormal e irregular desde todo punto de vista. Se violenta primero los acuerdos del Mercosur para el ingreso de un nuevo país, Venezuela, sin que se produzca el acuerdo de todos, como dice el tratado. Faltaba el acuerdo de Paraguay. Como no podían tenerlo en el grupo a (Hugo) Chávez, sacaron al Paraguay del medio. No les importó meterse en los asuntos del Paraguay. Ellos sabían perfectamente que los procedimientos del juicio político son obviamente distintos a los de un juicio civil o penal en el ámbito de la justicia. En el juicio político hay un cuerpo político, una mayoría política que decide conforme a lo que dicta la Constitución para terminar –como fue en ese caso– con las funciones del presidente Lugo. Yo tuve la ocasión de pronunciarme en su momento en forma pública por esa intromisión inadmisible en Paraguay.

–Se pasó la página de esa historia, pero el Mercosur...

–Mercosur no avanza, peor, nos siguen aplicando represalias como hace en estos momentos Argentina con el Uruguay en el puerto de Montevideo. La Dirección de Vías Navegables de Argentina prohibió ahora que en los puertos uruguayos se hagan trasbordos. El puerto de Montevideo trabajaba con contenedores vacíos que recibía cargas de exportadores argentinos, especialmente de productos perecederos, frutas para la exportación a Europa y Estados Unidos en barcos refrigerados.

–¿Por qué es la represalia?

–Porque aumentó la producción de la fábrica (finlandesa Metsa-Botnia) de celulosa instalada sobre el río Uruguay. Uruguay abrió la planta a Argentina para que compruebe que no contamina. Aun así toma represalias.

–¿Qué efecto tiene?

–El puerto ha reducido en un 85% su servicio de contenedores vacíos. En alguna medida lo ha cubierto con las barcazas que vienen de Paraguay. (¿Usted sabe que el 80% de las barcazas que surcan los ríos son de bandera paraguaya?). Bueno, los barcos de Paraguay le han permitido al puerto de Montevideo mantener un nivel de actividad menos deficitario, pero la exportación de ultramar sufre las consecuencias de la represalia. Ese es apenas un botón de muestra de la falta de voluntad política.

–¿Son caprichos de la Presidenta?

–Paraguay ha demostrado que igual crece. No se le puede parar. Crece porque tiene recursos naturales, produce alimentos como Uruguay. Es lo que el mundo reclama. Producimos soja, arroz, trigo, fruta, todo lo que la gente consume en cualquier parte. Paraguay y Uruguay somos viables económicamente, pero necesitamos poner fin a las trabas para exportar. Sin la exportación no crecemos. En Europa hay países que se pelearon encarnizadamente por siglos. Hoy conviven y se sienten parte de una nueva Europa.

–Se le debe especialmente a Francia y Alemania.

–Son los que empujan. Pero todo el mundo transita, intercambia y comercia en Europa.

–¿Y aquí?

–Aquí, ni Argentina ni Brasil tienen la locomotora encendida.

–¿Dilma y Cristina no quieren el Mercosur?

–No quiero presumir que los gobiernos de Argentina y Brasil tengan la intención de frenar al Mercosur. Lo claro es que no hay señales de que quieran que avance al ritmo que debe avanzar.

–¿Prevalece su ideología?

–Tiene que ver con un proyecto político que quieren traspolar a la región. Cuando la integración regional se mezcla con ideología, es un coctel muy peligroso. La integración económica no puede mezclarse con ideología.

La verdad es que tanto Paraguay como Uruguay hemos venido jugando al repecho (probar fortuna). Paraguay y Uruguay deben sortear las trabas que imponen Argentina y Brasil. Paraguay crece a pesar de todo, a un ritmo que no crece la región... Uruguay, aunque con una economía bastante controlada participa también de ese crecimiento. Tiene un problema importante que es el déficit fiscal. Se ha gastado mucho dinero en las políticas asistencialistas (subsidios) del gobierno y eso ha provocado un déficit fiscal muy importante.

–¿No es “bolivariano” el Gobierno uruguayo?

–No me animaría a calificarlo de “bolivariano”, pero sí con una política que mira al mundo regional a través del lente de su ideología. El Gobierno puede resolver eso como quiera, pero cuando se compromete en un mecanismo de integración, tiene que actuar con todos de la misma manera.

–¿Y las diferencias? Las asimetrías son enormes con Argentina y Brasil.

–Mercosur no ha mejorado las asimetrías. Las ha atenuado con el fomento de fondos para infraestructura. Además, los fondos son insuficientes. En Europa, los fondos sí fueron suficientes para fomentar el desarrollo de Grecia, España, Portugal.

–Los países menores.

–La intención en el Mercosur no alcanza el volumen y la importancia que le dieron a la integración en la Unión Europea.

–Mercosur colaboró para hacer la Costanera de Asunción. Para la segunda parte ya hubo trabas de Brasil. Aquí se interpretó como represalia..

–Es una lástima. Mercosur nació como una gran esperanza en 1991 en Asunción. Hubo una enorme fe. Se le dio crédito en todos lados.

–Funcionó al principio.

–Sí, aumentó el comercio, pero se frenó por falta de voluntad política. La cumbre de Presidentes no se reúne. No se reúne el Consejo. Tiene que reunirse dos veces por año. Ha bajado el nivel de comunicación, baja el nivel de programas comunes. Lo que hicieron con Paraguay (en 2012) ha generado desconfianza. Los hechos son los que se encargan de restablecer la confianza.

–No hay ningún hecho.

–No hay hechos fuertes para restablecer la confianza. Yo asistí a una sesión del Parlamento mercosureño hace una semana. Estaban representantes de los cinco países, incluidos los venezolanos. Cuando usted ve la agenda, no es una agenda para resolver problemas prácticos del Mercosur. Es una agenda declarativa. Por ejemplo: el apoyo de la reivindicación argentina a las Malvinas.

–Una declaración de protocolo. Es como un disco rayado para justificar el viaje.

–Es importante, pero se viene repitiendo todos los años.

–Es como una oración, una profesión de fe.

–No tiene el efecto concreto, tangible de un avance al interior del Mercosur como mecanismo de integración económica. El Mercosur no puede ser una traba para que los países socios vayan a comercializar por el mundo. Sin embargo, tiene normas que impiden negociar separadamente. Hoy día si Paraguay quiere establecer un tratado de libre comercio con Estados Unidos o Europa o con los miembros de la Alianza Pacífico tiene que pedir permiso al Mercosur.

–¿Qué puede cambiar con el segundo gobierno de Dilma? Ganó apenas por un punto.

–Brasil ha decrecido. Dilma va a tener que cambiar su política económica. Va a tener que asimilar que el país está dividido en dos partes, en dos mitades: una que la apoya y la otra que se le opone. Es la realidad la que va a comenzar a mandar en Brasil.

–¿Y Argentina?

–Argentina es un signo de interrogación. Hay elecciones en un año. Se perfilan algunos candidatos. Ojalá haya un proceso democrático que consolide un gobierno con apoyo popular.

–¿Va a cambiar también Cristina?

–No hay síntomas. Apenas se ven algunas reacciones para algunas cosas, pero no de cambio de política. El caso del puerto de Montevideo es un elemento claro de contradicción con la política integracionista. Tiene que ver con una mirada populista de su propia realidad apelando a un nacionalismo, a una autosuficiencia dada por el mercado interno, cuando en realidad los países no crecen solo con el mercado interno. Necesitan del mercado externo que trae fondos frescos para mejorar nuestras infraestructuras y servicios.

–¿Cómo se puede recuperar el Mercosur?

–Mercosur tiene que colocar en la agenda la apertura del comercio exterior, el acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, un acuerdo con Estados Unidos, una relación formal con la Alianza del Pacífico, abandonar esa idea de que una región no puede vincularse con la otra, o que la influencia atlántica no puede ceder ante la del Pacífico. Son todos prejuicios que se debe dejar de lado para actuar de una forma realista y efectiva.

–Y su país, con el reprise de la izquierda. Los uruguayos, que son tan conservadores.

–Es un fenómeno sorprendente. La seguridad, la educación, la salud pública están mal y, sin embargo, el Gobierno renueva su mandato. La mayoría eligió el supermercado antes que la seguridad, la salud y la educación.

–¿Y Mujica?

–Va a continuar como senador. Yo no discuto su modo de vida. Es una decisión de él, pero un presidente tiene que tener conciencia de que representa no solo a los que son iguales a él, sino a los que no lo somos. Le ha faltado equilibrio y, por lo tanto, ha tenido un déficit de representación. Yo no lo voté y tampoco me he sentido representado por el presidente Mujica.

–¿Es un demagogo?

–Yo no lo calificaría como demagogo, sino como un utópico.

holazar@abc.com.py

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