El Presidente debe demostrar que es el mejor de todos

El afamado politólogo italiano Gianfranco Pasquino estuvo fugazmente en Asunción esta semana. Ofreció dos conferencias, una de ellas a magistrados del Poder Judicial invitado por la Universidad Columbia. En esta entrevista, con lenguaje sencillo y con ejemplos, hace sugerencias sobre el ideal de buen gobierno exitoso al presidente Horacio Cartes. Hace hincapié en la arrogancia que hace fracasar a los políticos. “Los empresarios no tienen bastante paciencia”, afirma. Pide evitar la inestabilidad y que el Presidente convenza que es el mejor de todos los ciudadanos.

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–¿Hasta dónde llega el daño de la intromisión de los políticos en las decisiones judiciales, que es el tema que vino a enfocar en el Poder Judicial?

–La intromisión política no es buena. Las sentencias pueden ser criticadas por los políticos, pero no hasta el punto de intimidar a los jueces que deben ser autónomos.

–Los gobiernos “bolivarianos” de Sudamérica hablan hasta de “democratización de la justicia”.

–La justicia no se puede democratizar. Tiene elementos técnicos, profesionales, que no pueden ser democratizados. Los expertos no pueden ser democratizados. Se deben tener en cuenta los principios constitucionales. No hay una justicia para la masa.

–Cristina Kirchner quiere elegir a los jueces por votación.

–Los jueces pueden ser nombrados, pero nunca deben ser elegidos por votación.

–El presidente Cartes dijo que se acabó la transición. Usted tiene un libro sobre la transición. ¿Cuál es su opinión? Desde el 89, Paraguay está en transición. Van 24 años.

–La transición se acaba cuando todos o casi todos aceptan las reglas, cuando las instituciones aceptan el sistema electoral como es. La transición no se acaba porque se debate sobre la constitución, el equilibrio de poderes entre el Congreso y el Presidente, o sobre el papel de los partidos.

–¿Se puede vivir en transición?

–Se puede. No debe ser un problema. El problema es cuando la institución no funciona bien.

–¿En Paraguay no funciona bien? ¿Cuál es su opinión?

–Aquí hay un problema. El Congreso tiene mucho poder. No es un poder positivo. Es un poder negativo. Es el poder de no dejar al Presidente hacer lo que tiene que hacer como Presidente, lo que le encomienda la forma presidencial de gobierno.

–¿Lo tiene maniatado el Congreso, dice usted?

–Sí.

–¿Tiene que reformarse la Constitución, entonces? ¿Debe ser presidencialista?

–Un poco más presidencialista. Sería necesario 2/3 de los votos del Congreso para superar el veto presidencial. En este momento, el Congreso puede impedirle al Presidente hacer cualquier cosa.

–¿Cuándo es positiva y cuándo es negativa la transición?

–Con la incorporación de nuevos miembros, en forma permanente, la Unión Europa, por ejemplo, está en constante transición. Algunas semanas atrás entró Croacia. Es difícil construir un sistema político estable si hay cambios constantes, pero la transición en el caso de Europa es positiva porque produce cambios que son un poco más democráticos que en el pasado.

–¿Europa no previó la crisis en la que está envuelta?

–Reaccionó tarde. Algunos estados no comprendieron la profundidad de la crisis inmediatamente y algunos estados no quieren pagar la crisis de otros estados.

–Alemania no quiere.

–Alemania tiene razón. Otros estados no se reformaron rápidamente y no hay alguna motivación para que Alemania deba pagar la cuenta de los españoles o de los griegos. Hoy el problema es de crecimiento. Se puede crecer si se puede pagar las deudas. Los griegos, los españoles, los irlandeses, tienen problemas de deuda.

–El problema de subsidios es lo que asfixia en Europa.

La protección, la promoción de los derechos de los ciudadanos europeos, permanece muy alto. El problema es cómo ajustar. Hay un problema de empleo porque en países que tienen alto nivel de educación, no hay un trabajo al nivel de sus expectativas.

–¿Qué pasó con el Estado del Bienestar tan difundido? (sistema de subsidios y pensiones) No pudo detener la crisis.

–En muchos países esto del bienestar funciona bien. En algunos países de Europa del sur, el problema no es el estado de bienestar. Son sus políticos y sus políticas clientelares. Si los políticos usan eso para conquistar votos, entonces es un problema. La corrupción es un problema.

–¿Es válido para usted ese modelo socialista que proponen algunos gobiernos de América del Sur? ¿No es un retroceso?

–Ellos han ganado las elecciones. Venezuela va a cambiar porque ya no está Chávez. En Argentina, Cristina va a perder, bueno, el peronismo va a perder las elecciones. El caso más importante puede ser Brasil. Hay una política socialista en un Estado que no es socialista. Es un caso interesante. Se redujo la desigualdad y hay crecimiento.

–En el caso específico de Venezuela, el sistema impera a costa de las libertades públicas, el cierre de medios, agresiones a opositores. Dentro de poco, tal vez, prisión de opositores.

–Yo no diría que Venezuela es un caso de socialismo. Es más bien un caso de populismo autoritario. Es algo diferente.

–Y Ecuador, ¿qué?

–El caso de (Rafael) Correa está en una dirección de populismo autoritario también. Evo Morales también. Son tres casos de populismo autoritario.

–Hay que agregar a (Daniel) Ortega (de Nicaragua).

–Sí. Es una línea que puede cambiar. El populismo puede conducir a la democracia.

–Para usted, ¿no es tan grave, a pesar de que quieren reelección eterna?

–No, no, no. Sí, eso puede ser grave. Eso es grave. La reelección eterna no es una solución.

–¿El problema de nuestros países es político, no económico?

–El problema es que si los que gobiernan son inestables y no tienen capacidades no pueden producir desarrollo económico. Italia es bastante rica, pero no sabe cómo utilizar sus energías, sus elementos productivos. Se necesita de políticos capaces para tener una democracia de calidad.

–¿Dónde radica el fracaso de los políticos?

–En su arrogancia cuando gobiernan. No es una buena decisión gobernar diciendo que ellos saben todo. Un poco de humildad es necesario. Eso no quiere decir que deben ser demasiado humildes. También deben demostrar que son mejores que los ciudadanos y que saben exactamente cómo se lidera a los ciudadanos. El Ejecutivo debe tener claridad a la hora de la toma de decisiones importantes.

–¿Qué le sugiere a Horacio Cartes que acaba de asumir el Gobierno en Paraguay?

–Un buen presidente debe estar capacitado para tomar buenas decisiones a tiempo. Gobernar no es hacer algunas pocas cosas hoy. Es hacer pocas cosas hoy y tener un proyecto en el futuro que se pueda traducir en hechos y actos con una mirada estratégica. Los que gobiernan deben saber cuál sociedad y que sistema político desean construir en los cinco años que tienen de gobierno.

–¿Cuál es la democracia ideal?

–Es un sistema político en el cual los poderes saben lo que deben hacer, sin que uno de ellos pretenda controlar a los demás. La democracia ideal es aquella donde los ciudadanos controlan lo que los políticos hacen. Castigan o premian y el ciudadano no es un actor de reparto. Merecen la democracia que saben crear.

–¿Usted dónde se alinea: en la izquierda o la derecha?

–Yo soy un hombre de izquierda y siempre espero que la izquierda construya la democracia que me gusta. No siempre pasa, pero admito que la derecha puede construir una democracia de buena calidad. Giovanni Sartori (filósofo y pensador italiano) dice que hay una democracia ideal que es lo que esperamos, y que sabemos que nunca conseguiremos. Hay también, según él, democracias plurales reales, lo que ocurre en el mundo real. La política es cómo desplazar las democracias reales hacia la democracia ideal.

–¿Cuál es el pro y el contra de un presidente de extracción empresarial como Cartes?

–El problema de los empresarios es que no tienen bastante paciencia cuando se dedican a la política. Piensan que pueden decidir todo, porque cuando fueron empresarios decidían todo. En política se precisa paciencia, un poco de capacidad de convencer. Son otros actores y otros protagonistas. Hay un proyecto colectivo, no solo de un hombre.

–¿Sugiere una dosis de populismo, entonces?

–El populismo es intrínseco a la democracia, porque democracia es poder del pueblo. Un poco de populismo siempre hay en la democracia. Todos creemos que Lincoln fue un gran presidente, y la definición de democracia de Lincoln fue: poder del pueblo, poder a través del pueblo y poder para el pueblo. El pueblo fue central y Lincoln no fue populista, pero la definición de democracia tiene un elemento populista.

Finalmente, es fundamental saber cómo reducir las desigualdades. Yo soy de la idea de crear inclusive un impuesto a los grandes patrimonios.

–¿De cuánto?

–Sí, de 5 a 10%. No hablo de expropiación. Hablo de patrimonios, no de lo que ganamos.

–¿El impuesto a la renta personal no sirve acaso?

–No, la renta personal es lo que yo gano. El patrimonio es lo que yo tengo. Grandes ricos como Warren Buffett, el dueño de Walmart (8.500 tiendas en 15 países, el que donó 31.000 millones de dólares para caridad) están dispuesto a pagar. Si el dinero no sirve para compartirlo, entonces ¿para qué sirve? En Italia, (Luca Cordero di) Montezemolo, el presidente de la Ferrari, está dispuesto a pagar. Hay grandes ricos que saben que un impuesto extraordinario sobre su patrimonio puede ser útil a su país.

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