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El Ministerio Público inició ayer una intervención en la zona de Ávalos Sánchez, departamento de Presidente Hayes, con el objetivo de destruir represas que impiden alimentar el cauce del río Montelindo con las aguas del Pilcomayo.
La tarea se encuentra a cargo de la Unidad Fiscal Ambiental. El fiscal Carlos Arce Obregón tiene a su cargo la investigación en torno a la construcción ilegal de represas en el sector del Pilcomayo.
La intervención de la fiscalía cuenta con el apoyo de un helicóptero de la Fuerza Aérea Paraguaya, ante las dificultades de desplazamiento por los desbordes del río y las aguas acumuladas por las recientes lluvias.
Productores ganaderos levantan represas en el cauce del Montelindo con la intención de forzar el desborde del Pilcomayo en los campos aledaños. Las aguas del río se utilizan para regar los pastos y para controlar las malezas.
El Montelindo se alimenta de las aguas del Pilcomayo que llega hasta su naciente siguiendo la cañada La Madrid. El grave problema se registra porque apenas logra escurrirse a causa de las represas.
Plan de uso de agua
El Estado paraguayo realiza un ingente esfuerzo técnico y económico en procura de captar las aguas del río; sin embargo, la proliferación de represas impide que los beneficios lleguen hasta el interior del Bajo Chaco.
Este es el momento en que no existe una política de distribución de aguas y menos un plan de uso del Pilcomayo.
Las represas se construyen en forma anárquica a pesar de que, con adecuado manejo técnico, pueden ser muy útiles en el momento de distribuir sus aguas.
Un ejemplo claro de la utilidad que pueden tener los diques se tiene en la provincia de Formosa (Argentina), donde el Pilcomayo riega una extensa superficie mediante una red de exclusas y canales.
No hay que olvidar que los productores ganaderos tradicionalmente utilizan el Pilcomayo como un factor de control de malezas, al quedar inundados los campos con sus aguas.
Se niegan a aceptar que pasaron aquellos tiempos en que el río Pilcomayo llegaba en forma generosa inundando esteros que hoy están colmatados.
La tarea se encuentra a cargo de la Unidad Fiscal Ambiental. El fiscal Carlos Arce Obregón tiene a su cargo la investigación en torno a la construcción ilegal de represas en el sector del Pilcomayo.
La intervención de la fiscalía cuenta con el apoyo de un helicóptero de la Fuerza Aérea Paraguaya, ante las dificultades de desplazamiento por los desbordes del río y las aguas acumuladas por las recientes lluvias.
Productores ganaderos levantan represas en el cauce del Montelindo con la intención de forzar el desborde del Pilcomayo en los campos aledaños. Las aguas del río se utilizan para regar los pastos y para controlar las malezas.
El Montelindo se alimenta de las aguas del Pilcomayo que llega hasta su naciente siguiendo la cañada La Madrid. El grave problema se registra porque apenas logra escurrirse a causa de las represas.
Plan de uso de agua
El Estado paraguayo realiza un ingente esfuerzo técnico y económico en procura de captar las aguas del río; sin embargo, la proliferación de represas impide que los beneficios lleguen hasta el interior del Bajo Chaco.
Este es el momento en que no existe una política de distribución de aguas y menos un plan de uso del Pilcomayo.
Las represas se construyen en forma anárquica a pesar de que, con adecuado manejo técnico, pueden ser muy útiles en el momento de distribuir sus aguas.
Un ejemplo claro de la utilidad que pueden tener los diques se tiene en la provincia de Formosa (Argentina), donde el Pilcomayo riega una extensa superficie mediante una red de exclusas y canales.
No hay que olvidar que los productores ganaderos tradicionalmente utilizan el Pilcomayo como un factor de control de malezas, al quedar inundados los campos con sus aguas.
Se niegan a aceptar que pasaron aquellos tiempos en que el río Pilcomayo llegaba en forma generosa inundando esteros que hoy están colmatados.