La ingobernabilidad puede ser nefasta para el país

Uno de los analistas políticos más reconocidos de Argentina, Sergio Berensztein, advierte que la ingobernabilidad que revolotea en nuestro país como una bandada molestosa de murciélagos, puede ser nefasta para la economía local, una de las más estables de la región. En esta entrevista, Berensztein admite que desgraciadamente la armonía o la confrontación es una elección que está en manos de los políticos.

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–Hay una renovación de Gobiernos en la región. La inestabilidad es la constante. La situación económica tampoco es tan halagüeña. ¿Cuál es su análisis?

–Económicamente estamos en una situación especial. La suba de las tasas de interés en Estados Unidos impacta negativamente en nuestros países. El petróleo está muy alto. Al margen de la reducción de las exportaciones hay también mucha deuda privada y más cara. El costo del financiamiento aumentó. Los problemas económicos de seguro se van a incrementar. Esto, a su vez, genera más presión al sistema político de por sí muy inestable y frágil. Eso nos obliga a mirar con más seriedad este asunto de la gobernabilidad.

–El quebranto de siempre...

–El problema de gobernabilidad es estructural, sobre todo en Brasil que está en un ciclo de mucha debilidad, en México ni hablar con la eventual elección de (Manuel) López Obrador, que genera mucha desconfianza. En Colombia hay una elección este domingo que genera mucha incertidumbre con exguerrilleros que se presentan por primera vez; y por supuesto, el colapso de Venezuela donde nada está claro de cómo se puede resolver la crisis. A eso se suma el proceso de retiro del liderazgo de Estados Unidos que obviamente debilita a la región. Hay una mayor presencia de China pero no compensa obviamente el liderazgo que ejercía Estados Unidos. Por supuesto, Europa está con una presencia también muy poco nítida por el problema del Brexit, la aparición de fuerzas populistas antieuropeas en varios países. Es un conjunto bastante singular donde se combinan factores externos e internos que marcan en todo caso una etapa de alta incertidumbre de pronóstico reservado.

–La falta de acuerdo de Europa con el Mercosur ¿es un síntoma? 

–Estamos en una negociación eterna. Lleva 20 años. Es un cuento de nunca acabar. Es como una especie de Penélope (en “La Odisea” de Homero) que “teje y desteje”, y la verdad que, en el medio, el Mercosur y la Unión Europea seguimos ahí, ahora en medio del debilitamiento de ambos bloques mientras perdemos otros mercados tal vez más interesantes como África, Asia, Oceanía: India, Indonesia, Sudáfrica, Nigeria... La verdad es que estamos mirando a Europa con un poquitito de nostalgia. Estamos negociando acuerdos sobre alimentos con un continente demográficamente avejentado donde lógicamente, los viejos comen cada vez menos. Nosotros necesitamos vender a los países jóvenes. Los que más comen son los jóvenes (ironiza).

–¿Cómo ve el futuro de la gobernabilidad en la región?

–En Brasil, Lula está fuera de la carrera. Aparece un candidato populista de derecha como (Jair) Bolsonaro. Hay otro potencial candidato, (Henrique) Meirelles, de centro (exministro de Hacienda de Michel Temer). En Chile hay demandas enormes. Hay que ver cómo impactan en la nueva administración del presidente (Sebastián) Piñera. Hay también incertidumbre en la sucesión en Bolivia donde el Presidente organizó un plebiscito y perdió pero se quiere lanzar igual. Hay tensión en Argentina, en Uruguay y ni hablemos de Brasil. Me parece que hay una urgencia de que los políticos en Paraguay entiendan la necesidad de arbitrar los mecanismos para ponerse de acuerdo y esto no se dispare...

–Ellos son los que más aumentan el desconcierto con su conducta, generalmente de doble faz...

–El desgaste está a la vista. Es importante entender que esta coyuntura crítica requiere actitudes políticas extraordinarias de tolerancia para que no se descontrole.

–¿Cómo? 

–Está en la habilidad de los líderes locales, en su flexibilidad, para enfrentar en forma pluripartidaria estas turbulencias. Hay países mejor preparados, con más cultura de acuerdos y otros donde lamentablemente hay más dinámica de confrontación... 

–Paraguay es uno de ellos...

–Exactamente. Veo una enorme fragmentación, no solo en los partidos sino al interior de los partidos. Esta situación puede convertirse en un gran obstáculo en un país que económicamente ha tenido un recorrido muy exitoso en comparación con los demás de la región. Paraguay tiene todavía una ventaja relativa en ese sentido. La falta de gobernabilidad, la falta de capacidad del Estado, a la corta o a la larga, repercute y puede ser nefasto para la economía.

–El Presidente electo está en una encrucijada. El saliente quiere ser senador activo, otro foco de inestabilidad...

–Sí, efectivamente, como en 2017, estamos ante una situación conflictiva que incrementa adicionalmente la incertidumbre política. Se podría sumar otra complementaria si se confirma la agenda de la reforma constituyente...

–La incorporación del saliente y del expresidente Nicanor Duarte en la política activa ¿puede poner en peligro la gobernabilidad?

–Los políticos en esta región no se quieren retirar. Se los retira o mueren con pretensiones de seguir protagonizando algo. Es producto de la débil tradición democrática que tenemos. Eso se nota mucho y se potencia cuando surgen liderazgos individuales que buscan perpetuarse. 

–Por qué tenemos Estados débiles con 30 años de democracia?

–Tiene que ver con la cultura política. Países que tienen culturas autoritarias o caudillistas, que acostumbraron a la ciudadanía a la informalidad, son países con enormes dificultades en términos de cultura política. Se requiere de una prensa independiente, cuestionadora, una ciudadanía involucrada, una sociedad civil activa, vigilante de sus autoridades, exigente...

–¿Cómo se ve a Paraguay desde afuera realmente? 

–Paraguay recibió mucha inversión de Argentina, de Uruguay, de Brasil. Están viniendo rusos, chinos. China continental es un factor de poder nuevo que se agrega y se puede potenciar en la medida que haya intención de repensar los vínculos diplomáticos, comerciales, económicos y políticos. Indudablemente, Paraguay económicamente ha sido una de las estrellas de la región. Por supuesto que más ligado a áreas como commodities, agroindustria, en parte cemento y construcciones. Hubo menos inversiones en otras áreas pero en general es un país de oportunidades desde hace 15 años más o menos. Paraguay es visto como un país que necesita trabajar mucho en el fortalecimiento de la democracia, en transparencia, en calidad de las políticas públicas. Curiosamente tiene un sistema financiero estable (con su moneda) de 45 años, reglas de juego claras, baja presión tributaria, bono demográfico. Son atributos sorprendentes que atraen inversionistas.

–Pero los grandes no vienen...

–Lo político institucional desalienta a la clase de inversores más grandes, más institucionales. Ellos necesitan otra clase de reglas de juego. De todos modos hay muchas esperanzas para que Paraguay refuerce y fortalezca la certidumbre que necesita desde el punto de vista jurídico-institucional...

–Volvemos al problema de gobernabilidad...

–Los ranking de gobernabilidad ponen a Paraguay en una situación complicada. Hay que trabajar mucho para mejorar porque es lo que los inversores toman en consideración para hacer una gran inversión...

–Si el nuevo Presidente supera la ingobernabilidad, le espera el problema de la pobreza, la inseguridad...

–La desigualdad se combate con el desarrollo económico. Las políticas sociales son compensatorias, para atender a los sectores más vulnerables. Hay que trabajar en crear riqueza para tener más para repartir y que la política social esté enmarcada en la inversión en capital humano: en salud, educación. No hay que pensar en inversión social como separada del desarrollo económico sino como parte de él. Paraguay necesita resolver estas cuestiones de vivienda, infraestructura física: cloacas, agua potable. Ahí hace falta realmente un shock de inversión. Finalmente, hay que pensar también que el mundo de hoy está experimentando una revolución tecnológica y el capital humano en ese sentido es crucial. También hay que pensar en el desarrollo de áreas de servicio. El dilema o el desafío del desarrollo hoy para Paraguay es extraordinario realmente. El potencial está en términos de recursos naturales, también en términos del bono demográfico, estabilidad macroeconómica. Son atributos que hoy son difíciles de encontrar en la región.

–¿Hasta qué punto una noticia negativa, como ocurrió el año pasado con la “quema del Congreso” perjudica a la economía? 

–Es un tema que obliga a ser aún más exigente en términos de mejorar los vínculos al interior de la clase política, en tratar de lograr acuerdos o de políticas de Estado, mejorar la transparencia y el control de la gestión, en fortalecer la cultura política para disipar la desconfianza. En general la gente mira hacia adelante, no tanto hacia atrás. Entonces, eso yo lo tomaría como un desafío para incrementar aún más la voluntad negociadora y flexible de la clase política para lograr acuerdos que le den un entorno de mayor previsibilidad a un país que ya tiene estabilidad de reglas en materia económica. Si se consigue la estabilidad política sería un hándicap importante para fortalecer la institucionalidad. La inestabilidad, en cambio, produce retrocesos importantes. Se requiere un esfuerzo enorme para recobrar la confianza perdida. Hay que pensar esto como un desafío. Toda la región está mal, hay que decirlo, pero es cierto también que el mundo está mostrando últimamente situaciones que tal vez para muchos eran impensables, porque los problemas de ingobernabilidad afectan a varias de las democracias de occidente.

holazar@abc.com.py

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