Pastor Ihle: el gran enemigo del Paraguay es la corrupción

El pastor Armín Ihle, de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, y de recordado trabajo en el Comité de Iglesias durante los oscuros años de la represión stronista, comentó que observa grandes cambios en la sociedad, pero la corrupción es todavía “la segunda piel” de los paraguayos.

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El pastor Armín Ihle trabajó en el Paraguay desde 1966 a 1969. Luego, desde 1977 hasta 1995. Conoció los primeros atropellos a los derechos humanos, las primeras persecuciones a los agricultores que intentaron organizarse en las Ligas Agrarias. En los últimos años del 70 y toda la década del 80 fue víctima y testigo del endurecimiento de la represión de la dictadura del Gral. Alfredo Stroessner. No cayó preso, como recuerda, pero recorrió cárceles detrás de los perseguidos. En muchos casos, los protegía en su residencia o en casa de amigos.

Hace casi dos décadas que el pastor trabaja en Montevideo, Uruguay. Su tarea siempre apunta a la defensa de los derechos humanos.

Premio Jerusalem 2014

En comunicación telefónica con nuestro diario, el pastor Ihle fue consultado sobre el Premio Jerusalem que le otorgó la Organización Sionista del Uruguay, el 13 de agosto pasado. Explicó que fue en reconocimiento por el trabajo por los derechos humanos y lo dedica a sus compañeros con quienes trabajo en el Comité de Iglesias y en otras organizaciones en el Uruguay.

“Hemos trabajado y luchado por las mismas causas, pero de diferentes formas. Creo que eso es importante, que cada uno busca su carisma, su don especial; hemos trabajado en la misma línea, la libertad para Paraguay”, enfatizó.

Consultado sobre cómo ve ahora al Paraguay, respondió: “¿Quién soy yo para dar recomendaciones sobre la paraguayidad? Pero diría que en Paraguay hay un gran enemigo, es la corrupción. Con todo el proceso de la democratización, es un factor viviente, hasta yo diría que las violaciones de derechos humanos son en gran parte un factor económico. Pero insisto en que la vida del campesino es una reserva moral con que es posible luchar contra ese mal, que es una vieja herencia de la dictadura”.

Agregó: “La corrupción es como una segunda piel. Pero soy optimista, pienso que desde el 2 y 3 de febrero del 89 al día de hoy, Paraguay hizo pasos grandes, pero tiene que seguir. Alguien que ha vivido la dictadura sabe que la situación paraguaya es mejor, que antes”, insistió.

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