Aplicar lo aprendido

Ingresó en el primer lugar en el Colegio Técnico Nacional. En el último año obtuvo una beca para estudiar en Nuevo México, EE. UU. Por su excelente rendimiento académico logró otra beca para estudiar Ciencias Políticas por cuatro años. Era el único paraguayo entre 200 estudiantes de 80 diferentes países. Regresó con la idea de poner en práctica lo aprendido.

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En el 2002, cuando tenía ocho años, Emilio Rodríguez Cáceres, junto con su hermana, Estefanía (10), quedaron huérfanos de padre, el sostén de la familia. Su progenitor tenía tan solo 45 años cuando un fulminante cáncer de páncreas lo llevó en tan solo tres meses. “Era un matrimonio muy sólido. Jamás escuché ningún tipo de problemas en casa”, recuerda Emilio. Valientemente, su madre, Sonia, tomó el timón del barco de la familia para sortear la tormenta y asumió el deber de sacar adelante a sus dos hijos. “Era su razón de vivir en ese momento y lo es hasta hoy”, resalta.

Cuando llegó la época de la secundaria, Emilio optó por el Colegio Técnico Nacional para estudiar Química Industrial e ingresó en el primer lugar de sus 40 compañeros y entre más de dos centenares de postulantes. “En realidad, fue un empate. Hicimos el mismo puntaje con otra compañera”, cuenta. Tenía solo 15 años y en esa época su sueño era ser ingeniero industrial. “De todos los colegios públicos a los que asistí, fue el que más me gustó. La calidad de la gente, hasta hoy. Me encanta ese grupo”, señala. Al mismo tiempo, tomaba cursos de inglés, piano, artes marciales, tenis y fútbol.

En el 2010 se enteró de la existencia de unas becas para estudiar en el Colegio del Mundo Unido, en EE. UU. En esa época era una red compuesta de 12 colegios de internados en todo el mundo; actualmente cuenta con 17. Posee comités nacionales en más de 150 países que se encargan de lanzar un concurso e identificar un candidato y nominarlo para que asista a uno de los colegios. Cuando el comité del Paraguay lanzó el concurso, el joven se presentó. “Había dos becas y llegué hasta la etapa final, pero no gané nada”, evoca.

Persistente, Emilio siguió con sus estudios y al año siguiente volvió a postularse. Entonces, ¡se le dio! Estaba en el tercer curso de la media y tenía 17 años. En agosto del 2011 viajó a los EE. UU. El colegio está en Moctezuma, un pequeño pueblo en Nuevo México. Durante dos años cursó un bachillerato internacional. “Es un título que te permite ingresar después a cualquier universidad del mundo”, explica. Era el único paraguayo entre 200 estudiantes de 80 diferentes países. 

Lo que más le atraía de esa institución era la posibilidad de interactuar con estudiantes provenientes de diferentes países. “Atraer a estudiantes de todo el mundo, de contextos socioeconómicos, culturales y religiosos diferentes, y vivir en un campus y compartir por dos años era lo máximo”, detalla. Este proyecto nació luego de la Segunda Guerra Mundial, como una iniciativa para formar jóvenes en la búsqueda de la paz a través de la educación, con el concepto de que no hay diferencias y todos somos parte de la humanidad. 

Una vez que culminó la secundaria, en el 2013, solicitó ingresar a la Universidad Colorado College. Fue admitido y hasta consiguió una beca para estudiar Ciencias Políticas por cuatro años. En realidad, nunca pensó estudiar esta carrera, pero esos dos años que pasó en el Colegio del Mundo Unido tuvieron un impacto tan grande en él que comenzó a preocuparse más en la parte humana, la paz en el mundo, la justicia social y el desarrollo económico. “Todas estas cosas están influenciadas y son el resultado de la política, y es muy común para este tipo de gente inclinarse por esta carrera”, expresa. 

Según Emilio, con las Ciencias Políticas se puede hacer de todo: trabajar en diplomacia, oenegés, periodismo, docencia. “Hay muchísimas oportunidades”, resalta. La ventaja que le brindaba la Universidad de Colorado era la oportunidad de tomar clases financiadas por ellos en otros países. Así, en el 2015 fue a la India a realizar un curso de Innovación de Desarrollo Sustentable durante nueve semanas. Se trataba de un curso basado más en la práctica que en la teoría y eso tomaba la forma de una pasantía en una organización allí. “Realicé la pasantía en la oenegé Acces Development Services, que trabajaba con agricultores en Udaipur y ellos se encargaban de hacer, básicamente, lo que son las cooperativas de agricultores”, explica.

Emilio había tomado también clases de fotografía en nuestro país. En Colorado siguió estudiando y, además, cursos de cinematografía. La ventaja de esas universidades es que uno puede optar por tomar pequeños cursos, aunque no tengan que ver con su carrera. Entonces, la organización le pidió que hiciera un documental sobre ellos. “Fue una enorme responsabilidad. Tuve que investigar y aprender lo que es el trabajo de una oenegé. Realizar visitas al campo y entrevistar a los agricultores. Como no manejaba el hindi, tenía un traductor que me ayudaba”. Y cumplió. Realizó el documental UDAAN (Flight out of Poverty), que hasta ahora es utilizado por la oenegé para difundir su trabajo y ayudar a los agricultores, y al cual se puede acceder por YouTube. Realizó esta pasantía un verano en medio de los cuatro años que le tomó su carrera universitaria. 

En el 2016 regresó a Colorado. Emilio ya había logrado los requisitos para obtener el título de licenciado en Ciencias Políticas, pero todavía le quedaba un año más de la beca. Generalmente, ese último año ya no permiten estudiar en el extranjero, pero aprovechando que ya había logrado su título, solicitó viajar ese último año a los Balcanes para tomar un programa de Resolución de Conflictos y Paz. “Esto me permitió recorrer Belgrado, Serbia, Bosnia, Herzegovina, Kosovo y todo lo que implicaba conocer sus conflictos. Aprendí cómo una sociedad pasa del conflicto a la reconciliación y trata de avanzar”, puntualiza. 

En medio de eso, durante un mes, también fue a Mostar, en Bosnia, donde el Colegio del Mundo Unido se encarga de juntar a jóvenes croatas, serbios, musulmanes, cristianos y los hace estudiar juntos. “Es el único colegio que hace eso, porque cada etnia tiene su institución educativa y ministerio”, señala. El último semestre, de marzo a julio de este año, estudió en la Universidad del Cabo, en Sudáfrica. “Estudié todo lo que concernía a África: la experiencia del genocidio, Ruanda, Namibia y, también, política africana y del sur global; término que se usa ahora para los países del tercer mundo”. 

Con todo este bagaje de conocimientos nos resta preguntarle cuáles son sus planes. “Mi idea es quedarme en el Paraguay y hacer algo acá”, responde sin dudar. Reconoce que es fácil ser idealista y desear cambiar las cosas. “Pero ahora viene la parte práctica y decidir qué forma va a tomar ese entusiasmo. Me interesa la diplomacia, porque siento que en estos años aprendí mucho y puedo servir en la diplomacia paraguaya. Estoy recién llegado y tengo que definir qué es lo que voy a hacer”, refiere. Y en verdad podría haberse quedado, y desarrollar su vida laboral y académica, porque todavía le falta el posgrado. Pero en ese punto es contundente: “Mi proyecto es el Paraguay”.

La tricolor en el Himalaya

Emilio tuvo la oportunidad también de escalar el Himalaya. Cuenta que, cuando surgió la posibilidad, se dio cuenta de que no tenía la bandera paraguaya. “Entonces, recurrí a un sastre local que confeccionó con las telas indias una tricolor. Hasta bordó la palabra Paraguay en el centro. Cuando llegué a la cima, fue un sentimiento increíble”, recuerda.

mpalacios@abc.com.py

Fotos: ABC Color/Javier Cristaldo/Gentileza.

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