Defensora yshyr

Luciana Ferreira, nativa de la comunidad yshyr, juró como abogada el 19 de abril. Aunque no ha sido fácil llegar a destino desde la lejana Bahía Negra, Alto Paraguay, admite que valió la pena y está orgullosa de su logro, que también es de su pueblo.

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Luciana Ferreira Barboza (36), nativa de la comunidad yshyr, de Diana, Bahía Negra, Alto Paraguay, está casada con Pablo Argaña y tiene tres hijos. A finales de 2017, obtuvo el título y el 19 de abril pasado juró como abogada, en coincidencia con el Día del Aborigen Americano. 

Considerada la primera abogada yshyr conocida, a Ferreira siempre le gustó la carrera de Derecho. Cuenta que su abuelo materno, Simón Barboza, un gran sabio en su comunidad, fue influencia en su vida. “A él solo le faltaba el cartón, el título, de abogado”, menciona. Pero lo que realmente la motivó a abrazar la abogacía fue el deseo de ayudar a resolver los temas que afectan a su comunidad y los pueblos originarios. “La problemática de la tierra, por ejemplo. Mucha gente se aprovecha del desconocimiento de los nativos y titulan sus tierras, y así son despojados de lo que por derecho les corresponde”, refiere. 

Afirma que eso, muchas veces, es difícil de demostrar, porque estos pueblos se desplazaban por todo el Alto Chaco y Bajo Chaco. “No hay que olvidar que ellos también defendieron esas tierras durante las guerras que enfrentó nuestro país. Lastimosamente, no se ve sus nombres en los libros de historia”. Como los nativos defendieron esas tierras, porque querían quedarse ahí, estas les fueron cedidas. “De hecho, esas tierras son de ellos, puesto que son originarios. Las leyes mencionan que son los primeros habitantes de esta tierra y no solamente en el país, sino en América”, enfatiza. 

Ferreira vino de Puerto Diana a Asunción para poder estudiar, porque allí no hay universidad. Hasta ahora, los estudiantes deben trasladarse hasta la capital para seguir una carrera universitaria. Incluso algunos fueron a Cuba a estudiar Medicina. “El camino del estudiante es muy sacrificado y mucho más para un indígena que, de su comunidad, debe trasladarse 1800 km, aproximadamente, hasta la capital y, peor aún, para uno de la comunidad yshyr, que tiene su propia lengua, que no es el guaraní ni el castellano, y, a veces, debe abandonar sus estudios y regresar porque no pudo solventar económicamente sus estudios”. 

Enfatiza en la gran discriminación que sufren los indígenas. Cuando se publicó en los medios la noticia de su juramento como abogada, hubo gente que dijo que ella no era indígena. Ella tomó ese comentario como una forma de discriminación. “Como se acostumbra a ver a los nativos en el suelo, sucios, pobres, pidiendo limosna, se piensa que no pueden progresar”, indica y resalta que la única manera de erradicar la discriminación y ver con otros ojos a los aborígenes es con la educación.

Asegura que poca gente se anima a afirmar que es indígena, justamente, por miedo a la discriminación, aunque el nativo también es un ser humano y tiene derecho a esas oportunidades de prepararse profesionalmente. “¿Qué nos identifica como paraguayos? Hablar nuestro idioma, las costumbres. Yo puedo prepararme como profesional, pero sin abandonar mis raíces. Puedo insertarme en la cultura positiva, aunque, generalmente, los indígenas adquieren la cultura negativa, porque la positiva es más difícil, requiere preparación”.

Resalta que la sociedad se centra en lo malo y piensa que el indígena no quiere trabajar, que solo quiere emborracharse y reproducirse como conejos. “Y no es tan así. Es un grupo minoritario. No hay que olvidar que el origen del paraguayo es indígena. Y eso es muy triste. Es hora de que al indígena se lo respete en todos los sentidos”.

Gracias a su cargo de secretaria en el Instituto Paraguayo del Indígena (Indi), Ferreira pudo solventar sus estudios de Derecho. “No fue fácil. Hasta ahora sigo pagando las deudas de inversión por la carrera”, insiste. Con todo, su deseo es que tanto los indígenas como los no indígenas sigan luchando por sus sueños o para lograr sus propósitos. Y también que los aborígenes se defiendan y muestren su orgullo, de dónde vienen, sin que les importe lo que los otros digan, porque nadie sabe los sacrificios que uno tiene que pasar para lograr un objetivo”.

Ferreira solicitó jurar el 19 de abril, fecha en que se conmemora el Día del Aborigen Americano, celebrado cada año tras el Congreso Indigenista Interamericano reunido en México el 19 de abril de 1940. Ahora, su objetivo es luchar por los derechos de los pueblos originarios y erradicar la discriminación, aunque sabe que será difícil. “Quiero que la sociedad sepa que hay indígenas que están luchando como todos, se están superando y son orgullosos de su origen. Ojalá surjan más oportunidades para que los jóvenes puedan estudiar y superarse”, concluye.

mpalacios@abc.com.py

Fotos: ABC Color/Arcenio Acuña.

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