Ejemplo de vida

La historia de don Cristóbal Romero Gaona es conmovedora. De canillita y vendedor ambulante pasó a convertirse en un competente técnico empírico con solo 13 años. Ahora, con 50 años de trabajo, dice que lleva más de 20.000 radiadores de vehículos “puestos en marcha”.

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Don Cristóbal proviene de una familia numerosa. Su padre, don Atilio Romero Ramírez; su madre, doña Virginia Gaona Jara, y 22 hermanos, aunque él se califica como el famoso “abuela memby”. 

Relata que su abuela era burrerita. “Se llamaba Alberta y mi abuelo, Antonio. Él era heladero artesano. Mi abuela traía las mercaderías y las vendía en Luque. Me contaba que todos los días salía de Areguá, a las 3:00, para vender. Con el tiempo migraron a Asunción, al Barrio Obrero, y de ahí nos íbamos, sobre el burrito, hasta el mercado n.º 1 y n.º4. Frente al Hospital de Barrio Obrero tenía su puesto de venta de golosinas, naranjas, chipás y alojas”, recuerda.

A su memoria vienen, también, sus comienzos como radiodorista. “Tenía 11 años cuando mi abuela habló con el señor Leguizamón, que era capataz y sereno del taller Alfredo Toja. Le comentó que quería ser mecánico y fue así que este me convirtió en el radiodorista más joven de la época, pero, actualmente, soy el más viejo de todos mis colegas”, dice entre risas.

Ya lleva arreglando más de 20.000 radiadores. “Es una parte fundamental del sistema de refrigeración del motor. Su mantenimiento y limpieza resultan fundamentales para que cumpla su función esencial y primordial: mantener la temperatura adecuada del motor. La limpieza de esta pieza no se realiza con manguera o agua como muchos creen. Hay que destapar o desoldar la tapa superior y, luego, sondear con unas láminas o cintas de acero el libre paso del agua por los cientos de tubos componentes que permiten disipar el calor proveniente del motor. Luego de este minucioso trabajo, se vuelve a colocar la caja ya con soldaduras de estaño o según el material de origen”, explica.

Las anécdotas no faltan en su larga carrera. “Pasé tres incendios de autos en diferentes talleres. También recuerdo que iba a pie desde 17 Proyectada y México a Chile y Jejuí, todos los días. Este oficio me dio sacrificios y grandes alegrías, ya que conocí y me relacioné con tanta gente de renombre. Tuve la oportunidad de saludar a presidentes y personalidades de distintos ámbitos”.

Era muy conocido su profesionalismo y talento que las ofertas de trabajo “le llovían”. “Cuando tenía 16 o 17 años, un tío me llevó junto a otro tío y me recomendó para el MOPC. No quisieron nombrarme por ser menor, pero, poco tiempo después, recibí una oferta con herramientas completas con 50 % para mis ganancias; tenía 17 o 18 años. Luego, otra contraoferta de un mecánico argentino, también con todas las herramientas y materiales, y el 40 % de las ganancias. En esa época y siendo un joven era muy cotizado; era un mitã’i ágil, hábil, guapo, katupyry y, a la vez, muy responsable en lo que hacía”.

Todavía tiene mucho que dar, fuerza y conocimiento. Se siente feliz con el camino andado, con pasos de superación y motivación. “Soy un apasionado de mi profesión y eso vale mucho”, expresa.

Su mayor anhelo es que exista una carrera de mandos medios para capacitar a los jóvenes. “Sobre todo en mi ramo, porque no existe un centro de especialización. Creo que somos unos 100 técnicos, muy pocos, y el parque automotor cada vez crece más en nuestro país. Son muchos los nombres que tengo en mente, todos muy competentes, para ellos mis respetos y saludos. No quisiera olvidar a nadie. Está Rafael Lezcano, Óscar Rodríguez, Hipólito Barboza, Emilio Domínguez, Ramón Espínola, Roberto Yegros, Aníbal Aguilera, Juan V. Lezcano, Tomás D. Lezcano, Ramón Báez, Taní Barrios, Rufino Recalde, Delo Recalde, César Penayo, Gustavo Medina, Agustín Paniagua, Ramón Domínguez, Pachín Melgarejo, Roberto Rojas, Emilio Benítez, Gustavo Benítez, Cristóbal Romero (h) y tantos otros”.

Actualmente, está casado con Emiliana Domínguez Ortigoza y es padre de siete hijos. “Hay que aprovechar y vivir la vida, procurar sobresalir aunque no se pueda tener un título. El trabajo honesto siempre tiene recompensas”.

Definitivamente, hay personas que inspiran, que sobresalen a fuerza de trabajo duro, responsabilidad, sacrificio y paciencia. Don Cristóbal es una de ellas.

ndure@abc.com.py

Fotos: ABC Color/Celso Ríos.

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