El arte que noquea

Priscilha Benítez estuvo en el ojo de la tormenta semanas atrás luego de haber realizado una de las obras artísticas más polémicas de los últimos tiempos: la pintata de la escalinata de Antequera. Hoy, asegura que las críticas la hacen más poderosa.

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Con su termo de tereré y la agradable brisa como compañía, la artista urbana nos esperó sentada en uno de los bancos del lugar que en noviembre pasado llenó de colores y desató la polémica.

Transgresora e informal por donde se la mire: anteojos oscuros, camisa con estampa, shorts holgados de jean gastados, calzados deportivos y dos rodetes completan su look. Priz Praz Pruz (26), la chica de los llamativos tatuajes, no es un personaje común; quiere hacerse notar y no lo niega.

Priscilha, quien pinta desde niña, utiliza la técnica del grafiti o aerosoles. Fue convocada por el productor, diseñador y actor Jork Aveiro para pintar la escalinata de Antequera, para el evento de moda Asunción se viste, realizado el jueves 14 de noviembre del año pasado. “Solo tenía el sábado y el domingo, y cinco porciones de escalones que pintar. Necesitaba cinco grafiteros, por lo que, inmediatamente, comencé a llamarlos”. Pero muchos no quisieron aceptar el trabajo. “Se hicieron los rockstars”, ironiza. “Eso fue el miércoles; el jueves les escribí a mis amigos y le dije: ‘¡SOS! Tenemos que hacerle el aguante a Jorky, ayúdenme, por favor, porque me dejaron ‘en bolas’ los ‘grafiteros’. Y bueno, en este tipo de situaciones es que uno se entera con quién puede contar y con quién no”, reflexiona. Cuando aparecieron sus amigos, decidió elegir un diseño más simple de lo planeado, de manera que alguien que nunca pintó pudiera hacerlo. “Porque una cosa es tener a los cinco grafiteros que se encarguen de los escalones y otra, sin gente profesional”, revela. Así, unos ocho amigos, en distintos horarios, completaron el trabajo en ¡menos de 48 horas!, muchas de ellas bajo el ardiente sol. El domingo, antes de atardecer, el trabajo estaba terminado.

Priscilha confiesa que como se trataba de un trabajo muy grande, necesitaba mucha contención. “Fue mucha adrenalina y como era un acontecimiento importante, me superó. Las condiciones de trabajo, como el sol, los altibajos, que a última hora se te cambie todo, entre otras cosas, fueron situaciones muy extremas”.

Respecto a la controvertida elección de los colores, señala que se inspiró en un banquito que pintó Sergio Buzó. “Y a mí me voló la cabeza la obra”, comenta. Le escribió al artista y le dijo que le “robaría” la idea del banquito. “Y él, muy buena onda, me dijo: ‘Metele nomás’. Los colores podían ser interpretados como uno quisiera. Cuando Simón Cazal declaró que esa no es la bandera gay, porque le faltaban dos colores más, y si el líder del movimiento dice que no es, entonces no es”.

Comenzó el boceto. “En un principio, los colores iban en orden y luego se empezaban a desfragmentar. Elegí lo más sencillo que se pudiera hacer con gente que no tenía tanta experiencia pintando”. Y muñidos de pinceles y rodillos, se lanzaron al trabajo. “Se eligió pintura látex, porque la Municipalidad nos pidió que usáramos material soluble. Yo hubiera preferido pintura sintética para que perdure, pero como habíamos aclarado: este es un proyecto de la Municipalidad, declarado de interés municipal, cultural, turístico, etc. El acuerdo fue ese: pintar la escalinata, pero luego volverla a dejar como estaba antes”.

Cuenta que se formó un grupo en la red social Facebook con más de 11.000 Me gusta. “Pero después ya se fue deteriorando y se formó la polémica, y esa fue la mejor parte del trabajo”. El lunes, Priscilha se despertó con los titulares de la noticia en los medios. “Como publicista, sé que la prensa tiene mucho poder y puede manipular la información o no. Así también, sé que la publicidad, buena o mala, es publicidad. Sé lo que cuesta una pauta publicitaria en los medios, por lo que lo veo de un lado más frío y comercial. Por lo tanto, estoy muy agradecida. Para mí es una inversión de dos días”.

¿Cómo tomaste las críticas? “Me hacen más poderosa. Cuando pinté esto, yo quería que sea tapa de diario. Ese fue mi objetivo, que se genere polémica, pero no sabía que lo iba lograr. Por eso cuando comenzaron a hablar, en pro o en contra, dije: ‘Gracias’, porque si están hablando de vos, algo estás haciendo, bien o mal, pero lo estás haciendo”.

La artista afirma que cree en la libertad de expresión, en hacer cosas. “Las cosas no se dicen; se hacen, porque al hacerlas se dicen solas. Y a nivel artístico me sirve muchísimo todo esto. Creo en el trabajo comercial y más si quiero vivir de esto en algún momento, entonces tengo que ser profesional al respecto. Los artistas también pagamos cuentas a fin de mes, de lo contrario hay que hacer otro laburo. Muchos quieren caer en el ego de decir: ‘Soy un artista de rock, yo no hago esto’”, ironiza.

Confiesa que no esperaba que la polémica durara tanto tiempo. “Incluso hoy. Hasta en mi trabajo, el primer día mis compañeros hablaron del tema y tuve mi primera confrontación por la imagen religiosa que utilizamos. Y también escuché que pronto todos se olvidarían del tema, pero no fue así, ya que siguió y sigue hasta hoy, tanto es así que vos y yo estamos sentadas aquí hablando del tema mucho después del evento. Aunque, la escalinata ya está pintada de blanco otra vez”.

Cuenta que le escribieron hasta de Turquía apoyándola, por lo que considera que entonces está haciendo algo bien. “Y lo interesante es que el 2014 se viene con todo, con mucha polémica”.

“Entonces, te agrada la controversia…”. “No. Muchos me dicen que me gusta pelear, pero no es así. Me enseñaron desde muy chica que uno tiene que luchar por lo que quiere y yo no tengo miedo de decir las cosas o de pararme firme ante mis creencias. Y en nuestro país no estamos acostumbrados a eso. Sé que con todo esto me estoy exponiendo mucho y el precio es estar en el ojo de la tormenta, pero lo voy a utilizar a mi favor, porque me ayuda a formar mejor mi discurso. Y si la gente está saltando es porque estoy haciendo las cosas muy bien”.

Asegura que el arte urbano, de la calle, completa su propósito cuando tiene un fin social, si está generando algo. “Porque no sirve de nada que te digan que tu trabajo es lindo. La técnica se aprende, pero el talento es nato. A mí no me importa la destreza, sino el mensaje. Necesito un cambio, quiero crecer, hacer algo que no sea solo yo. Hacer historia. No quiero morir mañana y que todo termine ahí. Quiero transformar mi vida y la de los demás a través del arte, y si logro eso, para mí ya es un golazo. De lo contrario, significa que soy una más del montón y yo no quiero serlo”.

Definitivamente, Priz Praz Pruz, la chica del mote onomatopéyico que precede al nocaut, no lo es y está preparada para dar el golpe con más proyectos polémicos.

mpalacios@abc.com.py 

Fotos ABC Color/Gustavo Báez/Gentileza.

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