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Ferrocarriles en América

Siempre se lee y escucha la cantinela de que el Paraguay tuvo el primer telégrafo de América, la primera fundición –que no fue una fundición, sino una planta siderúrgica–, de que tuvo el primer ferrocarril de América…

Puras falsedades. Puras patrañas.

El primer ferrocarril de América lo tuvo los Estados Unidos de América, en Boston, en 1826, para el transporte de piedras. El primer ferrocarril para el transporte de pasajeros lo tuvo en 1830, en Charleston, Carolina del Sur. El segundo país americano en contar con ferrocarril fue Cuba, el 10 de setiembre de 1837. Otros países con ferrocarriles fueron México, el 16 de setiembre de 1850. Después vinieron al Perú, al igual que Chile, en 1851. Colombia contó con ferrocarril, el 28 de octubre de 1855 (actualmente en territorio panameño); Costa Rica, en 1857; Brasil, en 1854; Argentina, el 29 de agosto de 1857. El Paraguay contó con ferrocarril el 21 de octubre de 1861.

Uruguay, en 1869; Honduras, en diciembre de 1870; Bolivia, en 1873; Nicaragua, el 27 de enero de 1884; Guatemala, el 19 de julio de 1884; Venezuela, el 7 de febrero de 1877; Panamá, el 28 de octubre de 1855 (cuando formaba parte de Colombia); Ecuador, el 25 de junio de 1908, y Costa Rica, en 1890.

O sea que, en América, nuestro país tuvo ferrocarril en el noveno lugar y en Suramérica, estuvo en el sexto lugar y no el primero como los falsificadores de la historia quieren hacer entender.

¿Comodidad?

Una de las tantas cosas de las que se pueden decir que han formado parte del pasado es el bacín, ese recipiente que permitía hacer las necesidades fisiológicas cómodamente en el dormitorio en aquellos tiempos en que los servicios sanitarios domésticos se acostumbraba tenerlos un poco alejado de la casa.

Según viejos documentos del Archivo asunceño, los bacines de cientos de años atrás eran más una incomodidad que comodidad. Para manipularlo, se necesitaba bastante fuerza, como el caso del bacín de cobre del fundador de la ciudad, don Salazar de Espinoza, que pesaba nada menos que unas 11 libras, o sea, aproximadamente 5 kg.

Homenaje a un general

El general Francisco Isidoro Resquín fue uno de los altos oficiales paraguayos que tuvo importante actuación en la Guerra contra la Triple Alianza. Había nacido en San Pedro de Ycuamandyyú, en 1823. Actuó en la Guerra contra la Tríplice desde el mismo inicio de las hostilidades, comandando las tropas paraguayas en la campaña de Mato Grosso, luego en la de Corrientes. Fue jefe del Estado Mayor General e integrante de la Fiscalía de Sangre y, en sus últimos años, delegado de Villa de San Pedro. En esta ciudad fue presidente de la Junta Económico-Administrativa, juez de paz y preceptor de escuela.

Escribió Datos históricos de la guerra del Paraguay contra la Triple Alianza, de obligada consulta para comprender ese trágico periodo de nuestra historia. Falleció en San Pedro de Ycuamandyyú, en diciembre de 1882.

Tenía también una casa en Concepción, que estuvo en pie hasta hace pocos días.

Como homenaje a los 150 años de la epopeya nacional, sus propietarios no tuvieron mejor idea que –en un criminal gesto– echarla abajo, privando a las generaciones por venir de la contemplación de la vivienda del mencionado héroe, además de tirar como escombro un ejemplar de la arquitectura decimonónica de nuestro país. Un desprecio vergonzoso hacia la historia patria.

Hace 160 años…

Moría Aimé Bonpland. Médico y botánico francés. Nació en La Rochelle, el 28 de agosto de 1773. Estudió en las universidades de La Rochelle y de París, conoció al noble alemán Alexander von Humboldt, quien lo invitó a viajar a América en misión de exploración y estudios.

Durante cinco años recorrieron extensas regiones de América, México, Centroamérica, Suramérica (Colombia, Ecuador, Amazonas) recogiendo datos y muestras sobre botánica, zoología, geología, geografía, historia, etnografía, etc.

Luego de realizar labores en la Corte francesa, Bonpland regresó a América, específicamente en el Río de la Plata, en 1817, instalándose, primero, en Buenos Aires, de donde pasó la zona misionera, dedicándose a la agricultura, cultivando yerba mate y otros rubros. En 1821, acusado de espía, fue secuestrado por orden del dictador Francia de su establecimiento de Santa Ana, cerca del río Paraná, y confinado en la localidad de Santa María de Fe, donde prosiguió sus estudios.

Numerosas personalidades del ámbito científico y político intercedieron para conseguir su libertad, que recién le fue concedida muchos años después, en 1829. Fruto de su experiencia, publicó numerosas obras científicas y fue admitido como miembro de la Academia de Ciencias de París. Falleció el 11 de marzo de 1858, en Santa Ana, Misiones, Argentina. Años después, sus restos fueron repatriados a su país natal. 

surucua@abc.com.py

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