La cámara y la vida

Desde hace tres décadas, Norberto Duarte está donde se desarrollan las noticias; esos hechos que marcan la historia y él, cámara en mano, los captura de una manera especial.

En el úlitmo “El ojo salvaje, mes de la fotografía en Paraguay”, Duarte fue homenajeado, entonces, rememoró algunos hechos que lo marcaron: “El 1 de agosto de 2004 estaba saliendo a almorzar con mi familia cuando escuché por radio de un incendio y que había un muerto. Como mis hijos estaban ilusionados por el paseo, continuamos con los preparativos porque no quise dejarlos una vez más por el trabajo. Pero, a medida que avanzábamos, aumentaba la cantidad de fallecidos; cuando anunciaban 11, les dije: ‘Listo, a bajarse, tengo que ir a trabajar’. A esa jornada le siguió una semana entera de labor y fue hasta ahora lo peor que me tocó cubrir”, comenta Norberto Duarte sobre la tragedia del Ycuá Bolaños.

Norberto, al que los colegas apodaron como “Mamerto” –sobrenombre con el que fue bautizado por César Villalba, exlaboratorista de ABC Color–, empezó en el “mundo de la fotografía” cuando tenía apenas 14 años. “Mi papá (Pablo Duarte) era fotógrafo y desde pequeño me llevaba a los eventos; también me enseñaba el trabajo en el laboratorio. Rápidamente aprendí el oficio y le tomé cariño, pero aun así no me llenaba del todo; no me gustaba ir a los eventos, entonces decidí dedicarme a otras cosas. Hice de todo, incluso fui chofer, y tampoco me sentía a gusto. Se dio la oportunidad de trabajar en el diario ABC Color, pues había un cupo como laboratorista y no dudé. Estuve allí hasta una noche en la que hubo un incendio; como no había ningún reportero disponible, me enviaron a mí y mi primera foto fue tapa del día siguiente. Al ver eso sentí una emoción que no se puede describir; en ese momento descubrí que esto era para mí”, relata.

Durante su carrera pasó por casi todos los medios de la época, incluso en los desaparecidos Hoy y Noticias. Su trabajo siempre se distinguió de los demás por una razón: a Norberto no le gustan las fotos en las que “el reportero va, se para, dispara la cámara y sale, sin ponerle atención al tema ni interesarse siquiera en lo que esa imagen va a expresar. Siempre me gustó ‘estudiar el territorio’ antes de empezar a disparar. Me gusta analizar el tema, para que la foto hable por sí sola, que exprese un mensaje y, para ello, uno debe involucrarse con el hecho”, señala.

Norberto comentó que cuando comenzaba a experimentar ángulos, que entonces eran poco convencionales, varios de sus colegas se burlaban de lo que hacía, pero poco tiempo después los veía, algunos “escondiditos”, imitando lo que él hacía. “A muchos les costaba agacharse hasta el suelo, pero al ver el resultado, rápidamente empezaron a hacerlo también y, lejos de molestarme, me llenó de orgullo”, cuenta.

En 1986 fue contratado por la Agence France Press (AFP) como corresponsal fotográfico; desde entonces –y con la libertad que otorga un medio internacional como ese– Norberto crea de cada imagen una situación especial. Le tocó cubrir hechos históricos como el Marzo Paraguayo, cuyo principal enfrentamiento lo vivió detrás de un camión de basura; el asesinato de Luis María Argaña, la masacre de Curuguaty, la caída de Fernando Lugo; cada uno de ellos con una historia en particular para el fotógrafo. Comenta, por ejemplo, que “las antiguas movilizaciones campesinas, con miles y miles de adherentes, eran las que paralizaban el país y se acoplaban pobladores de todo el territorio nacional. Gracias a esto conocí el Paraguay de punta a punta, siguiendo paso a paso todo lo que ocurría”.

Paso a la “era digital”

Desde sus inicios, Norberto trabajaba con la cámara analógica. La conversión a la era digital no fue nada fácil, comenta, pues todos los fotógrafos estaban más que acostumbrados y “obligados” –dice– a hacer largos cálculos para cada toma. “No quiero demeritar, pero considero que los verdaderos fotógrafos eran quienes trabajaban con cámaras a rollo; para cada toma, teníamos que calcular la luz, ir pasando el carrete y enfocando. Era toda una ciencia y, a pesar de ello, conseguíamos hacerlo. En el fútbol, por ejemplo, conseguíamos increíbles tomas de jugadas en primer plano sin siquiera tener los teleobjetivos con los que se cuenta ahora”, dice.

Actualmente, Norberto convive con algunos problemas de salud por la edad y el sacrificado estilo de vida. Consultado sobre hasta cuándo seguirá con el oficio, reacciona tajante, y es que para él hay una sola realidad: “El fotoperiodismo es mi vida, mi pasión. El día que me quiten la cámara, me muero, así que mientras pueda, lo voy a hacer con las mismas ganas y entusiasmo con los que empecé”.

Homenaje

Cada año se realiza en nuestro país “El Ojo Salvaje, mes de la fotografía en Paraguay”. Este año, se inició una actividad que homenajea con una exposición a un fotógrafo destacado en nuestro país por su larga trayectoria en alguna de las especialidades fotográficas. El primer destacado en esta categoría fue Norberto, con la muestra “30 años de fotoperiodismo”. También, este año, recibió el Premio Citi al Fotoperiodismo, galardones que se suman a los varios reconocimientos que fue acumulando en sus largos años de labor.

Familia

Un poco más intimista, Norberto cuenta que está casado con Felicita, con quien tuvo cinco hijos: Silvia, Carmen, Patricia, Pablo Daniel y Alejandra, y hoy también es abuelo de Ulises y Keren. El único varón de la familia también es el único en seguir sus pasos y hoy se desempeña como reportero gráfico en un medio local.

mbareiro@abc.com.py • Fotos ABC Color/Gustavo Báez/Gentileza del entrevistado.