Un cuento dramático

«No existe otra estupidez que no sea la humana. ¿Qué más podría ser estúpido?», leemos en este desconcertante diálogo del novelista y cineasta José Eduardo Alcázar.

Gordon Wilson (Vladimir) y Karel Cremers (Estragon) en Waiting for Godot, 2015 (Foto Sundysunderland vía Wikimedia Commons)
Gordon Wilson (Vladimir) y Karel Cremers (Estragon) en Waiting for Godot, 2015 (Foto Sundysunderland vía Wikimedia Commons)

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Estamos encerrados.

Por orden superior.

¿Hasta cuándo?

No se sabe.

¿No se sabe, no se sabe, o no se sabe, no se sabe?

No se sabe.

¿Qué?

No se sabe.

Bueno, entonces, seguimos encerrados. Encerrados, en lock down.

It’s true.

¿Qué?

¿Qué, qué?

Que no entendí lo que dijiste.

Dije en inglés.

Yo no hablo inglés.

Vos empezaste, lock down es inglés. Pero volviendo, estamos encerrados.

Ahora sí entiendo. Sigamos. ¿Y por qué nos habrán encerrado?

Me estás jodiendo.

No te estoy jodiendo: ¿por qué nos encerraron?

A mí por querer representar en carne propia y en plaza pública a todos los personajes dignos de la historia. A vos por hacerte pasar por pastor alemán, ponerte de cuatro, levantar la pata y mear a la altura de la rodilla de todos los ciudadanos que hacen cola para pagar impuestos o para rezar en el templo. Te gritaban «salí, perro inmundo».

Somos locos; ¿los otros, por qué están encerrados?

Un bicho.

¿Qué bicho?

Un bichito.

¿Un bichito o un bicho?

Que se contagia.

¿Qué se contagia?

Y mata.

¿Otra vez?

De nuevo.

¡Socorro! Tengo miedo.

Si te quedás encerrado no te pasa nada.

¿El bicho desaparece?

No, desaparecemos nosotros y él no nos encuentra.

¿Y cómo apareció, este bichito? ¿El murciélago de antes?

No se sabe.

¿No se sabe, no se sabe, o no se sabe, no se sabe?

Apareció, vivimos rodeados de bichitos, somos un ecosistema.

Yo no. No estoy a servicio del ningún sistema, soy librepensador de actos y liberal de ideas. ¿No será una conspiración?

¿Para qué?

No sé, para cambiar el mundo, para mudar paradigmas, para asustar primero e imponer el nuevo orden después.

¿Vos crees?

«En el corazón humano hay siempre lugar para uno más», dice el dicho.

Eso era antes de las cirugías cardíacas. Hoy la ciencia manipula el corazón, lo hace a la medida de las necesidades. Pueden caber mil o ninguno. Algún día tendrás una válvula de cerdo en tu corazón.

¿Yo?

No, vos no. Es una manera de decir. Vos no calificás. Hay que tener mucha plata para comprar una válvula de cerdo. Vos sos como yo.

Pobre, sin plata. No califico por falta de plata. Vos y yo salimos de fábrica como somos, no hay repuestos para nosotros. Si te falla la rebobineta del rolimpán, fuiste.

¿Qué es la rebobineta del rolimpán?

Ni idea, no soy mecánico, soy loco.

¿Y vos decís que en el mundo no hay más lugar? ¿Vos crees?

Yo no creo, ni tampoco descreo. Por suerte nos encerraron en este pabellón, que es el de la biblioteca del manicomio y tenemos libros para buscar respuestas. Veo muchos libros.

Libros y termitas, me estuve fijando.

¿Qué son termitas?

Grandes consumidores de libros en tiempos modernos.

¿Termitas? ¡Bola! ¿Y aprenden?

Lo moderno es consumir y consumir y consumir, nada más.

Dicen que los libros siempre te cambian.

Puede ser que las termitas sean modificadas por los libros.

¿Te parece?

Estuve leyendo a Darwin y a Maxwell, ellos dicen que el medio ambiente modifica y que la evolución adapta las especies al medio.

¿Y eso qué tiene que ver con las termitas?

Que si las termitas consumen libros, papel y tinta, es posible que la alimentación particular condicione su futuro de termita.

¿Te parece? ¿En tan poco tiempo?

¿Y quién habla de poco tiempo? La biblioteca puede alimentar por siglos, milenios. Tiempo suficiente para operar cambios.

¿Hay tantos libros?

Hay libros y depende del uso que sean muchos o pocos.

¿Vos leés? A ver, una demostración.

Te digo algo que leí. Lo que nos ocurre ahora, el nuevo encierre por el bichito, era previsible.

¿Cómo?

Yo leí que somos una especie entre tantas otras especies, una más. Nosotros creemos que somos la mejor especie.

¿Y no somos?

Puede que no seamos. Eso no es importante. Lo importante es que somos el producto de una evolución. Leí que por ahora nos adaptamos a nuestras diversas y variadas circunstancias. Otras especies quedaron por el camino, desaparecieron. Podemos desaparecer en un futuro remoto o breve, derrotados por nuestro medioambiente, que hoy nos tolera, vencidos por otras especies, que hoy nos ignoran o nos admiten.

¿Te parece?

Estos virus son la prueba. Convivimos con millones de ellos, en paz o en indiferencia. Hasta que ocurre la interactuación, natural, casual, circunstancial, letal.

¿Y qué pasa?

Por un lado, se va todo a la puta, por otro lado, se crea la oportunidad para que nos demos cuenta de que somos parte de un todo. Es un hecho, si nos apartamos, desaparecemos.

¿Y todo esto que vos decís está en los libros?

En los libros que nadie lee.

¿Y por qué nadie lee?

Porque pocos saben leer.

Un momento, ¡somos cada vez más alfabetizados!

Una cosa es ser alfabetizado, otra, muy diferente, es ser lector.

Y vos decís que no leemos.

No leemos lo suficiente. No respetamos nuestro medio, nuestros vecinos en el medio, no nos respetamos los unos a los otros. Termina esta nueva pandemia, pero no la ignorancia de tantos. Creo que continuaremos jugando con fuego, poniendo en peligro nuestra misma existencia. Las armas nucleares, por ejemplo.

¿Qué tienen?

Están por todos lados, un día, a alguien se le ocurre apretar el botón y chau, la noche nuclear, ¡la noche extemporánea!

A todo esto, mirá, vos: ¡qué cosa rara!

¿Qué?

Son las diez de la mañana y todavía no hay sol, hace frío y no tenemos luz, ni tampoco señal de celular.

¿Qué pasa?

No tengo la menor idea. ¿Será el fin del mundo?

¿Qué hacemos?

Para espantar el frío, volvemos a la prehistoria, producimos fuego por fricción de materiales. Tengo un encendedor, una chispa encenderá la mecha como en los viejos tiempos y quemaremos papel. Utilizamos el papel de este libro para mantener el fuego.

¿Quemar un libro? ¿No es peligroso? No se acepta muy bien, seremos criticados por quemar libros.

Te digo algo: no creo que seamos criticados, tengo un mal presentimiento.

Pienso lo mismo: el mundo acabó.

No hay estrellas, mañana no habrá sol.

¿Hay más libros? Tendremos que quemar la biblioteca entera.

Hay diez mil libros en esta biblioteca.

¿Quemar la historia de la humanidad nada más que para mantener el calor? Es mucho caminar para tan poco camino. ¿Qué habrá pasado?

La estupidez, esa fuerza cósmica, imparable que se mete y se multiplica en las entrañas de todo sistema humano.

¿La estupidez humana?

No existe otra estupidez que no sea la humana. ¿Qué más podría ser estúpido?

Uno habrá apretado el botón.

Otro le habrá seguido.

Y ambos imbéciles habrán creado la noche eterna.

No estoy tan seguro de que sea eterna, habría que preguntar a Darwin, a Freud, a otros, si alguna sobrevida es posible.

¿Cómo preguntar?

A los libros, mientras existan. Tenemos algo de tiempo.

¡A los libros, entonces! ¡A leerlos!

¿No los quemamos? Para mantenernos caliente, digo.

Los leemos y después los quemamos, para mantenernos calientes.

Empecemos por este librito, veamos qué dice.

¿Qué libro es?

Es de un tal Camus, sobre el Mito de Sísifo.

¿Y de qué trata?

Es algo sobre volver a empezar siempre, sobre el absurdo de volver a comenzar sin un fin.

¿Y termina bien?

¿Qué?

El libro, la historia.

Ni idea.

¿Qué te parece? ¿Lo leemos o lo quemamos?

Tengo frío, lo quemamos. Además, es un libro sobre temas distantes. Un mito, te das cuenta, una historieta traída de los pelos.

Lo quemamos.

Hay muchos por quemar.

¡Le ganamos al frío!

La heladera está repleta.

Hay comida.

Nos quedamos tranquilos.

¡Y pensar que ya se anunciaba el fin del encierre, el final de las pandemias, la vida como era antes!

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