Se desacelera la economía mundial: contradicciones de la socialdemocracia

La socialdemocracia prevaleciente en el mundo, una mezcla de economía social de mercado donde la palabra social abre paso a cualquier forma de interpretación y práctica antojadiza juntamente con las medidas económicas fundadas en la demanda agregada (propias de la escuela neo keynesiana) hace que los gobernantes persistan en redistribuir la riqueza.

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Redistribuir la riqueza significa hacerse cargo de lo ajeno, del fruto del trabajo de otros. Es considerar a los burócratas y políticos como los magos y brujos de antaño (ellos saben más que todos, pues los demás –según ellos– son meros ignorantes, lo que muestra su claro sentido autoritario y elitista) y es así como disponen, según sus criterios y caprichos, de lo producido por los demás.

Es la famosa tercera vía que no ha dado resultado positivo en lugar y época alguna, sino más bien coloca a la economía y a la política mundial, como en este momento y de nuevo, en una difícil situación.

Los resultados que muestra la socialdemocracia es permanente crisis. Y esto sucede porque, por un lado, dicen fomentar la libertad, pero, por el otro lado, también buscan establecer criterios de coerción en la descabellada idea de creer que los Estados mediante sus gobiernos se harán cargo de la economía y del mismo futuro de las personas.

La socialdemocracia en realidad es una variable del socialismo. Desea por ejemplo el llamado pleno empleo con estabilidad monetaria y equilibrio fiscal. El pleno empleo hace referencia a una situación donde la totalidad de la población activa de un país se encuentra trabajando.

El problema, sin embargo, es que los socialdemócratas sostienen que para lograr ese objetivo se debe hacer valer lo que ellos llaman como demanda agregada. De manera que si se desea contar con el llamado pleno empleo entonces la única manera de lograrlo es aumentando el gasto público, la inversión estatal, los subsidios etcétera, esto es, para decirlo de manera sintética, hacer lugar al intervencionismo estatal.

Y he ahí precisamente el problema. El aumento del gasto y/o de la deuda conlleva inexorablemente al desequilibrio fiscal. Los egresos en materia de recaudación terminan por exceder a los ingresos.

Esta situación, a su vez, provoca necesariamente la aparición de la inflación o lo que es lo mismo una inestabilidad monetaria porque necesariamente para corregir el desequilibrio fiscal se deberá hacer lugar a la expansión artificial de moneda y crédito. Si falta dinero, pues fabriquemos dinero, dicen.

Vuelve a pasar

Esto es lo que pasa en el mundo. El informe del propio Banco Mundial de días atrás en “Perspectivas económicas mundiales” dice que el crecimiento se está desacelerando. “En este año 2023 el crecimiento de la economía mundial se desacelerará del 3 por ciento pronosticado hace seis meses al 1,7 por ciento”.

Y como se sabe este tipo de desaceleraciones terminan en recesión. Luego el crecimiento será lento siendo los más perjudicados los países pobres. Siendo que las variables macroeconómicas están en manos del Estado, situación que como se podrá concluir, resulta hasta tragicómico porque creer que la certidumbre a largo plazo podrá ser logrado por los gobiernos es como seguir creyendo en los cuentos de hadas.

Lo que va a ocurrir es lo que sigue sucediendo. Un círculo vicioso de crecimiento paulatino y luego nuevas contracciones hasta que aparece la “burbuja” creada por los del Estado, como de hecho está sucediendo porque, por ejemplo, con el endeudamiento que no solo es un problema para los países pobres –que sin duda es un gran problema– sino también para las naciones hoy desarrolladas donde llegan incluso a superar el endeudamiento que tienen a sus propios PIB (Producto Interno Bruto).

La mala solución

La socialdemocracia prevaleciente en la que se juntan los colectivistas de todos los colores no puede dar respuesta a esta situación de ralentización y hasta de recesión. Y no lo puede hacer porque tiene contradicciones internas de consistencia teórica y así proceden en la práctica.

El resultado no puede ser más que persistir en el error y llevar a las economías del planeta a un eterno retorno donde crean los ciclos económicos supeditados a la orden de los gobiernos, situación que resulta imposible que lo resuelvan porque ellos (el Estado con sus respectivos gobiernos) son los causantes de la enfermedad, ellos son el problema.

En el orden monetario buscan afanosamente tocar las tasas de interés. Ya lo hizo la FED, la Reserva Federal de EE.UU., en noviembre del año pasado de 0.75 puntos hasta los 3.75 por ciento. El incremento de tasas de interés por parte de los bancos centrales sirve para frenar la inflación y no tanto.

Esto es, al comienzo ciertamente puede tener un efecto contractivo porque subiendo las tasas de interés es como que se “enfría” la economía. Pero lo que ocurrió antes es lo que también hay que ver. Fueron los propios bancos centrales, que es lo mismo que decir el Estado, el que anteriormente había bajado las tasas de interés haciendo que haya más dinero en el mercado (las más de las veces emisión de dinero sin correspondencia con el Producto) por el cual se eleva la demanda superando de ese modo la verdadera cantidad de bienes y servicios: entonces aparece la inflación.

Y ahora que la inflación se ha convertido en un problema, nuevamente apelan a la política monetaria de elevar las tasas de interés, y así es como se mantiene el círculo vicioso del cual hice mención anteriormente.

El tema teórico práctico

La “receta” intervencionista estatal –que debe llamarse poción de veneno– no es fácil de evitar. Demasiados han sido seducidos por el encanto del colectivismo gubernamental. La “receta” del intervencionismo estatal (poción de veneno) está dirigida a los gobernantes y técnicos como los hacedores de la reactivación. En el momento en que se piensa salir del problema se aplica la fórmula: más Estado, menos libertad económica.

Supone la socialdemocracia por medio del neokeynesianismo que el Estado es un agente dinamizador de la economía cuando sobrevienen las crisis. Creen los intervencionistas del mercado libre que la caja estatal es más importante que la cooperación social llevada a cabo por los individuos.

El pensamiento socialista tiene un problema de fondo, de orden teórico que conlleva a su fracaso. En una economía de mercado no existe contradicción entre lograr la estabilidad monetaria como fiscal y el empleo como suponen los colectivistas de todos los colores.

En una economía libre de mercado la estabilidad de la economía no existe sino que está en permanente dinámica porque son los individuos los que a través de la propiedad privada y de la información de los precios los que mueven, cambian, innovan, crean y van generando mejores bienes y servicios, todo ello supeditado a lo que la gente (el consumidor) acepte o no.

De ahí que la estabilidad monetaria o lo que es lo mismo una baja inflación de no más del 3 por ciento anual e incluso cero, así como el equilibrio fiscal y hasta el superávit no es contrario a la creación de empleos y al logro de mejores condiciones de vida.

Cuanto menos inflación y menos déficit existan y si es posible no ocurran, pues mejor para la gente. Y esto no se puede lograr metiendo en el corral de aves al zorro del Estado porque sencillamente desplumará y los tragará enteros a cada una de las aves.

Para los intervencionistas capaces de hacer del Estado una deidad en la tierra, todo ello les tiene sin cuidado debido a que contar con más recursos a su plena disposición es del deleite de políticos y tecnócratas. “En el largo plazo, todos muertos”, decía el propio J.M. Keynes, el maléfico gurú de la socialdemocracia y de los estatistas, políticos y burócratas que le siguen rindiendo loas a los gobiernos como hacedor de una mejor sociedad, cuando es precisamente lo contrario.

(*) Catedrático de materias jurídicas y económicas en UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”; “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.

Mercado

Los intervencionistas del mercado libre creen que caja estatal es más importante que la cooperación social llevada a cabo por los individuos.

Riqueza

Redistribuir la riqueza significa hacerse cargo de lo ajeno, del fruto del trabajo de otros. Es considerar a burócratas y políticos como los magos.

Gasto

El alza del gasto y/o de deuda conlleva inexorablemente al desequilibrio fiscal. Egresos en materia de recaudación terminan por exceder a ingresos.

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