Transformando caminos rurales en caminos para quedarse

Comienzo esta reflexión con una pregunta: ¿Es posible adoptar una filosofía de intervención sobre los caminos rurales que se alinee con el principio de “caminos para quedarse”? Hablamos de caminos poco transitados que ofrecen autenticidad de paisajes y pertenencia al entorno. Estos caminos no son solo rutas físicas, sino hilos conductores de una herencia cultural y natural invaluable.

La infraestructura debe ser un habilitador para mejorar la calidad de vida, sin sacrificar nuestras raíces y tradiciones.
La infraestructura debe ser un habilitador para mejorar la calidad de vida, sin sacrificar nuestras raíces y tradiciones.Gentileza

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Preservar estos caminos rurales significa fomentar que las comunidades permanezcan arraigadas, evitando el desplazamiento y promoviendo un desarrollo autóctono. La infraestructura, por lo tanto, debe ser un habilitador para mejorar la calidad de vida sin sacrificar nuestras raíces y tradiciones.

Hemos oído en innumerables ocasiones que la región de América Latina y el Caribe enfrenta desafíos significativos en materia de infraestructura y desarrollo sostenible. Una brecha significativa que afecta principalmente a las zonas rurales, haciéndolas especialmente vulnerables. Esta situación se correlaciona con altos índices de pobreza, derivados en parte por los bajos índices de accesibilidad rural y transitabilidad vial. Aproximadamente el 90% de la red vial en América Latina y el Caribe es secundaria y terciaria, mostrando una conservación deficiente en la mayoría de los tramos, según un reciente informe de Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF). Esta realidad subraya una necesidad imperante de mejorar la conectividad física para cerrar esta brecha de manera efectiva.

Superar este desafío requiere más que la mera construcción y conservación de los caminos; demanda un enfoque holístico que armonice con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Nos enfrentamos a la necesidad de encontrar un equilibrio entre la superación de las brechas de infraestructura y el cumplimiento de estos objetivos en el ámbito rural.

Este enfoque nos lleva al concepto de “transición justa”, que va más allá de los aspectos económicos o ambientales reconociendo la importancia de abordar las preocupaciones de justicia social y equidad en la lucha contra el cambio climático. Por ejemplo, las acciones relativas a la mejora y rehabilitación de los caminos rurales suelen tener un alto impacto sobre las comunidades, ya que mejora el acceso a servicios públicos básicos durante todo el año como la salud y la educación, genera la apertura a mercados vecinos y abre la oportunidad a nuevos empleos.

Además, sabemos que los impactos respecto a las emisiones de gases de efecto invernadero de estos caminos no suelen ser significativas; sin embargo, está demostrado en diversos estudios que una mejora en la superficie de rodadura supone un menor consumo de combustible y por tanto una menor emisión de gases; además de fomentar la economía circular a través de técnicas constructivas que permiten el aprovechamiento de materiales ya existentes como el reciclado de pavimentos.

Igualmente, las intervenciones de rehabilitación y mantenimiento de los caminos rurales pueden suponer una mejora respecto a criterios de adaptación al cambio climático en áreas tan importantes para su conservación a largo plazo como los sistemas de drenaje y la estabilidad de los taludes.

Una estrategia para la transformación

La estrategia para transformar los caminos rurales en América Latina y cómo esto puede mejorar la vida de las comunidades locales se detalla en las publicaciones de CAF disponibles en nuestra biblioteca virtual. Proponemos una visión integral para una estrategia de intervención que incluya aspecto territoriales, institucionales, económicos, técnicos, sociales y ambientales. En este sentido, existen experiencias valiosas y lecciones aprendidas en la región que deberían compartirse.

En México, diversas políticas y programas se han establecido para mejorar y preservar los caminos rurales. Un ejemplo destacado es el “Programa Nacional de los Pueblos Indígenas”. A través de una inversión de aproximadamente US$ 135 millones, este programa logró la mejora de 685 kilómetros de caminos rurales en Oaxaca. Se caracterizó por la integración y el uso intensivo de mano de obra local, valorando los conocimientos tradicionales y los materiales disponibles en la región. Como resultado, se generaron 14.000 empleos y se benefició a 200.000 habitantes.

Por otro lado, en Minas Gerais, Brasil, se ha establecido una colaboración innovadora entre una empresa siderúrgica y las comunidades locales mediante el programa “Caminhos do Vale”. Este programa aprovecha los residuos siderúrgicos donados por la empresa para pavimentar caminos rurales, fomentando la economía circular. En cinco años, se han utilizado 2,8 toneladas de agregados reciclados en 84 municipios, lo que ha demostrado ser tan exitoso que ha incentivado a otras industrias a sumarse a esta iniciativa sostenible.

Es imperativo cambiar la planificación y definición de las políticas públicas en la gestión de los caminos rurales, incorporando una visión más integradora alineada con el principio de “caminos para quedarse”. Esto implica prevenir el deterioro acelerado, atender de manera sostenida las necesidades de movilidad segura de los usuarios, y posibilitar el progreso y el bienestar social en armonía con el entorno natural.

Impacto

Las acciones relativas a la mejora y rehabilitación de los caminos rurales suelen tener un alto impacto sobre las comunidades.

Visión

Es imperativo cambiar la planificación y definición de las políticas públicas en la gestión de los caminos rurales, con visión integradora.

(*) Coordinadora de la Unidad de Transportes en el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF).

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