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A finales del siglo pasado existieron numerosos factores que impulsaron la modificación del perfil demográfico de la mayor parte de los países del mundo. Entre ellos, la mayor escolaridad y aumento de años de estudio, la creciente globalización y acceso a informaciones, el desarrollo de las ciencias, etc., que en conjunto permitieron una mayor esperanza de años de vida, y una preferencia por la reducción del número de hijos en los hogares.
Si bien las mejoras en las condiciones de vida son buenas y deseables, es importante mencionar que los cambios en las tendencias demográficas pueden impactar positiva o negativamente en el resultado final de lo producido en los países.
Según el Fondo Monetario Internacional, la predominancia de una población envejecida puede generar frenos en el crecimiento económico de los países europeos debido a una nueva tendencia de aumento de la fuerza laboral del grupo etario de 55 a 64 años, el cual con un aumento del 5% puede impulsar una caída del 3% de la productividad de su fuerza de mano de obra total.
En el caso paraguayo, el país se encuentra en una fase de lenta pero sostenida transición, que va de una población mayoritariamente joven a una población envejecida; dicha transición durará unos treinta años más y al momento en que se efectivice demandará mayores gastos de salud y fármacos a nivel nacional.
Según la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos (DGEEC), en el año 2015 el 63,4% de la población total del país tenía entre 15 y 64 años, las cuales corresponden a la población activa, siendo casi el 50% de los mismos los ubicados en un rango de edades de 15 a 44 años.
Cabe resaltar la disminución del grupo de personas de 0 a 14 años, dado que en el año 1950 el 43,8% de la población era de este grupo y se espera que para el 2022 sea solamente de 27,3%. Esto se explica por dos factores: la disminución de la fecundidad de las últimas décadas y la migración de personas de 0 a 4 años a la población activa.
En 2015 el 30,7% de la población estuvo en un rango de 0 a 4 años y el 5,9% de la población fue de 65 años o más. Se espera que el 7,7% de la población del 2022 sea de este último grupo de edades, lo cual significaría un aumento de los gastos en salud y consumo de fármacos a nivel país.