Contratar el 100% de la energía paraguaya

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“El león no puede protegerse de las trampas y el zorro no puede defenderse de los lobos. Uno debe ser, por tanto, un zorro para reconocer trampas y un león para asustar a los lobos”. Antonio Maquiavelo

En estos días nos sorprendió una grata noticia, el embajador paraguayo en Brasil manifestó públicamente algo poco usual en nuestra diplomacia, caracterizada por el entreguismo y una relación pendular histórica entre la Argentina y el Brasil: “A nosotros nadie nos presiona. Si alguien cree que nos presiona con alguna cuestión, creo que va por el camino equivocado”. Los idealistas cometemos el error de creer, frecuentemente, las buenas intenciones.

Imagínese el lector si esta posición la hubiésemos adoptado hace 30 años. El Paraguay asumiendo una posición digna ante su socio condómino en cuanto a las tarifas, la energía cedida, la paridad y cogestión administrativa. ¡Qué diferente hubieran sido nuestros índices del desarrollo! La tesis de Miguel Carter en cuanto al lucro cesante o pérdidas de oportunidad por la mala “venta” de nuestra parte en Itaipú, por ejemplo, no llegaría a las cifras astronómicas que nos ha demostrado hace unas semanas.

Hace tres décadas (1988), la Itaipú ya producía 38.508 GWh con las doce máquinas que consiguió montar hasta entonces. En 1991, ya con las 18 máquinas trabajando, se produjo: 57.517 GWh. En el 2007, con las 20 máquinas trabajando a pleno, la IB produjo 90.620 GWh. A partir de ese año difícilmente se produjo una cantidad menor a 90.000 GWh. Solo fue inferior en los años 2010, 2014 y 2015 debido al menor caudal hidrológico; mismo así el promedio de los últimos 12 años es de 93.764 GWh. Si esto extendemos a 22 años de generación, aun así tenemos un promedio de 91.255 GWh al año.

En otras palabras, el promedio de producción de Itaipú de más de dos décadas es superior a los 90.000 GWh al año, ¿Por qué no se considera esta producción real para todos los cálculos y las negociaciones? Veremos, sin embargo, que la cuestión se complica por un concepto llamado “energía garantizada”, es decir, aquella calculada con criterios probabilísticos, con un nivel de riesgo inferior a 5% de no poder atender la carga solicitada por el sistema. Actualmente el valor calculado, con las 20 máquinas, es de 75.170 GWh al año. Si consideramos el promedio mencionado de 90.000 y le restamos la energía garantizada de 75.000, tenemos una diferencia de 15.000 GWh, que ya no entra a cubrir los costos oficiales de Itaipú. ¿Qué se hace hoy con esta energía? Es la piedra del escándalo pero al mismo tiempo la solución de todo el embrollo. Veamos.

Para el Brasil de hoy, la Itaipú representa solo el 15 % de su consumo nacional (energía propia y la cedida por el Paraguay). ¿Por qué entonces harían tanto problema por esa “ínfima” cantidad que le cedemos? Y porque en diplomacia toda cantidad, superficie, hecho histórico o coyuntura política es propicia para una negociación. Si retrotraemos este escenario a tres décadas, la cuestión sería más complicada. El Brasil dependía en un 30% de Itaipú y a Paraguay le abastecía un poquito más de la Central de Acaray, de 200 MW de potencia instalada, menos de 1/3 de cada máquina de Itaipú. Hoy Paraguay está consumiendo hasta tres máquinas en horas picos y 1,5 máquinas en el llano. Dicho en otra forma, nuestro país retira hasta el 15% de toda la energía, mientras que el Brasil el 85%. Sigue siendo muy grande la desproporción.

No obstante, si tuviera que escoger tres causas en nuestra desventajosa situación actual, lo ordenaría así: 1) La pusilanimidad de nuestros administradores energéticos nacionales, que no se preocuparon por el Sistema Interconectado Nacional. 2) El entreguismo de nuestros administradores binacionales y 3) La flojedad de nuestra diplomacia, caracterizada por la exclusión política y el poco patriotismo. Como verán, poca es la culpa de nuestros socios condóminos. Ellos cumplieron a rajatabla la norma de las relaciones internacionales y geopolíticas que nos enseña que los Estados no se preocupan tanto de sus buenas costumbres, relaciones y sentimientos con otros Estados, sino de sus intereses.

¿Qué hacemos ahora? Pues toda crisis es una oportunidad de negocio, de buscar la prosperidad o el bien común. Qué tal si aprovechamos las circunstancias y contratamos ¡ya ahora! el 100 % de nuestra energía excedente y lo vendemos al Brasil. Tenemos un argumento muy sólido: el Acuerdo Lugo-Lula, en el que se contempla en el punto 6 la posibilidad de la venta al mercado brasileño, en forma gradual. Pues hagámoslo en términos de 25% anual, de tal manera que al 2023 lleguemos al 100% de la venta de nuestros excedentes, ¡Sin descuidar nuestro consumo industrial, único camino verdadero al desarrollo!

Acciones inmediatas y reales serán necesarias en breve, por ejemplo: a) La conformación de un equipo multipartidario y multidisciplinario de negociación, cuyo asesor principal deben ser Jeffrey Sachs y Miguel Carter, su punto focal en el país; b) La contratación del 100% de nuestros excedentes y la venta a precio justo al Brasil mediante una simple Nota Reversal, similar a todas las que favorecieron a nuestro socio. No se requiere someter al Congreso de los países, puesto que esto es solamente un movimiento interno contemplado en el Tratado. Una reunión del Consejo de Administración ya lo soluciona. Sin embargo, en una democracia representativa y pluralista, la cortesía entre los poderes del Estado es vital. Esto obliga que se informe inmediatamente al congreso nacional, una vez logrado el propósito; y c) Jamás olvidarnos que en nuestro escudo nacional está sentado un león, guardián de nuestra soberanía y nuestra historia.

Por último, el presidente Mario Abdo, su jefe de Gabinete Julio Ullón y el canciller nacional, Luis Castiglioni, no deben olvidar que el Rey David, humilde pastor de ovejas y hermano menor de seis guerreros, derrotó al gigante Goliat. Más importante que eso tal vez fue el hecho que sus valientes, que lo ayudaron a conquistar la tierra prometida, lo reclutó en las ciudades de refugio. Hombre afligidos, pero valientes y decididos. Duden, por tanto, de los acomodados y que gozan de salarios abultados; ya están aburguesados y no miran el interés común, sino el privado. Son un peligro para el Estado.

¡Ahora!

Qué tal si aprovechamos las circunstancias y contratamos ¡ya ahora! el 100 % de nuestra energía excedente y lo vendemos al Brasil.

(*) Ing. agrónomo, Téc. Sup. Electricidad, Msc en Desarrollo y Msc en Planif. y Conducción Estratégica Nacional.

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