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Cuando ya era el momento de apagar las velas de su torta de cumpleaños, se abrió la puerta y apareció papá. Víctor se puso muy contento, a pesar de que seguía enfadado con su padre por no estar más tiempo con él. Papá traía un regalo en sus brazos: era un perrito, de ninguna raza en especial, pero muy bonito, indefenso y cariñoso.
Papá le pidió perdón a Víctor porque había tardado en llegar, ya que había estado en la sociedad protectora de animales adoptando a su nuevo amigo. Víctor le perdonó, pero seguía pensando que papá no estaba en casa para jugar con él.
Al día siguiente, Víctor tenía que ir al colegio y le dijo a su mamá que prefería quedarse cuidando a su perrito, pero la mamá le explicó que no podía, que cuando volviera jugaría con su perrito y lo cuidaría. Y así se fue al colegio.
Allí estuvo todo el tiempo pensando en su perrito y en lo mucho que jugarían juntos cuando él volviera a casa. Por fin llegó la hora de salir, y Víctor corrió a casa a buscar a su perrito. Lo encontró muy triste tumbado en su camita. Corrió a llamar a su mamá y le preguntó por qué estaba así. Su madre le dijo que el perrito le había echado mucho de menos todo el día y Víctor se excusó diciendo que tenía que ir al colegio para aprender muchas cosas. Entonces, su madre le explicó que a papá le ocurre lo mismo. «Papá querría estar todo el tiempo aquí cuidándote y jugando contigo, pero a veces tiene que ir a trabajar. Y cuando no está contigo, igual que tú con tu perrito, él piensa todo el tiempo en lo mucho que te cuidará y jugará contigo cuando vuelva».
Entonces Víctor comprendió que los papás y las mamás quieren mucho a sus niños, aunque no estén todo el tiempo con ellos. Luego, corrió a buscar a su perrito que saltó de alegría cuando le vio.
Fuente: FORTUNA SÁNCHEZ, Rosario. Recuperado de: https://www.guiadelnino.com
Ámbito: Así pienso, me expreso y me comunico
Dimensión: Lenguaje Oral y Escrito