Megaorquesta Sonidos de la Tierra

El maestro Luis Szarán señaló que la orquesta es una escuela de vida y calificó como “inolvidable” la experiencia vivida en Misiones. Sonidos de la Tierra es un programa social donde la música enseña a los jóvenes a ser mejores personas, disciplinados, responsables y solidarios.

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SAN JUAN BAUTISTA, Misiones. (Rafael Marcial Montiel, corresponsal). El maestro Luis Szarán señaló que el Seminario y Festival Internacional “Sonidos de la Tierra” que se realizó en esta ciudad, durante cuatro días, fue una experiencia inolvidable. “Sonidos de la Tierra es una escuela de solidaridad y de amor”, expresó.

La clausura tuvo lugar el viernes 20, a la noche, en el polideportivo de la Asociación de Educadores Rurales Sanjuaninos (AERS) de esta ciudad. En la oportunidad la Megaorquesta Sonidos de la Tierra, integrada por 1.632 niños y jóvenes, ofreció un concierto gratuito.

Szarán demostró satisfacción por la organización y gestión del Conservatorio Ha Che Valle de San Juan Bautista, Misiones. “Es toda una ingeniería muy compleja tener casi 60 orquestas y todas bien atendidas”, manifestó.

Señaló que en medio de las prácticas con la música, los alumnos yendo por las calles a estudiar, visitó una de las aulas donde se alojaron los jóvenes. “Estaban con escobas al estilo japonés, limpiando para dejar impecable cada aula y encima con un mensaje inspirador en el pizarrón para los niños quienes dejaron escritos: gracias de corazón, queridos compañeros, y no desaprovechen las oportunidades que les da la vida”, indicó el maestro.

Agradeció el acompañamiento de la comunidad y resaltó el cariño de los sanjuaninos que abrieron sus puertas a los artistas juveniles, a los padres de familia, los maestros y directores de orquestas. “Se demostró cómo se pueden hacer las cosas. No teníamos ni un solo capital y sin embargo se sumaron las empresas privadas e instituciones públicas”, remarcó.

Trabajaron 250 voluntarios, jóvenes de la comunidad, guardia de seguridad, de la Policía Nacional, de la Salud, las madres que cocinaron para dar de comer a los integrantes. “Fue inolvidable la experiencia”, dijo.

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