La historia secreta de la sandía

Su antepasado silvestre, hace 5000 años, era un fruto amargo de pulpa dura y color verde claro. Fueron necesarias varias generaciones de cruza selectiva, en varios países y culturas, para producir el fruto rojo y dulce que hoy disfrutamos.

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La revista National Geographic en español publicó una investigación realizada por Harry Paris, horticultor de la Organización de Investigación Agrícola de Israel, quien dedicó años a reunir pistas —incluyendo textos hebreos antiguos, artefactos de tumbas egipcias e ilustraciones medievales— para hacer una crónica de la asombrosa transformación de la sandía o melón de agua, a lo largo de 5000 años. “La historia es un lío desde el principio”, dice Paris, quien culpa a generaciones de taxonomistas, empezando desde el siglo XVIII, pues hicieron tremendo desorden en la clasificación de los melones. Incluso el nombre de la sandía moderna —Citrullus lanatus— es un error. El vocablo latino lanatus significa “velludo” y originalmente se aplicaba al melón “citrón” (Citrullus amalus), que está cubierto de pelusa.

Cultivado en el sur de África, se ha propuesto que el melón citrón es el antepasado más antiguo de la sandía, pero Paris lo cuestiona, pues ha encontrado pruebas de que los egipcios comenzaron a desarrollar cultivos de melón de agua hace unos 4000 años. El segundo contendiente es el melón egusi de África Occidental y, de nuevo, Paris se muestra escéptico. Los egusi no se cultivan por su pulpa, sino por sus semillas comestibles, el único elemento indeseable de las sandías modernas.

Paris afirma que el verdadero antepasado de la sandía es nativo del noreste de África: Citrullus lanatus variedad colocynthoides, conocido como gurum en Sudán y gurma, en Egipto. “¿Por qué ir hasta África Occidental, a un país como Nigeria, cuando seguimos encontrando estas sandías salvajes en los desiertos de Egipto y Sudán, aun en la actualidad?”, cuestiona Paris.

Fruto faraónico

La humanidad ha comido sandías desde hace milenios. Lo sabemos porque, en un asentamiento libio de 5000 años de antigüedad, arqueólogos encontraron semillas de melón de agua y restos de otras frutas. También se han descubierto semillas y pinturas de sandías en tumbas egipcias de más de 4000 años, incluida la del rey Tutankamón. La sandía representada no es redonda como los frutos silvestres, sino que tiene la forma ovalada que conocemos hoy y eso apunta a que era una variedad cultivada. Aquí cabe cuestionar por qué los egipcios decidieron cultivar sandías silvestres, ya que eran frutas duras y poco apetecibles, amargas o desabridas. Según Paris, la respuesta se encuentra en el nombre mismo de la fruta: su agua. A diferencia de otros frutos, sigue siendo comestible después de semanas o meses, si se conserva en un lugar fresco y sombreado. “Al morir, los faraones emprendían un largo viaje, así que necesitaban una fuente de agua. ¿Y cuál podría ser esa fuente de agua?”, dice. Paris considera que, cuando los egipcios comenzaron a cultivar sandías, la primera característica que intentaron modificar fue el sabor. El sabor amargo está determinado por un solo gen dominante, de manera que habría sido relativamente sencillo recurrir a la reproducción selectiva. Como la servían fresca, debía ser lo bastante blanda para cortarla y comerla. Es decir, también habían eliminado la pulpa dura y la necesidad de golpearla para formar una pasta acuosa.

Emprende el camino

Escritos que datan del 400 a.C. a 500 d.C. indican que la sandía se diseminó del noreste de África a los países mediterráneos. Paris especula que la expansión territorial de la fruta se debió no solo al comercio y el trueque, sino a su singular función como recipiente natural de agua fresca durante los viajes largos. Hacia el siglo III de nuestra era, había dejado de ser un cultivo desértico, y las descripciones de aquella época hablan de sandías con pulpa amarilla. Eso mismo muestra un mosaico bizantino hallado en Israel, de alrededor de 425 d.C., en el cual se aprecia un melón de agua cortado con pulpa amarilla-anaranjada.

En años posteriores, la sandía al fin adquiriría su tonalidad característica. Esto se debe a que el gen del color rojo está pareado con el que determina el contenido de azúcar. Conforme la fruta se hacía más dulce, su interior cambió de color gradualmente. Los primeros bocetos europeos de sandías dulces con pulpa roja aparecen en un manuscrito medieval llamado Tacuinum Sanitatis, del siglo XIV. Algunas ilustraciones representan las conocidas sandías ovaladas de franjas verdes al momento de cosecharlas y venderlas, con unas cuantas frutas cortadas para exhibir la pulpa roja. Hoy día, el cultivo mundial de sandía asciende a 100 millones de toneladas. Con los avances logrados en 5000 años de domesticación, la sandía es mejor que nunca.

Fuente: http://www.ngenespanol.com

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