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Después de permanecer algunos días abierto, el sabor y el aroma van a ser diferentes en relación con el primer día. Eso es categórico y creo que muchos ya lo experimentaron.
Cuando uno llega a casa después del trabajo quiere relajarse y piensa en abrir un vino. Pero no desea hacerlo porque sabe que no lo va a terminar. Sin embargo, decide ir adelante… Toma dos copas, ¿y ahora? ¿Qué hacer con el vino que queda en la botella?, ¿tirarlo, derramarlo?, pero ¿cómo hacer eso, si el vino está riquísimo?
¡Qué dilema!
Esto es muy frecuente entre los enófilos y consumidores que están frente a una botella abierta de un vino que pretenden seguir bebiendo, pero no en el mismo día. Entonces, la primera pregunta que todos se hacen es: ¿cuánto tiempo aguantará el vino una vez abierto?
Como todos saben, el oxígeno es el gran enemigo en esta historia. Es la oxidación (debido al contacto de la bebida con el oxígeno por un tiempo prolongado) la que va a hacer la bebida intragable. Sin embargo, este tiempo puede variar bastante de vino en vino y, también, depende de cómo se conserva la botella una vez abierta.
Depende del vino
El caso de los vinos tintos es un poco diferente. Pueden soportar bien, por ejemplo, de dos a tres días (máximo) bien tapados, en la heladera, en la que el proceso oxidativo se hace más lento debido al frío. La botella se debe dejar en posición vertical, pues así disminuye la superficie de contacto del líquido con el oxígeno. Cuanto más ácido y más taninos tenga el vino, más tiempo tiende a aguantar. Vale recordar que, a pesar de que el vino todavía puede ser consumido, ciertamente va a ser diferente en sabor y aroma, en relación con el primer día.
Los vinos más delicados se degradarán más rápidamente, mientras que los más robustos pueden, incluso, volverse más agradables unas horas después o al día siguiente, como máximo.
Ya en el caso de los vinos blancos, debido a su alta acidez, se cree que pueden soportar más tiempo que los tintos, yendo de cuatro días a una semana si se almacenan en la heladera. Los espumosos, a pesar de la acidez alta, pierden gas carbónico rápidamente y, por lo tanto, soportan menos tiempo (solamente uno o dos días), incluso cuando se mantienen con un tapón especial para sostener el gas.
Por otro lado, los que más soportan la acción del oxígeno son los fortificados (oporto, jerez, madeira, etc.), que aguantan, fácilmente, un mes en la heladera.
Algunos consejos
Hay algunos trucos para mantener la frescura e, incluso, aumentar la “longevidad” de su botella abierta. El primero, como lo dijimos antes, es mantenerla en posición vertical para minimizar el área de contacto con el oxígeno. El segundo, aún en esa línea, es trasladar el líquido a un recipiente más pequeño. Por ejemplo, una media botella. Esto también contribuye a la disminución del área de oxidación. El tercero es evitar cambios bruscos de temperatura y exposición solar, pues ambos comprometen a la bebida. El cuarto es usar equipos que retiran el aire (bombas a vacío, como el “Vacu Vin Wine Saver”, por ejemplo). También hay elementos que crean una barrera entre el oxígeno y el vino mediante la adición de un gas (el gas argón es el mejor de todos) que es más pesado que el aire (Coravin es un excelente elemento que ha demostrado satisfacción a todos sus usuarios). La utilización de bombas al vacío y gases inertes no solo aumenta la longevidad del vino, que puede durar más de una semana si se toman todas las precauciones, sino que también mantiene mejor la frescura de la bebida (es decir, lo más parecido posible tanto en aromas y como en sabores, al momento en que se abrió).
Estos son los mejores medios para conservar una botella abierta. No duden en utilizar algunos de estos elementos que, de seguro, les serán muy útiles y, con ello, lograrán disfrutar más de sus vinos sin tener que terminar la botella.
Por último, si no consumen toda la botella, guárdenla bien fría y no duden en usar ese vino para sus platos en la cocina, que siempre le darán un rico sabor.
Apreciados lectores, ¡salud! y hasta el próximo sábado.