El renacer de la juventud en busca de UNA mejor educación

La sociedad ha sido sorprendida en las últimas semanas con serias irregularidades en la Universidad Nacional de Asunción (UNA). Familias completas de los decanos aparecen como funcionarios en las facultades; personas figuran como docentes, pero jamás entraron a dar clases, y una sede de Odontología en Santaní que nunca existió son solo algunas muestras de corrupción que manchan la reputación de la prestigiosa casa de estudios.

Es por eso que los universitarios decidieron ponerse la camiseta del #UNAnotecalles con el fin de que sus protestas sean escuchadas, levantar sus carteles en contra de la impunidad y poner fin a la corrupción. Miles de alumnos de las 12 facultades se unieron para solicitar lo que todos quieren: una mejor educación.

Estos jóvenes son la representación de la esperanza, el cambio y la resistencia porque, aunque ya pasaron casi dos semanas de aquel primer día, cuando los alumnos acorralaron a los decanos en el Rectorado, los estudiantes siguen firmes, con mayores convicciones y seguros de que están en el camino correcto. Ni el calor ni la lluvia bastaron para que se vayan todos a sus casas a descansar

Asimismo, los chicos que hoy tomaron el control del campus de la universidad se organizan de la mejor manera, dando un fuerte y claro ejemplo al resto de la sociedad. Unos cuantos se encargan de cocinar; otros, de patrullar los alrededores de cada facultad; algunos de revisar las pertenencias de las personas que entran y salen del recinto académico, así como también de controlar que no se introduzcan bebidas alcohólicas ni armas de fuego en la casa de estudios.

No cabe duda de que los estudiantes de la UNA tienen ideales que están dispuestos a cumplir, no les importa perder todo el año lectivo si hace falta. Los jóvenes desean ser parte del cambio y así dejar de mirar desde la ventana cómo las autoridades roban el dinero destinado a la educación.

Deciden abandonar los teclados, no plaguearse solamente en Facebook y salir a las calles a protestar, pues estos directivos sinvergüenzas les están arrebatando lo más importante para una persona: la educación. Y si hay algo que reconocer al exrector Froilán Peralta, es que hoy, gracias a él, miles de estudiantes están reclamando juntos una universidad sin corrupción.

Por Gonzalo Recalde (18 años)