Ojalá Cartes fuera Mujica

Los jóvenes de nuestro país no conocímos a ningún jefe de Estado que haya realizado una buena gestión y cumplido sus promesas electorales; por ello, no tenemos ni un solo buen recuerdo de todos los exgobernantes. Ojalá, algún día, el traspaso de mando en el Paraguay sea una fiesta como lo fue hace días en Uruguay, donde el pueblo satisfecho despidió con lágrimas a José Mujica, cuyo periodo presidencial acabó.

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En estos días recorrió por WhatsApp una cadena que afirmaba que si enviabas a 10 contactos la frase "Cartes te ama", al menos nueve de ellos te mandarían a "la China". Aseguraba que ni siquiera era necesario tener fe para que esto se cumpla. Más alla de una broma, podría ser un ejemplo acerca de cómo nos resulta normal que la mayoría de los paraguayos no queramos a nuestro presidente.

Por dar una comparación actual, el traspaso de mando en Uruguay fue una fiesta en la que se celebró la democracia y se notó la alegre participación del pueblo que se mostraba satisfecho con el trabajo del exjefe de Estado. No es el mismo caso en nuestro país, en donde nos ponemos contentos solo porque al fin se va el badulaque a quien teníamos como presidente.

En la plaza Independencia de Montevideo, ante una multitud, el nuevo mandatario Tabaré Vázquez, además de la banda presidencial, recibió un simbólico y sincero abrazo de Mujica. Los paraguayos, generalmente, ya estamos hartos del jefe de Estado a la mitad de su periodo, y ni soñamos que este y el nuevo se lleven bien; es más, nos parece normal que entre ellos ni siquiera exista una conversación después de la asunción, como fue el caso de Federico Franco y Fernando Lugo.

Según nuestra Constitución Nacional, no es obligatorio que el presidente sea el que realice el traspaso de mando, sin embargo, es un acto simbólico que se realiza en cualquier República del mundo y podría tomarse como muestra de madurez. En nuestro país, este gesto se dejó de lado desde la época de Juan Carlos Wasmosy, quien no podía ver ni en pintura a su sucesor Raúl Cubas Grau.

Parece que no importa a qué santo votemos, pues siempre nos saldrá pecador. Tuvimos a Lugo, quien respondía con risas a las preguntas de los periodistas sobre "sus hijos" y a Cartes, con sus célebres frases como: "Usen y abusen de Paraguay", dirijida a los empresarios brasileros.

Los jóvenes seguiremos con la tradición de elegir al candidato "menos peor", esperando que este, al menos, no sea tan malo como el anterior o soñando con tener algún día un presidente como Mujica, quien, seguramente, sí se ganaría nuestro respeto y estima.

Por Lía M. Barrios (19 años)

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