Efectos psicológicos

El aislamiento es el principal mecanismo de defensa que adopta un niño obeso para huir de las burlas y la discriminación que afronta a diario. La obesidad, además de los efectos físicos, también genera consecuencias psicológicas.

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La licenciada Andrea Pedrozo de Fernández, psicóloga, refiere que “la obesidad es una enfermedad integral que afecta todas las áreas de la vida. Puede tener consecuencias negativas sobre el desarrollo emocional de niños y adolescentes, ya que actualmente no está bien vista por la sociedad”.

–Además de los efectos físicos que la obesidad genera en la infancia, ¿también tiene consecuencias psicológicas?

–Puede generar, en especial en aquellos cuya personalidad aún se encuentra en formación, sentimientos de inferioridad, baja autoestima, inseguridad. Pueden sentirse rechazados y aislarse, además desarrollar actitudes antisociales o depresivas. El aislamiento social los lleva a mayor sedentarismo y a una ingesta superior de calorías, lo que agudiza el problema.

–¿Los efectos psicológicos no desaparecen de un día para otro, aun si el niño consiguió reducir su peso?

–Los efectos muchas veces los acompañan durante varios años o toda la vida, marcando etapas en ciclos vitales, sobre todo en la franja de la pubertad y adolescencia. Durante estos ciclos, los jóvenes dan mayor relevancia a la imagen, al cuerpo.

–¿Cómo podrá el niño focalizar sus cualidades positivas?

–Buscar que el niño o adolescente reconozca tanto sus fortalezas como sus debilidades, y que pueda a partir de ellas crecer en los aspectos que lo destacan. Reforzar estas características le permite sentirse seguro, a pesar de no cumplir con un estándar social del cuerpo o el peso perfecto. Reconocer sus propios logros y que estos no dependen de una imagen social.

–¿Cómo los padres podrán hablar con sus hijos sobre la importancia de no discriminar o burlarse del compañerito obeso?

–No debemos discriminar a nadie, ya sea por su condición física, por sus características raciales o por sus capacidades. Enfatizar sobre la capacidad de empatía de los niños –de ponerse en el lugar del otro– identificando cómo nos podemos sentir si hablan así de mí, si soy yo del que se están riendo.

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