Hermanas desde hace más de 100 abriles

Pese a los años –muchos realmente- y las enfermedades e impedimentos que ello implica, Victoriana y Estanislada Ramírez no dejan de bromear ni de sonreír. Comparten dos cosas en común: una misma casa y más de 100 abriles cumplidos.

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La tranquila ciudad de Escobar, departamento de Paraguarí, reconoció el tradicional “bomba jekapu” del pasado 13 de enero. No era para menos: la comunidad sabía que Victoriana Ramírez acumulaba un año más a su “hoja de vida” y en esa fecha cumplía nada más y nada menos que 110 años de edad.

Desde muy temprano, aquella mañana de martes, vecinos, amigos y familiares se acercaron hasta la casa de Victoriana, quien aguardaba con ansias la llegada de la “comitiva de festejo”. Y así fue: grupos religiosos -que incluso llegaron desde la capital- le cantaron serenatas por un cumpleaños más, al igual que los demás presentes.

Con violines, dos jóvenes pusieron ritmo al cumpleaños de Victoriana

 

Mientras todo esto acontecía, desde su cama Estanislada acompañaba con palmas y una gran sonrisa el “¡que los cumplas feliz!”. Ella también aguarda con alegría la llegada del próximo jueves 7 de mayo, ocasión en que cumplirá 101 años de vida.

Se podría decir que Victoriana y Estanislada son hijas de la ciudad de Escobar. De los siete hermanos nacidos en este distrito (tres varones y cuatro mujeres), solo ellas viven actualmente. Su padre, don Ramírez, era un viejo conocedor de mecánica que trabajó hasta sus últimos días en la estación del tren de la ciudad de Sapucái, hoy convertida en museo.

Nacidas en 1905 y 1914, respectivamente, ambas son parte de aquella generación de personas que vio el lento transformar de la ciudad y de su población. Incluso, son testigos de las luces y sombras de un país que atravesó guerras civiles, una contienda contra Bolivia y un gobierno dictatorial y su respectiva transición a la democracia.

Victoriana, a lo largo de su vida, pudo criar por sí sola a dos hijos, quienes le dieron varios nietos. Desafortunadamente, ambos fallecieron ya hace varios años. Ella sigue lúcida y alegre, aunque tiene problemas de audición. En el caso de Estanislada, nunca tuvo hijos y desde hace años está postrada en cama por una caída sufrida que la dejó con problemas a la altura de la cadera.

Estanislada recibió en su habitación a los invitados

Felisa Maidana Vda. de Ramírez es nuera de Victoriana y quien la cuida desde hace muchos años. Contó que para atender a ambas hermanas longevas tuvieron que llevarlas a una misma casa, donde reciben todas las atenciones necesarias, pese a que son de escasos recursos. Relató que ambas hermanas mantienen una excelente relación, que hacen bromas y comparten el tradicional “naco” (cigarro hecho con hojas de tabaco) y vino, el cual fuman de vez en cuando, más como distracción que como vicio.

Para Felicia es una bendición ver a ambas mujeres lúcidas a pesar de tan avanzada edad. En una ocasión le preguntó a Estanislada cuál era el secreto para vivir tanto tiempo, a lo que le respondió: “Nos alimentábamos bien”.

Según la mujer de 100 años de edad, de muy pequeñas acostumbraban a desayunar leche de vaca o de cabra pura, endulzada con canela y acompañada de chipa o mazorca tostada a la brasa. “Comían todo lo natural, la comida de antes, el ‘vori vori’, locro, poroto, polenta con carne, sopa, albóndiga... No comían casi nada con fideo y arroz, casi todo era con harina de maíz. Frituras no quieren hasta ahora”, relata Felisa.

Una de las debilidades de ambas hermanas es el vino. “Les encanta, pero no se emborrachan, solo toman unos traguitos”, aseguró.

Victoriana y Estanislada cobran desde hace dos años el subsidio por la tercera edad, tras intensas gestiones por parte de sus parientes, pues ambas carecían de cédula de identidad. El dinero les sirve para cubrir apenas los gastos básicos de la casa y los medicamentos.

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