Niños sedientos de amor

“Prácticamente tenemos que reconstruir un niño nuevo”, expresó Natalia Velázquez, directora del hogar El Abrigo. Allí acogen a pequeños rescatados de terribles realidades, como abandono, abusos y familias destruidas.

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Niños maltratados, violados y abandonados constituyen una realidad que se ve a la vuelta de la esquina o se proyecta en cada noticiero; sin embargo, la historia que hay detrás de cada menor es mucho más vidriosa y compleja cuando se observa desde cada fragmento que completa esa realidad.

Según el informe de la Dirección de Protección Especial (Diproe), en 2017 se contabilizaron 1.388 niños que ingresaron al cuidado alternativo fiscalizado por el Estado. Los números más altos hacen referencia a niños, niñas y adolescentes (NNA) que llegaron hasta esta situación por abandono (296) y violencia física o intrafamiliar (188).

Los demás provienen de otras trágicas realidades como el fallecimiento de uno o ambos padres, abuso sexual, padre o madre en prisión, además de varios otros factores. Estos menores fueron recibidos en hogares de abrigo y otros pocos bajo el amparo de familias acogedoras.

“Cada chico llega con múltiples problemas en la parte emocional; ellos vienen muchas veces sin saber nada, tienen una casa de 3x3, si es que tienen. No saben usar el baño, nunca tuvieron un lugar para hacer la tarea. Vienen con todo el cúmulo de lo que experimentaron, de maltrato, abuso, violación. La mayoría de las veces es el maltrato, porque ellos son enviados a la calle”, comenta Gerardo Ferreira, trabajador social del hogar El Abrigo, sobre las circunstancias que derivaron en la necesidad de que terceros se hagan cargo de los menores.

La Secretaría de la Niñez y de la Adolescencia cuenta una Dirección de Protección Especial (Diproe), que trabaja en un sistema que busca resguardar a los niños en situación de vulnerabilidad. Esta, a su vez, se divide en dos áreas para la fiscalización tanto de los hogares de abrigo como del acogimiento familiar.

El programa consiste en familias solidarias que voluntariamente albergan y cuidan a un niño o adolescente durante un tiempo transitorio, por situaciones como maltrato o abandono de su familia biológica. El NNA queda bajo la protección de estas personas, previa medida otorgada por el juez competente, solo mientras dure el proceso judicial para definir su destino.

Finalmente el juzgado decidirá si el menor será reinsertado a su familia biológica —ya sea la nuclear o ampliada— o declarado en estado de adopción. La idea es que el niño se sienta protegido por el calor de un hogar y el proceso de separación temporal sea menos traumático, mientras se lleven a cabo los trámites judiciales.

Sin embargo, en Paraguay solo hay 31 y la mayoría de los niños que ingresan a este programa tienen entre 0 y 3 años de edad. Felicina Meza, de la Diproe, indicó que lo ideal es que todos los menores vayan a un hogar con padres acogedores, pero no hay la cantidad requerida, por lo que refirió que los hogares de abrigo “son un mal necesario”; de lo contrario, no existiría a dónde llevar a muchos niños.

Para ser parte del programa de padres acogedores es necesario acercarse a la oficina de la Diproe, donde también funciona el Centro de Adopciones, ubicada sobre la calle Padre Cardozo 791, esquina Defensa Nacional, Asunción.

"Las familias interesadas en formar parte del programa pueden llamar a la Diproe al teléfono (021) 207 164 o anotarse en la página de la SNNA a fin de que el equipo técnico de la Diproe pueda evaluarlas. Posteriormente deberán llenar los requisitos documentales como antecedentes policiales y judiciales", explicó la encargada de este sector, Dora Vázquez.

A su vez, la psicóloga de la Diproe, Noemí Bogado, opina que estas familias requieren una mejor preparación mental y emocional, porque deben dar a los niños el apoyo necesario y los elementos para que después puedan reinsertarse en su entorno biológico.

Por su parte, Gerardo Ferreira, del hogar El Abrigo, señala la necesidad de ser conscientes de lo que implica esa responsabilidad. “A veces va un chico un mes y todo el mundo le quiere, pero cuando va un año significa que ya tiene que cumplir con sus responsabilidades y es entonces cuando empieza a haber problemas con el relacionamiento; eso hace que no sea tan fácil como parecía. Muchas veces la misma familia reconoce que no está preparada”, refiere.

“Lo ideal sería que el chico pueda estar dentro de una familia y que esa familia pueda brindarle todo, pero no que el chico vaya a ser como un ‘criadito’ a hacer los quehaceres de la casa, sino que sea parte de la familia. Pero eso es lo que yo veo difícil. Se tiene que trabajar muy bien con la familia y explicarle la situación”, agrega.

Según el sistema de la Secretaría de la Niñez y la Adolescencia, solo en el último de los casos vía orden judicial se debe recurrir a un hogar de abrigo. En 2009, la Diproe dispuso el cierre de su hogar institucional con el objetivo de cambiar los hogares de esta naturaleza por los residenciales, es decir, que haya menos niños, solo ocho en cada sitio de abrigo.

En ese sentido, Natalia Velázquez, directora del hogar El Abrigo, sostuvo que, si bien tratan de cumplir con esa adaptación, hay varias limitaciones, como las instalaciones, además de la poca cantidad de funcionarios. “Es difícil que haya una persona por ocho niños las 24 horas”, afirma.

“Nosotros buscamos que se sientan como en una familia, les acompañamos a la despensa para que sepan lo que es comprar y lo que significa un vuelto; les festejamos sus cumpleaños. Nos sentamos a hablar con ellos y cuentan sus historias que ni a los psicólogos quieren contar. Muchos de ellos te dicen 'mamá' porque están acá desde que son pequeños. Hacemos muchos esfuerzos que normalmente la gente no ve”, añade.

Por su parte, Felicina Meza, de la Diproe, reconoce que si bien hay un gran esmero de los hogares por cambiar su enfoque, existen varias barreras, como las ya mencionadas. Además, es necesario tener en cuenta que Paraguay tiene 57 hogares de abrigo, de los cuales el 93% son privados, es decir, de organizaciones no gubernamentales.

Por ejemplo, en el caso del hogar El Abrigo, la solvencia económica proviene de 27 iglesias menonitas, que en su mayoría se encuentran en el Chaco, sin ninguna intervención del Estado. Además cuentan con la colaboración de empresas privadas, las cuales forman parte de un programa de padrinazgo.

Una de las indicaciones de la Diproe consiste en que los niños mantengan el vínculo con sus familias biológicas a pesar de encontrarse en cuidado alternativo. “Nosotros tenemos un sistema de que cada 15 días pueden venir y llevarle, pero muchos no pueden venir por el tema económico, porque algunos no tienen ni para su pasaje”, comentó Gerardo Ferreira.

"Generalmente, nosotros hacemos una visita a la familia, vemos si hay posibilidad. Creo que la nueva temática de la Diproe quiere que ese vínculo se haga, nosotros vemos su realidad, hablamos con la defensora, si le podemos o no llevar. Ellos quieren verle a sus familiares, no importa si han sido maltratado o abusados, ellos quieren relacionarse con ellos”, aclara.

Ferreira recalca que pesar de que el tiempo en que se hace ese vínculo es corto, es de gran ayuda para el niño en el aspecto emocional. Sin embargo, no todo es color de rosa en ese contexto.

Reflexionó que el principal inconveniente es que la mayoría de las familias están involucradas en el microtráfico. “Hay algunos que estuvieron tres o cuatro años en la cárcel. Me duele, porque al chico le duele. ¿Ustedes saben lo que causa en ellos una intervención policial? Hasta ahora tengo problemas con un chico por eso; justamente nos fuimos esta semana a su casa y le costó bastante porque esa experiencia fue la más negativa de su vida. Le llevamos también a ver a su madre a la cárcel”, menciona con la voz entrecortada.

Al hogar El Abrigo van todo tipo de niños, incluso hermanitos, a quienes buscan dar una atención integral con médicos, odontólogos y psicólogos, además de hacer que asistan a la escuela.

La directora de la institución expresó que el proceso es muy complejo, porque se trabaja con pequeños mundos, no solo se trata de cierto número de personas.

“Prácticamente tenés que reconstruir un niño de cero, enseñarles todo y tratar de que vayan mejorando”, enfatiza. “Lo que más nos duele es que muchas veces uno trabaja tanto con un chico que ya parecía que iba a ser algo de la vida y sale y se va a hacer de caballo loco y va a la cárcel; o una niña que está resguardada y va a la calle y se prostituye, eso es lo que a veces te frustra”, aseveró por su parte Gerardo Ferreira.

“Lo lindo que podés sentir es que siempre podés ayudar a alguien, una orientación, que vos podés decirle a una mamá 'esto es posible si hacés algo mejor'. En el caso de los chicos también hay gente que sale adelante, una se recibió hace poco de contadora, por ejemplo. Eso es lo que motiva”, relata.

 

De todos estos niños que a veces pasan más de cinco años bajo el cuidado alternativo, algunos son declarados ya en estado de adopción. Allí empieza toda otra etapa, de la cual se encarga el Centro de Adopciones.

Cuando un NNA pasa a esa situación se reúne el consejo para revisar los postulantes que presentaron toda la documentación y pasaron las evaluaciones correspondientes, para ver si alguno puede ser la nueva familia del niño. La pareja normalmente debe acudir a consultas psicológicas y recibir una visita socioambiental de un trabajador social para ver cómo es el hogar. Todo este proceso es gratuito para los postulantes.

Una persona individual puede presentarse a partir de los 25 años y un matrimonio hasta los 50 años de edad. Si uno de ellos pasó los 50 y el otro todavía no, puede presentarse igual, porque le habilita el cónyuge menor.

Luis Valiente, director del Centro de Adopciones, explica que existen menores con prioridad de adopción, muchos de los cuales tienen entre nueve y 16 años; algunos son hermanos y en lo posible se busca no separarlos, a menos que haya una resolución del juzgado que indique lo contrario.

De manera más clara, los niños que las parejas prefieren adoptar son los menores de tres años. Los más grandes, que en algunos casos tienen algunos trastornos o afecciones, como el VIH, no se encuentran entre las preferencias de las parejas, por decirlo de algún modo. Hay como 20 NNA en esta situación hasta la fecha. En estos casos, señala Valiente, para quienes quieren adoptar a un menor con estas características, las gestiones demoran menos tiempo.

En lo que respecta a cuánto tiempo normalmente dura el proceso de adopción de un NNA, el titular de la dependencia indica que cada caso tiene una extensión diferente y a veces se demora de acuerdo a lo que pretende la familia; es decir, si tiene una preferencia por cierto rango de edad o sexo y el niño que está ya en declaración de estabilidad no cumple con esos requisitos, se pasa a la siguiente en la lista. En general, solicitó paciencia a los postulantes.

Luego de que sea efectiva la adopción, esta entidad se encarga de realizar un monitoreo de tres años para determinar si la adaptación fue efectiva y el relacionamiento resultó.

 

El Centro de Adopciones también se debe encargar de ayudar a las personas a fin de que no abandonen a sus hijos. “Si hay una madre desesperada y no sabe qué hacer con su bebé, que no lo abandone ni se lo entregue a cualquier familia; que se acerque a nosotros y veremos cómo ayudarla”, especifica Valiente.

Felicina, de la Diproe, reconoce algunos puntos que todavía requieren ser mejorados, como la asistencia inmediata para sacar a los niños de la exposición y la lentitud de las resoluciones judiciales.

Comentó que en la primera instancia, cuando hay una denuncia de estado de vulnerabilidad, a veces no hay a dónde llevar al niño para apartarlo de la situación de peligro. “Falta mejorar esa parte del sistema”, reflexiona.

Además, existen muchas demoras en el área judicial, puesto que desde un juzgado debe venir la disposición de a dónde debe ser llevado el niño, una vez apartado de su familia, la decisión de si puede regresar o ir bajo el cuidado de su familia ampliada y, finalmente, la resolución del 'estado de estabilidad', es decir, que puedan ser adoptados.

Según el director del Centro de Adopciones, Luis Valiente, hasta la fecha de la entrevista tenían 30 recomendaciones para declararlos en estado de adopción, a la espera de una respuesta judicial.

Entretanto, para los encargados de El Abrigo, falta un órgano que se encargue del acompañamiento y la recuperación de la familia de los menores. “Hay chicos que están hace tres años con nosotros y vamos y siguen de la misma forma, eso es lo más duro, no es que se trabaja con la familia, no hay otra organización que ayude. Generalmente, es el tema económico, porque ya por esa pobreza quedaron así. El tema es económico y falta de educación”, agrega Ferreira.

El trabajador social aclara que la decisión de no recibir más niños es porque no ven ese “apoyo” por parte del Estado en esas otras áreas. Básicamente, esta problemática de niños en situación de vulnerabilidad viene de déficits sociales más complejos como la falta de trabajo, rehabilitación de drogadictos, educación sexual, garantías en la salud y tratamiento psicológico para las familias de escasos recursos.

Destaca que por cada niño que se retira del cuidado de su familia biológica, hay otros cinco hermanitos que se quedan en esa situación de pobreza y maltrato a sufrir las consecuencias.

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