Segunda parte de fragmentos de cartas de Santo paraguayo

La comunidad monástica San José de Santa María de Fe, departamento de Misiones prepara así el recordatorio del martirio del primer santo paraguayo, Roque González de Santa Cruz, quien fue martirizado por los indígenas el 15 de noviembre de 1628, en Ka'aro, Brasil.

En la nota señala que del tiempo en que fue sacerdote secular, infelizmente no nos llegan escritos de su vida espiritual. No obstante, prosigue la nota, los testimonios escritos y declaraciones juradas para la causa de su canonización, en 1629-1632, por quienes lo conocieron personalmente en este periodo de su vida.

De su testimonio como misionero diocesano entre los indígenas del Mbaracayú se extrae lo siguiente: “Siendo clérigo, salió de la dicha ciudad de la Asunción, a los pueblos de indios a visitarlos y adoctrinarlos en tiempo que no tenía doctrinas, y hizo (sic) mucho fruto en ellos”. Fray Luis de Bolaños.

“Primero se ocupó en la conversión y predicación evangélica de los indios naturales de la provincia del río arriba del Paraguay”, testimonia de Cristóbal Gallego.

“Se ordenó sacerdote y luego se ocupó de la enseñanza de la doctrina cristiana en la provincia de Mbaracayú, donde fue tan amado, querido y estimado de los naturales de aquella provincia, cuanto les era agradable su vida, ejemplo y buena doctrina y predicación evangélica que lo recibieron con mucha aceptación”, dice Simón Meza.

Por su parte, García de Cespedez señala que apenas se ordenó sacerdote y luego subió a la provincia del río arriba del Paraguay, a predicar y enseñar el Santo Evangelio en la provincia de Mbaracayú, adonde estuvo algún tiempo, convirtiendo a aquellos indios a nuestra santa fe, y ocupándose en obras de caridad entre ellos, que le amaban tanto que hasta hoy día vive en ellos la memoria de dicho padre”.

También, el Monasterio San José de la diócesis de San Juan Bautista de las Misiones dio a conocer testimonios de la vida de San Roque González de Santa Cruz siendo párroco de la Catedral de Asunción.

“Después fue cura de la Catedral de Asunción, donde asimismo perseveró tanto en la virtud y buen ejemplo que no solo todo el pueblo le tenían afecto y respetaba por varón justo y virtuoso, sino que los señores obispos y jueces eclesiásticos viendo su irreprensible vida le tenían fe, respetaban y acataban como tal”, señala en su testimonio Gabriel Insaurralde.

La difusión de cartas y testimonios tiene por objetivo preparar los corazones para recordar el martirio del primer Santo paraguayo.