Cargando...
Como seres humanos tenemos urgentes retos que abordar de manera colectiva, en el ámbito ambiental. Son tres las mayores emergencias en las que podemos enfocar nuestros esfuerzos: el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad y la contaminación ambiental. De la atención a estas emergencias dependerá nuestra supervivencia o no en el planeta.
La pandemia, que agravó la situación mundial en todos los ámbitos, nos hizo reflexionar, aún más, en el urgente desafío de proteger el planeta. Por ejemplo, estudios científicos se están realizando para determinar cómo el cambio climático afecta la dispersión de enfermedades y cómo el cuerpo humano se adapta a diferentes condiciones climáticas. A ello, se debe sumar el interés en conocer el efecto de la pérdida de la biodiversidad en la aparición de enfermedades, muchas de las cuales se transfieren desde los animales hacia los humanos.
En medio de esta situación ambiental y sanitaria, en la conmemoración del Día del Medio Ambiente, el 5 de junio, se realiza el lanzamiento oficial del Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de Ecosistemas 2021-2030, liderado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Una década puede parecer mucho tiempo, pero los científicos consideran que estos próximos diez años serán cruciales en la lucha para evitar el cambio climático y la pérdida de millones de especies.
En la estrategia preparada para el Decenio, se establecen varias acciones con el fin de promover una generación de restauración. Uno de los primeros desafíos será impulsar un movimiento mundial que tenga como objetivo detener y revertir la destrucción y degradación de miles de millones de hectáreas de ecosistemas. Es una tarea abrumadora, que se complica aún más por la diversidad de ecosistemas y las amenazas a las que se enfrentan: desde bosques afectados por incendios forestales, hasta suelos agrícolas tan erosionados que sólo pueden ofrecer unos pocos años más de cosechas.
Trabajar para aumentar la inversión en restauración será otro desafío. Los gobiernos, los prestamistas internacionales, las agencias de desarrollo, el sector privado y las personas deberán incrementar su apoyo, si se pretenden resultados.
Se deberán establecer incentivos adecuados. A largo plazo, los ecosistemas sanos pueden producir cosechas más abundantes, ingresos más seguros y un medio ambiente más saludable; pero cuidar la naturaleza también puede significar renunciar a algunos de los beneficios económicos de las prácticas menos sostenibles.
El Decenio animará a los países a dar pasos al frente, y cambiar el comportamiento de sus poblaciones, para identificar y fomentar un estilo de consumo que favorezca el medio ambiente y su restauración.
Se tendrá que invertir más en investigación, porque a medida que cambia el clima, surgen nuevas incertidumbres. La comprensión científica de cómo restaurar y adaptar los ecosistemas aún se está desarrollando y se necesitan inversiones considerables para identificar las mejores prácticas de restauración.
Finalmente, se tendrá que trabajar para levantar a la próxima generación. Esto será clave. Los jóvenes y las generaciones futuras son los más afectados por la rápida destrucción actual de los ecosistemas, pero también son los que más se beneficiarán de una economía de restauración. La estrategia del Decenio vincula el bienestar de la juventud y los objetivos de la restauración. La educación en este tema, pretende convertir a los niños de hoy en embajadores de los ecosistemas.
Lograr estos objetivos enmarcados en el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de Ecosistemas 2021-2030, nos permitirá fortalecer la esperanza de restaurar nuestro planeta, una tarea urgente.
Jorge Meza Robayo
Representante de la FAO en Paraguay