Voto anti, voto castigo

Las últimas Primarias Abiertas, Simultáneas y obligatorias (PASO) en Argentina fueron para el “infarto”. Aunque se trata de una interna de partidos o movimientos para elegir o ratificar a los candidatos con miras a las elecciones legislativas de medio término fijadas para noviembre, en términos prácticos sirve de sondeo o una gran encuesta.

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Ésa es la ventaja que da cuando los comicios son abiertos.

La verdad: pensé que ganaban los oficialistas. Pero no. No fue así.

Ni oposición, ni oficialismo esperaban esos resultados. Estrepitosa caída para el segundo. En sus mismos reductos, en el caso del kirchnerismo bajo la bandera de la actual vicepresidente y exgobernante Cristina Fernández. Quién lo diría. Está en el poder.

Aunque también hay otra gran verdad. Los números favorecieron al movimiento opositor no precisamente porque son la gran opción.

Ya sufrieron el golpazo del “voto anti”.

Basta con recordar que la derrota del 2019 -primarias para las presidenciales- fue peor para el grupo liderado por el entonces presidente Mauricio Macri.

Esta vez ganó la voz ciudadana, que expresó en las urnas su hartazgo, del modelo que empobrece y somete. Por el hambre y la falta de trabajo.

Contra la altisonancia y la prepotencia.

Esa es la Argentina digna de imitar.

Por cierto, esas dos palabras utilizadas por el mismo Alberto Fernández, en plena crisis con su vice, describen a cuerpo entero a quienes ambicionan mantenerse en el poder con fines de impunidad. No importa si son de izquierda o de derecha.

Al menos el 42% de la población argentina -el país tiene unos 45 millones de habitantes- vive en la pobreza, y otros tantos en la pobreza extrema.

El país está en recesión desde 2018. La inflación (32% según últimos registros), es una de las más altas del mundo, solo superada por la de Venezuela. El desempleo trepó hasta agosto pasado a 10%.

Victoria del voto anti. ¡Qué belleza el poder ciudadano!

Fue un voto castigo a la forma de gobierno de Alberto Fernández, liderado por Kirchner.

Dos cabezas. Puja permanente de quién tiene más poder, quién sume a quién, según sus intereses.

Uno tiene la lapicera, ocupa el sillón y la casa presidencial, pero la otra ejerce el poder real.

Argentina sufre por tener un presidente electo, y un presidente de facto.

Paraguay, también.

viviana@abc.com.py

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