De luto

Paraguay está de luto… pero por el fallecimiento de la moral y por una justicia cada vez más prostituida: estamos aprendiendo a reemplazar el honor con el horror.

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El Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados (JEM), la institución que en el 2017 nos confirmó que el sistema judicial era una cloaca, vomitó un pronunciamiento fúnebre con el que arrodillaron a TODOS sus miembros. De un plumazo volvieron a crucificar a todas las víctimas de los famosos audios del 2017. Ministros de la Corte, camaristas, jueces, fiscales y ciudadanía desfilaron en aquellas voces que con la palabra “partner” cocinaban los expedientes en Fiscalía y en el Poder Judicial.

Todos recordamos cómo agredían con violencia sexual verbal a juezas para que “aprendieran” y dejaran de ser unas “mierdas”. El jueves de noche, de un golpe en el vuelo y remate en el suelo, volvieron a aplastar a todos aquellos que ya antes fueron triturados. Fue otra humillación exitosa emprendida desde el máximo órgano encargado de la conducta proba de quienes conforman la administración de la justicia en el Paraguay.

Responsabilizaron al senador Fernando Silva Facetti (PLRA) como el autor de arrastrar tras de sí a ministros de la Corte, senadores, diputados y abogados. El liberal emuló al monarca francés Luis XIV a quien se atribuye aquella despótica frase: “El Estado soy yo”. El abogado habrá pensado “El JEM soy yo” y hundieron en el estiércol la institucionalidad.

Entre el 2008 y 2009 nos tocó trabajar en una de las primeras investigaciones internacionales sobre el tráfico de cigarrillos en Paraguay. Un recorrido por Alto Paraná y parte de Amambay nos permitió ser testigos de cómo arrancaban los allanamientos de los competidores tabacaleros de Cartes: decían perseguir la falsificación y la adulteración. Uno de los abogados contratados por Tabesa para acompañar algunos de esos operativos era Silva Facetti.

Han pasado cuanto menos unos 13 años y en tantas oportunidades el senador ha parecido actuar obedeciendo más órdenes de patrones que de instituciones. El jueves a la noche operó exactamente igual; lo que es aceptable para políticos cartistas quedó deplorable en una de las instituciones con más descrédito del Paraguay. Si Silva Facetti quería quedar bien con alguien, nadie le hubiera reclamado que pague hasta un suplemento fúnebre para honrar a quién él, personalmente, quisiera inmortalizar. Pero no: su aviso fúnebre en redes sociales nos hizo pagar a todo el Paraguay.

Ya lo dijo Santos Discépolo hace 87 años: “Siglo veinte cambalache, problemático y febril, el que no llora no mama y el que no afana es un gil. ¡Dale nomás! ¡Dale que va! ¡Que allá en el horno se van a encontrar!”.

mabel@abc.com.py

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