Protección a los indígenas

El Alto Paraguay se caracteriza por ser un extenso territorio (82.349 km²) de mucha vegetación natural y de escasa población. De hecho, solo existen 4 distritos, por lo que la zona es una región más que ideal para la práctica de hechos delictivos a gran escala. Prueba de ello es que varios lugares fungen de establecimientos ganaderos, pero en realidad sirven como lugares de acopio de drogas provenientes de otros países.

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A esto se le suma el escaso o nulo control de parte de las autoridades, atendiendo precisamente a la carencia de recursos humanos y de infraestructura para realizar los controles. Las comisarías casi no cuentan con patrulleras o, si las tienen, están sobre tacos de madera, sin ser arregladas por falta de rubros.

En este complicado panorama se presenta ahora este tema de paso de vehículos desde nuestro país para territorio boliviano. El transporte se realiza utilizando una propiedad indígena de los Ishir, para luego alzarlos en improvisadas y pequeñas embarcaciones, y así cruzar la delgada frontera.

Mateo Zeballo, líder indígena de los Ishir, denunció precisamente la invasión de sus tierras ancestrales por personas que estarían detrás de estas operaciones. El nativo además tuvo la valentía y el coraje de presentar las evidencias como fotografías y videos, de la manera de cómo se realizan estos pasos de vehículos.

Lo grave de toda esta denuncia es que los pasos de estos vehículos se estarían realizando frente a las narices de los uniformados de la Marina, atendiendo que en el puerto donde se alzan las camionetas existe una base de la Armada paraguaya.

Lo peor de todo es que, hasta la fecha, ninguna autoridad se comunicó con el nativo para brindarle apoyo, o para iniciar alguna investigación sobre el delicado tema, razón por la cual el indígena teme por su seguridad y la de su familia.

El Estado paraguayo debería brindar mayor protección a los habitantes del país, y de una forma preferente a las poblaciones nativas, atendiendo lo que ellos representan para toda nuestra nación. El coraje de Mateo debería ser emulado por nuestros gobernantes y así brindar seguridad a los pueblos originarios.

Si alguna vez nuestros padres y abuelos ofrendaron sus vidas, para legarnos este territorio chaqueño ante la invasión extranjera, no fue precisamente para que nuestros gobernantes lo dejen en el olvido y a merced de grupos marginales, sino para que nuestra bella tricolor siga flameando como símbolo del Paraguay en esta parte del Chaco. Es hora entonces de que el Estado marque presencia, dotando a la región de “protección y seguridad”.

calmiron@abc.com.py

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