Reculada a la soberbia

Una verdadera “reculada” de la soberbia fue el “desnombramiento” en la EBY del hermano del senador cartista Hernán Rivas, Alexis. Según trascendió, el joven fue desvinculado luego de una lluvia de críticas de diferentes sectores, hartos de tanto manejo caprichoso de quienes administran el país.

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Deja al descubierto soberbia, o que este senador vive en un termo, al permitir el nombramiento de un familiar cercano en un cargo apetecible por otros colegas políticos, sumando un motivo más de crítica en medio de un tembladeral en el que está metido con los cuestionamientos a su famoso título de abogado.

Ahora bien, no es ninguna novedad que la EBY fue, es y sigue siendo el contenedor donde “ubicar” a familiares, aliados políticos, amantes de todos los signos. Así como otras instituciones del Estado, cumple el papel de “premio consuelo” para aquellos amigos que en las elecciones no “ligaron” cargos, y puedan atenuar sus penas con un salario ajeno y lejano al común de los mortales.

Esta situación difícilmente vaya a cambiar, porque en el inconsciente colectivo está instalada la idea de que el poder político, del color que fuere, al llegar al poder tiene derechos adquiridos sobre la cosa pública, y puede disponer de ella a gusto y placer. El punto, entonces, radica en estar en el “equipo” correcto, en el momento oportuno.

Acaso lo más lamentable de todo este asunto es que mientras un profesional médico, un docente, que se quemó las pestañas seis u ocho años para acceder a la función, apenas si tiene un salario que no llega a la mitad del que menos gana en esos cargos de favor.

Mientras unos trabajan duro salvando vidas, formando a los futuros ciudadanos de este país, los otros se pasan alegremente rascándose el lugar donde no les llega el sol, sin provecho para nadie más que ellos mismos.

Esto ocurre porque en nuestro país –como en muchos otros con democracia de fachada– el acceso al poder político se sustenta en un modelo clientelista donde las instituciones públicas (EBY, Itaipú y otras) son las cajas proveedoras del “vale” para comprar lealtades y adhesiones partidarias.

Aún con esta realidad de hierro, algún gobernante con un mínimo sentido de patriotismo debería tener el coraje y la creatividad para encarar con un enfoque distinto esta injusta y enojosa situación, y si no puede desprenderse del lastre de su clientela, por lo menos que los mande a cumplir alguna tarea útil a la sociedad.

jaroa@abc.com.py

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