Y mientras tanto… ¿por aquí en qué andamos?

Terminando la semana pasada, en un ameno y también desafiante espacio radial, uno de los periodistas le preguntó al otro “¿De lo acontecido durante los últimos días aquí o afuera, con qué te quedarías como el hito semanal?”, a lo que el aludido respondió sin dudar “con la inauguración del edificio de Google en San Salvador, ese edificio parece del siglo 23″. La respuesta pareció no agradar al primero, porque -así sus palabras- “nada que venga de la mano de un dictador puede ser siquiera considerado”.

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Volviendo a las expresiones del admirador de Bukele, continuó diciendo Esto es espectacular, en relación al edificio ultramoderno inaugurado. Desde el mismo, funcionará la sede de Google en ese país, estando previstas entre sus operaciones iniciales la modernización y digitalización de varios servicios públicos, con énfasis en la salud. El gigantesco trabajo se realiza con el presupuesto aprobado durante el actual gobierno, el cual ha demostrado al mundo una visión de futuro increíble, que también parecería contar con algunas posiciones en contrario.

Hasta hace solo un par de años, poco y nada sabíamos de El Salvador, un país centroamericano de poco más de 21 mil kilómetros cuadrados, lo que equivale a aproximadamente el 5% de la superficie del Paraguay. Por otro lado, con una población de casi 6,5 millones, es el más densamente poblado del continente. Su historia es similar a muchas repúblicas centroamericanas, décadas de dictadura, aperturas democráticas que terminan en enorme corrupción y dos partidos eternizados en el Poder. ¿Muchas coincidencias verdad?

En ese momento aparece el señor Bukele, salvadoreño de nacimiento de origen palestino, para imponer a través de elecciones democráticas y avaladas por los organismos internacionales un nuevo orden en su país a través de su partido, que se llama justamente “Nuevas Ideas”. Siendo un tercero en la cancha, gana por absoluta mayoría las elecciones y asume en el 2019, contando todavía a la fecha con la preferencia de la mayor parte de sus compatriotas.

Quizás, entre lo poco o casi nada que sabíamos de este pequeño país hace un par de años, estaba la existencia de las “maras”, grupos mafiosos que manejaban el tráfico de drogas, armas y otros que crecieron en forma exponencial en los últimos 30 años en El Salvador. La enorme corrupción permitió que superasen a las fuerzas públicas, al punto de crear una sensación de permanente indefensión en el ciudadano. A Bukele no le tembló la mano para hacer cumplir una de sus promesas electorales, y en un par de enormes operativos militares en colaboración con la policía, desarticuló las pandillas llevando a las cárceles a más de 30 mil personas.

Es posible que un procedimiento de tal envergadura haya producido algunos “daños colaterales”, esto puede suceder y de hecho ocurre cuando se moviliza semejante cantidad de gente para cualquier clase de operativo, y más cuando se consideran los aspectos de éste en particular. Pero, al margen de ello, la manera en que se procedió, y el tratamiento posterior -incluida ley especial para el régimen penitenciario- tuvieron eco favorable en la mayor parte del mundo. Y el mayor beneficiado, en este caso el pueblo salvadoreño, aplaudió de pie estas medidas.

Bukele y su gobierno no se limitaron a esto, en 4 años disminuyeron el aparato estatal, sanearon las fuerzas públicas, hicieron más eficientes los servicios de salud y existen además decenas de planes en ejecución llevados adelante desde el gobierno, muchos de ellos en alianza con empresas privadas. Como un broche de oro, pero lejos de ser la mayor ni última perla de su mandato, consiguieron organizar en su país la elección de Miss Universo en el 2023, poniendo en vidriera toda la belleza natural que tienen para ofrecer, como así también el marco de legalidad y seguridad existentes.

Viendo todo esto y analizándolo a la luz de la realidad que está viviendo América Latina, parecería que existen muchas más cosas que copiar antes que intentar desmerecer “porque vienen de la mano de un Dictador”, al decir del periodista. Este partido nuevo, encabezado por un outsider carismático y firme, genera una aceptación genuina tal que incluso estaría permitiendo una enmienda constitucional obtenida sobre la base de promesas electorales cumplidas, que harán posible su reelección en los próximos comicios. Solamente nos resta preguntarnos, mientras el fenómeno Bukele es objeto de estudio en el mundo entero: ¿Y aquí en casa, en qué andamos?

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