Fútbol del interior, la rara mezcla de lo amateur y la pasión

La pasión, el fanatismo y las situaciones cotidianas, sin dudas, forman parte del considerado deporte rey. En el interior del país, un encuentro de fútbol tiene sus peculiaridades y, a la vez, ocurren cosas que no se ven habitualmente en otros lares.

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El fútbol es un deporte que mueve multitudes y, por más que las reglas sean iguales, en cada parte del mundo se vive distinto. En nuestro país, se puede evidenciar claramente la diferencia, ya que no son lo mismo los torneos de élite que los eventos que se juegan en tierra adentro.

Las señoras que asisten a ver estos partidos son las más fanáticas de sus equipos y de sus jugadores, mucho más si uno de sus hijos forma parte del club de barrio. Gritar es poco cuando de apoyar se trata y, en un descuido, los alientos se trasforman en desafíos verbales con un toque de vulgaridad.

Los jugadores son esenciales en este deporte y cada uno tiene su peculiaridad. Lo lindo del interior es que, casi siempre, los futbolistas juegan por amor a la camiseta y son hinchas de los equipos donde se encuentran. Sin embargo, también están los que, en partidos importantes, se venden por un 100 mil’i o por un cajón de cerveza.

Los dirigentes de los clubes también son un caso aparte. Estos pseudoadministradores suelen ser gente que nunca en su vida supo dirigir algo, pero ya que un equipo necesita de líderes, estos “empresarios” asumen dicho rol.

El fútbol es el deporte rey y mueve a mucha gente. En el interior, las cosas suelen ser más difíciles, pero esto no es un impedimento y eso lo demuestran esas personas que acuden a ver los partidos, haciendo gala de su fanatismo sin importar nada.

Por Joaquín Tandé (18 años)

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