Si el cerrista deja de tirar mala onda, la copa internacional ya vendrá

Cuando Cerro Porteño no pasa una instancia final, los hinchas culpan a los jugadores. Sin embargo, una nueva eliminación no es para sentirse mal y tirar mala onda, sino para darse cuenta de que el problema es la ansiedad de su gente y no los futbolistas.

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En estos días se dio, nuevamente, la eliminación de Cerro Porteño en una copa internacional. El equipo de Barrio Obrero no pudo, una vez más, clasificar a una ansiada final continental.

Al azulgrana, a pesar de ser un equipo grande de Sudamérica, le cuesta llegar a una final continental. Los motivos son muchos, desde psicológicos e, incluso, algunos dicen hasta místicos. Por ejemplo, los propios hinchas del club no confían en sus jugadores, algo que repercute en el rendimiento de los futbolistas en la cancha.

Sin dudas, Cerro Porteño cuenta con una gran cantidad de hinchas, pero estos fanáticos azulgranas lidian con un problema que se llama ansiedad. No es culpa de ellos, ya que, sumándoles las “cargadas” de los hinchas de otros equipos, la ilusión de cada año los somete a la inquietud y desesperación.

Más de un jugador azulgrana ha dicho que siente la ansiedad de los hinchas en instancias finales de torneos internacionales. Asimismo, muchos han comentado que les cuesta desenvolverse bien en la cancha porque creen que un error dentro del campo los condenará con los fanáticos.

Por eso, lo mejor que el cerrista debería hacer es, además de la paciencia, apoyar y alentar a pesar de cualquier resultado. La única forma de que el Ciclón consiga un título internacional es por medio de la unión y el esfuerzo conjunto de dirigentes, hinchas y jugadores.

Cerro Porteño, uno de los clubes grandes del país, se merece una copa continental, pero hay que entender que la ansiedad y tirar mala onda a los jugadores por un error no es el camino para lograr tal objetivo. El hincha del Ciclón debe saber que no solo depende de los jugadores y dirigentes, sino también del apoyo de su público, ya que los seguidores son el respaldo del futbolista, quien quiere sentirse querido y apoyado por su gente. De esta manera, el anhelado trofeo internacional vendrá a Barrio Obrero.

Por Joaquín Tandé (18 años)

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