El pueblo paraguayo se ha caracterizado siempre por su calidad humana, su amabilidad, hospitalidad y solidaridad. En las dos últimas décadas, han aparecido grupos sociales y políticos gravemente deshumanizados: mayor violencia adolescente y juvenil, hasta con bullying en las instituciones educativas; se disparó la delincuencia y criminalidad hasta la locura de matar para robar bolsos y celulares; se legisla el feminicidio ante el alarmante crecimiento de crímenes y violencia doméstica contra las mujeres; aumenta el número de sicarios instalados con propia organización en la mismísima Asunción; las cárceles sobresaturadas de presos; venta de drogas sostenida por el narcotráfico infiltrado en los Poderes del Estado con narcopolíticos, destruyendo progresiva y criminalmente a niños, adolescentes y jóvenes; terrorismo que cobra impuestos, asesina a inocentes y mantiene secuestrados a ciudadanos trabajadores, privándoles de todos los derechos, destruyéndoles sus vidas y las de sus familias; políticos presuntamente dedicados a representar y promover los intereses del pueblo, que abusan del poder para enriquecerse robándole al pueblo…