Goleadores... y eternos

Muchos creían que venían para jugar un año y luego decir adiós a una carrera que los ubicó en la élite del fútbol. Por cómo van, están lejos de un final. El clásico blanco y negro, Libertad-Olimpia, tendrá hoy en el Defensores a dos históricos: Óscar Cardozo (35 años) y Roque Santa Cruz (37).

https://arc-anglerfish-arc2-prod-abccolor.s3.amazonaws.com/public/OMFPEJ6MOBBIROGXJODYXMZRSE.jpg

Cargando...

Todo futbolista que vivió gran parte de su carrera lejos de su país elige, en la mayoría de los casos, volver y cerrar esa trayectoria en el club que lo vio nacer, del cual es hincha o en aquel que le abra las puertas y no lo considera un veterano relacionando la edad con esa decisión de regresar y creer que ambas cosas van de la mano. Tanto Roque Santa Cruz, en 2016, como Óscar Cardozo, en 2017, aterrizaron en Asunción con la mente puesta en culminar toda la experiencia vivida en esa tierra natal que los llevó al salto internacional. Pero tuvieron, quizás, un orgullo firme hasta hoy día para evitar que las creencias (malas) populares consuman el protagonismo goleador que lo tienen en la sangre.

Muchos no imaginaron que ambos delanteros estén desafiando a los prejuicios, a los pensamientos y las consideraciones vulgares y patéticas de que con 37 años o con 35, el jugador ya no está a la altura de la máxima competencia o de la velocidad que el fútbol imprimió en el último lustro.

En dos temporadas y con 87 juegos encima, jugando hasta por decisión personal los cruces menos relevantes, uno lleva luciéndose con dobletes y, hasta con ¡un póker!, demostrando que aún está para más. El otro no dio pausa. Llegó, marcó de a uno, de a dos, de a tres, en Asunción, en Ciudad del Este, en Buenos Aires, en La Paz, en Bogotá. Todo en poco más de un año y con tan solo 66 partidos.

Europa quedó atrás, pero la calidad y la categoría siguen en la piel, en la mente y en cada respuesta técnica. La dinámica actual de este deporte, que se volvió más físico o más rápido, ellos lo adecuan al conocimiento que adquirieron en un continente que los enseñó a pensar y a resolver una acción hasta en una milésima de segundo. Saben cuándo anticipar, cómo participar y dónde estar cuando la naturaleza del gol los llama. Simplifican, juegan de primera, evitan el roce desde una posición frontal al ataque y siendo parte de la producción, tienen recursos, acompañan para definir con la decisión tomada antes de que la pelota haga contacto con ellos. Hasta son elegantes: de media volea, de tiro libre, de cabeza, de taco, todo lo que puedan imaginarse.

Y pareciera que hablamos del pasado, de los números en el Blackburn Rovers o en el Benfica. No, no. Nos referimos al presente. A Olimpia y a Libertad, que este sábado se enfrentarán en el clásico blanco y negro (19:50), en un partido que tendrá a dos históricos frente a frente. Bueno, frente a frente es un decir, quizás ocurra cuando uno defienda un balón detenido. Pero luego estarán distanciados, cada uno con el deseo voraz de anotar, de extender esta racha, de demostrar que siguen reinventándose, de que están activos.

Las cifras hablan por sí solas: Santa Cruz lleva 26 goles en los 5.370 minutos que jugó entre torneos locales, Copa Paraguay y Libertadores, mientras que Cardozo suma 35 en los 4.849 minutos que disputó entre el Apertura, Clausura y las dos competencias internacionales de clubes más importantes del continente.

Y el caminar de ambos es intachable. Tuvieron y tienen un trayecto estable, alentador, que los condujo a lo más alto, al logro de los objetivos individuales y grupales, a las conquistas. Vivieron como ejemplo en el todo de un futbolista: hijo, padre, esposo, hermano, amigo. Fueron un modelo que hoy enseña.

La admiración es de propios y extraños. Sin importar los colores, Roque nunca se expuso a la nube populista y, por ende, recibió el cariño y el reconocimiento de los rivales. Óscar sufrió con la condena de una gran parte de su pueblo, que lo crucificó por una acción que forma parte del fútbol: el error, en aquel recordado penal contra España en el Mundial del 2010. Pero guardó silencio, también respeto, y siguió trabajando.

No es una comparación ni tampoco una búsqueda de diferencias. Cada quien sigue su sendero, vive en su naturaleza: son goleadores... y eternos.

dario.ibarra@abc.com.py

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...