¿A dónde fue a parar la plata que Petropar le debe a PDVSA?

El procurador general de la República, Marco Aurelio González, enumeró los cuatro principales pleitos que tiene pendientes el país, de los cuales, por lejos, el más importante es el relativo a la deuda con Petróleos de Venezuela SA por 270 millones de dólares. Los otros son el del Metrobús, por 17 millones de dólares; el del mecanismo Covax, por 5 millones de dólares; y la restitución de los predios del Ministerio de Defensa en Remansito. La ciudadanía no debe perder la memoria. El “mono” de PDVSA que le quedó al Paraguay es resultado de un tremendo negociado que nunca ha sido dilucidado y ni siquiera debidamente investigado por las instituciones contraloras ni por la Justicia. Después de más de diez años, siguen sin explicar de manera mínimamente convincente qué pasó con el dinero.

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El procurador general de la República, Marco Aurelio González, enumeró los cuatro principales pleitos que tiene pendientes el país, de los cuales, por lejos, el más importante es el relativo a la deuda con Petróleos de Venezuela SA por 270 millones de dólares, sin contar intereses, todavía por definirse. Los otros son el del Metrobús, por 17 millones de dólares; el del mecanismo Covax, por 5 millones de dólares; y la restitución de los predios del Ministerio de Defensa en Remansito. La ciudadanía no debe perder la memoria. El “mono” de PDVSA que le quedó al Paraguay es resultado de un tremendo negociado que nunca ha sido dilucidado y ni siquiera debidamente investigado por las instituciones contraloras ni por la Justicia. Después de más de diez años, siguen sin explicar de manera mínimamente convincente qué pasó con el dinero.

El tema es simple. Entre febrero de 2006 y febrero de 2012 Petropar firmó quince contratos directos de adquisición de gasoíl con PDVSA por un total de 1.881 millones de dólares, los cinco primeros durante el gobierno de Nicanor Duarte Frutos, por 431 millones de dólares, y los otros diez durante el gobierno de Fernando Lugo, por 1.450 millones de dólares.

Del monto total, quedaron impagos 269 millones de dólares, de los cuales 21,7 millones corresponden al período de Nicanor y 247,3 millones al de Lugo, en virtud del “Acuerdo de Caracas”, que permitía postergar la cancelación de facturas y financiarlas supuestamente a 15 años de plazo, con dos de gracia y una tasa flat del 2% anual, condiciones que, por lo demás, jamás se cumplieron.

Al margen de esto último, tal como nuestro diario insistió hasta el cansancio desde un principio, era de por sí insólito que Petropar comprara a crédito un producto que se vendía al contado, como lo es el combustible. En la práctica, Petropar vendió y cobró íntegramente a los distintos emblemas y, a través de ellos, a los consumidores finales, todo ese gasoíl por dinero contante y sonante, pero le “dejó de pagar” a PDVSA 270 millones de dólares. Entonces, ¿a dónde fue a parar esa plata que recibió de sus clientes y no trasladó a su proveedor?

Como único intento de justificación, se dijo que hubo que vender por debajo del costo durante un período de alza, para no tener que subir el precio final a la gente. Esto es falso, sin embargo, porque esa situación solo se presentó en 2008, cuando se produjo una disparada, mientras que el grueso de la deuda se acumuló después de ese año, cuando la cotización internacional del petróleo cayó a niveles históricos.

El “Acuerdo de Cooperación Energética de Caracas” fue firmado por Nicanor Duarte Frutos y Hugo Chávez el 18 de noviembre de 2004. En los papeles, establecía un intercambio de combustibles por productos agropecuarios bajo la modalidad SWAP. En los hechos, Paraguay le terminó comprando 2,9 millones de metros cúbicos de gasoíl a PDVSA y Venezuela no llegó a importar ni un grano de arroz de Paraguay.

Nuestro país no solamente no obtuvo ni precios ni tasas preferenciales, no consiguió compensaciones en su balanza comercial y hasta el día de hoy se ve obligado a litigar en cortes internacionales de arbitraje contra onerosos intereses moratorios y punitorios no previstos en el acuerdo, sino que, al contrario, Petropar pagó altísimos precios de intermediación, que es probablemente una de las pistas a seguir para rastrear el verdadero destino de los fondos.

PDVSA fue el proveedor formal, pero los operadores fueron los de siempre del Río de la Plata, en este caso Petrobras en un 36%, Trafigura en un 24%, Glencore en un 12% y otros en un 28%. Como los contratos eran directos, no hubo control sobre los “premios”, que es como se les llama en la jerga petrolera a los márgenes que cobran los intermediarios. Como muestra, entre agosto de 2008 y febrero de 2009, ya durante el gobierno de Lugo, se pagaron premios de 84,5 dólares el metro cúbico, casi el triple de la media habitual de 30 dólares. Y esto es solo la punta del iceberg.

Hasta que Petropar no explique hasta el mínimo detalle estas inconsistencias y qué pasó con los 270 millones de dólares que les cobró a los consumidores y no le abonó a PDVSA, tenemos derecho a sospechar que todo es parte de un enorme desvío, de donde seguramente salieron los “maletines” de Hugo Chávez a sus amigos y aliados locales y que ahora tenemos que pagar todos los paraguayos.

El procurador señaló que se espera una solución diplomática para arreglar las cuentas con Venezuela. Paraguay tendrá que hacerse cargo de sus obligaciones, pero, al mismo tiempo, el pueblo merece una seria y profunda investigación interna sobre posibles hechos punibles y sus responsables.

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