Se burlan del Paraguay

El director argentino Óscar Thomas se comporta como si fuera el amo y señor de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY). Se permite, incluso, anticipar decisiones soberanas de nuestro país al hablar de la construcción de la represa hidroeléctrica de Corpus, como si para ello no fuera necesario un nuevo tratado. Su último disparate consistió en afirmar que, con la instalación de tres nuevas turbinas en la central hidroeléctrica, esta será “la represa más grande de la Argentina”. Para él, no importan ni el consentimiento de nuestro país ni el hecho de que Paraguay sea dueño de la mitad de la usina. Su colega paraguayo, Juan Schmalko, no se atreve a abandonar su rol de convidado de piedra para poner coto a tanta insolencia. El canciller Eladio Loizaga tampoco muestra la firmeza necesaria para defender la dignidad nacional, continuamente pisoteada por el funcionario bravucón. Lo que el Gobierno paraguayo debe exigirles a los argentinos es que, primero, dejen de burlarse de nosotros, y se pongan al día con la deuda que tienen con nuestro país.

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El director argentino Óscar Thomas se comporta como si fuera el amo y señor de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY). Se permite, incluso, anticipar decisiones soberanas de nuestro país al hablar de la construcción de la represa hidroeléctrica de Corpus, sobre el río Paraná, como si para ello no fuera necesario un nuevo tratado. Su último disparate consistió en escribir en una red social que con la instalación de tres nuevas turbinas en la central hidroeléctrica, esta será “la represa más grande de la Argentina”. Para él, no importan ni el consentimiento de nuestro país ni el hecho de que Paraguay sea dueño de la mitad de la usina. Su colega paraguayo, Juan Schmalko, no se atreve a abandonar su rol de convidado de piedra para poner coto a tanta insolencia. El canciller Eladio Loizaga tampoco muestra la firmeza necesaria para defender la dignidad nacional, continuamente pisoteada por el funcionario bravucón, que en 2011 firmó contratos por 218 millones de dólares con la empresa Voith, sin intervención del director paraguayo de entonces, según el consejero compatriota Diógenes Martínez.

En vez de pararle el carro desde un principio, y cumpliendo instrucciones, el canciller intervino con el secretario general de la Presidencia de la República, Juan Carlos López Moreira, en unas negociaciones que astutamente fueron orientadas por los interlocutores argentinos hacia la modificación del Anexo A del Tratado de Yacyretá. Los enviados regresaron satisfechos con la idea de la cogestión, que implica que el Paraguay siga renunciando a ejercer la Dirección Ejecutiva de la EBY, tal como lo viene haciendo desde hace 39 largos años. El equipo de negociadores se acopló a la estrategia argentina, en vez de insistir –como debe ser– en la revisión del Anexo C, referido a las bases económico-financieras de la EBY. Antes que discutir su administración, lo que el Gobierno debió hacer a través de sus negociadores fue exigir que en el Anexo C se contemple un contrato de compraventa de la energía entre la ANDE y su contraparte argentina, que se haga una conciliación de cuentas y que el país vecino le pague al Paraguay lo que le debe, es decir, 120 millones de dólares por la cesión de energía y 962.624.022 dólares por territorio inundado. Si bien este rubro lo debe pagar la EBY, ello también depende en último caso del humor del Gobierno argentino.

La maniobra de distracción de los argentinos apuntó, evidentemente, a evitar todo debate sobre las urticantes cuestiones monetarias.

Hace unos días, el canciller dijo que el Gobierno seguía buscando cobrar la deuda; en realidad, debió empezar por allí. Es comprensible que ese tema no haya vuelto a ser discutido, porque la otra parte ya obtuvo lo que quería, por partida doble: primero, al eludir la revisión del Anexo C y la cancelación de las cuentas pendientes; segundo, al conceder a cambio un modelo de administración que, en sí mismo, ya resulta del todo inaceptable.

El ministro aludió también a las obras a ser ejecutadas, sin mencionarlas en concreto; el charlatán director argentino Thomas, sin embargo, ya tuvo a bien informarnos de las nuevas turbinas a ser montadas, como si se tratara de un hecho prácticamente consumado. Por alguna razón, seguramente, piensa que los paraguayos, tras unos amagues de resistencia, finalmente cederán como siempre.

En lo que respecta a la usina hidroeléctrica de Corpus, técnicos paraguayos del sector energético y sectores empresariales de nuestro país han señalado que es inútil hablar de nuevas obras sin antes resolver las cuestiones pendientes del Anexo C. En igual sentido se expresó el Ing. Juan José Encina, secretario de la Asociación de Ingenieros del Sector Eléctrico del Paraguay (AISEP): “En primer lugar, deberían (los argentinos) cumplir los términos del tratado (…) y no incluir futuras obras en las negociaciones”, expresó con acierto. En su opinión, “nuestros negociadores no tienen una estrategia definida.... (ni) un objetivo claro”. Encina lamentó que estos hayan acordado la cogestión antes de tener resuelto lo del Anexo C.

Las apreciaciones citadas hasta pueden resultar indulgentes. Se debe determinar si nuestros compatriotas no supieron cómo encarar las conversaciones por falta de inteligencia, o si cumplieron órdenes del Presidente de la República. El Senado debe rechazar este antipatriótico acuerdo.

Ya habrá tiempo para hablar del manejo de la EBY y de las obras en perspectiva, aunque para resolver la primera cuestión simplemente basta ceñirse a los términos del Tratado. Por de pronto, el pueblo paraguayo tiene motivos para reprochar al Gobierno su entreguismo en lo que atañe al interés nacional vulnerado. La Argentina, que por lo demás vende al contado al Brasil parte de la energía paraguaya que recibe y por la que no nos paga, se ha encontrado con una diplomacia claudicante, que ignora nuestras prioridades en la materia. Su repudiable capitulación –disfrazada de acuerdo de cogestión– no debe ser consentida por los senadores. Uno de ellos –Arnoldo Wiens, colorado– ya dijo lo que ni el Presidente de la República, ni el canciller, ni el director paraguayo de la EBY creyeron oportuno reclamarle al director argentino: “Señor Thomas: pónganse al día con la deuda del Paraguay”.

Es así de simple. Que primero dejen de burlarse de nosotros y se pongan al día; esto es lo que el Gobierno debe exigir, abandonando el curso vergonzoso que viene siguiendo.

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