La vida buena, a pesar de la tortura y el exilio

A Leonor María Ibarra (71) le encanta la poesía y la interpreta con mucho sentimiento en los actos culturales de los paraguayos residentes en Barcelona, España donde reside desde hace 6 años. Antes, vivió y trabajó durante 30 años en Suiza donde se jubiló como empleada bancaria. Ahora está de visita en Paraguay, para presentar su libro autobiográfico: “La vida buena”, en un local a confirmar. En el texto se narra que estuvo presa por casi cuatro años, en la época de la dictadura Argentina.

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Su residencia en Santa Susana, Barcelona, donde realizamos la entrevista, es un jardín donde abundan las flores de distintos colores, además de árboles frutales como naranjos, manzanos, perales y parras, de los cuales se surte para su consumo. Simpática, jovial, y muy decidida Leonor Ibarra, pasó muchas situaciones difíciles en su vida y supo sortearlas con una sonrisa en los labios, según afirma. Nos cuenta en esta nota su experiencia en Paraguay, Argentina, Suiza y Barcelona, España.

Leonor Ibarra nació en San Lorenzo, Paraguay; el 11 de julio de 1942. Es la numero 5 de seis hermanos.

“Nunca hemos tenido nada en abundancia, ya que todo era precario, pero éramos felices y contentos. Cursé la primaria en la escuela España en San Lorenzo, la secundaria la hice en la Escuela Normal de Profesores Nº 1, en Asunción, donde me recibí de profesora normal de educación primaria”, recordó sentada en el amplio patio de su residencia en Barcelona, España.

Añadió que a su regreso del Chaco argentino, donde fue como maestra particular, estudió Secretariado Comercial y Ejecutivo. Con esos estudios fue a Buenos Aires, a buscar mejores horizontes. Allí se encontraban ya sus dos hermanas mayores, que estaban trabajando. Se fue porque en Paraguay no conseguía trabajo, por no ser “amante” o “correligionaria” de algún personaje influyente del gobierno de entonces. Resaltó que abandonó el Paraguay porque estaba segura de que conseguiría un trabajo por su capacidad y no por otra cosa.

–¿Cómo era su vida en la Argentina?

–Luego de patear las calles de Buenos Aires, con un periódico bajo el brazo, conseguí un trabajo de secretaria en una empresa textil. En mi tiempo libre, o sea por las noches estudiaba contabilidad, luego para recepcionista, para bibliotecaria y archivista, que nunca estaba de más para ampliar mis conocimientos y para todos esos menesteres se tenía que estudiar. También cursé 4 años de inglés, porque quería ser profesora de este idioma. Viví 15 años en la Argentina, de los cuales casi 4 años estuve privada de mi libertad, injustamente en la época de la dictadura. Según ellos, por pertenecer a un grupo terrorista. Sin embargo, nunca formé parte de ningún grupo. Cuando me detuvieron estaba realizando el tercer año de abogacía.

–¿Cuál fue el motivo de su persecución en el vecino país?

–En la madrugada del martes 13 de mayo de 1975, me despertaron de un profundo sueño apuntada por 8 ametralladoras, y me ordenaron vestirme delante de ellos. Hasta la fecha no tengo claro cuál fue el motivo de mi secuestro y el de mi hermana Isabel y las crueles torturas a las que fuimos sometidas. Lo cierto es que entre secuestro y prisión se me fueron 3 años y medio de vida, de mayo de 1975 hasta noviembre de 1978 y todo ese tiempo viví en un terror constante, con torturas lacerantes entre la brigada de Banfield, la cárcel Olmos en La Plata y la de Devoto en Buenos Aires, en infrahumanas condiciones que describo con exactitud en mi libro: La vida buena”.

–¿Recibió ayuda de organismos internacionales durante su reclusión?

–Al enterarse mi familia de nuestra desaparición, ayudados por amigos, hicieron la denuncia a los organismos internaciones, como la ONU, la Cruz Roja y Amnistía Internacional. Creo que fue Cáritas la que ayudó a mi madre y a los hijos de mi hermana con alimentos. La ONU por intermedio de su oficina de los derechos humanos, Amnistía Internacional y la Cruz Roja se dedicaron a buscarnos, exigiendo nuestra libertad y el respeto a nuestras vidas. Gracias a Dios, en noviembre de 1978 fui aceptada como exiliada política en Suiza donde estudié el idioma alemán porque vivía en Zurich. Poco tiempo después conseguí trabajo para trabajar en un banco, donde realizaba la Contabilidad de América Latina, España, Japón, Canadá, Israel, etc., y en pocos meses pasé ser jefa de grupo, de mi sección. Al cabo de un mes de estar en Suiza, me enteré de que mi hermana Isabel, de apodo “Chabeli”, también había salido en libertad y la llevaron a Suecia donde hubo un reencuentro con sus dos hijos, después de casi cuatro años. Luego se trasladó a vivir a Suiza, donde vive hasta la fecha.

–¿Existió el Operativo Cóndor o intercambio de prisioneros entre países en la época de la dictadura?

–Estaba dando los exámenes del tercer año de Abogacía, cuando cayó sobre nosotras la mano de la represión en la Argentina, con el gobierno de Isabel Perón y José López Rega, la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina). Ya en ese entonces existía el Operativo Cóndor. En la facultad se comentaba mucho sobre ese tema y ya había estudiantes desaparecidos. Se hablaba de los países que formaban parte, de los policías y militares que enviaban los gobiernos al Canal de Panamá para ser preparados e instruidos en métodos de tortura y todo lo relacionado, pero nunca me interesó porque pensé que estaba lejos de mí, solo quería terminar mi carrera. Durante nuestro secuestro, fue un representante del Gobierno paraguayo a interrogarnos, creo que para trasladarnos al Paraguay para seguir con las torturas. Por alguna razón no fue posible.

–¿Qué le gustaría hacer realidad en el Paraguay?

–Después de todo lo vivido, quisiera que el Paraguay sea la Patria Soñada a lo largo de todos los años de exilio, soñada por los paraguayos que deambulamos por el mundo, porque pienso que no nos merecemos estar fuera, y quiero educación gratuita, alimentación, y que juntos, más allá de las ideas políticas o de cualquier índole, podamos levantar el país, que tanto lo necesita.

–¿Le gustaría regresar para vivir en su país natal?

–Después de estar al borde de la muerte, solo quiero mi felicidad y la de la gente que me aprecia y quiere. ¡Quiero volver! Pero a veces siento miedo, por mi seguridad personal y los cambios políticos que tenemos. Es tanto el sufrimiento pasado, que he aprendido tanto y veo que mucha gente aún ama y añora esa etapa negra de nuestra historia, que tanto dolor y sangre ha derramado sobre nuestro ya sufrido pueblo. Aprendí mucho, sobre todo que a la persona hay que respetarla, y tratarla como a un ser humano, y no como a un animal. El mundo necesita de amor, abrazos, una sonrisa, alimentos, y no odios ni armas.

Creo que en nuestro país hace falta patriotismo para lograr el progreso y eso me duele. Hay muchas expectativas con respecto al nuevo Gobierno, veremos lo que pasa. En el Paraguay hacen falta infraestructuras viales, cuidar nuestros bosques, darles tierra a los campesinos para sus cultivos, porque nuestro país es eminentemente agrícola. Tenemos muchas riquezas naturales, tenemos Itaipú y Yacyretá, que con una buena administración pueden darnos un despegue económico muy grande, si los administradores de la cosa pública son honestos y aman a su país.

–¿Qué resalta de su libro?

–Mi libro narra todas las peripecias de mi vida. Lo titulé “La vida buena”, porque a pesar del exilio y la tortura a la que fui sometida en forma sistemática por tantos años, y por los que no pude tener hijos, no me quitaron la alegría de vivir. Agradezco a la vida porque sigo adelante con la frente en alto. Me casé pero no hubo compatibilidad y me separé. Amo y respeto profundamente a las personas, más allá de sus diferencias.

Estoy orgullosa de ser paraguaya y uso el ao po’i que es muy apreciado en el extranjero. En Suiza en un programa radial promocionaba la música paraguaya y hablaba de las costumbres folclóricas. A los compatriotas que quieran viajar a España les digo: la crisis económica hizo que solo el año pasado 1.500 paraguayos sean repatriados por falta de trabajo. En Paraguay, con la familia cerca y sacrificándose un poco se puede conseguir trabajo de mando medio. El costo de vida es muy accesible en nuestro país. Muchos paraguayos se engañan al vender todo lo que tienen y viajar a España buscando mejores oportunidades de vida.

eolmedo@abc.com.py

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