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“No solo estamos invitados a ser parte de la obra creadora cultivándola, haciéndola crecer, desarrollándola, sino que estamos invitados también a cuidarla, protegerla, custodiarla. Hoy esta invitación se nos impone a la fuerza. Ya no como mera recomendación, sino como una exigencia que nace por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en la Tierra”, indicó.
Exhortó a la comunidad educativa a no dar la espalda a la realidad, a los hermanos, a la madre Tierra. Agregó que no es lícito seguir ignorando lo que está sucediendo en nuestro alrededor como si determinadas situaciones no existiesen o tuvieran nada que ver con la realidad.
Comentó que en Roma una vez murió de frío un anciano y no fue noticia, sin embargo cuando la bolsa de valores pierde un punto es una gran noticia y se preguntó y cuestionó dónde está tu hermano.
Preguntó a los educadores si los centros educativos son semilleros, tierra fértil, e insistió en que velen por sus alumnos, ayudándolos a desarrollar un espíritu crítico, libre, capaz de cuidar el mundo de hoy.
Seguidamente se dirigió a los jóvenes, a quienes llamó “presente y futuro” de Ecuador, y les dijo: “ustedes son los que deben hacer lío”: ¿saben que este tiempo de estudio no es solo un derecho, sino un privilegio que tienen? ¿Cuántos amigos, conocidos o desconocidos, quisieran tener un espacio en esta casa y por distintas circunstancias no lo han tenido? ¿En qué medida nuestro estudio nos ayuda a solidarizarnos con ellos?
Finalmente, les recordó que las iniciativas individuales son buenas y fundamentales, pero se nos pide dar un paso más: “animarnos a mirar la realidad orgánicamente y no fragmentariamente, a hacernos preguntas que nos incluyen a esta pregunta: ¿Para qué pasamos por este mundo? ¿Para qué luchamos y trabajamos?