Desde la cooptación y la retribución

Decía en la anterior entrega: “HC puede elegir comenzar su gobierno desde la retribución y la cooptación. O puede iniciarlo desde la imposición y la confrontación”... “Si el Presidente eligiera iniciar el gobierno desde la imposición, la confrontación es inevitable porque quiere decir que sus decisiones estarán orientadas por estrictos criterios técnicos y con pocas concesiones al stablishment.

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Su ventaja es que tendría la fuerza del poder que le da la expectativa de la gente. El riesgo es que le puede dar la sensación que puede hacer lo que quiera”.

También, el presidente electo puede empezar su gobierno de una forma típica. Puede nombrar en la administración a la gente que le llevó a la Presidencia. Puede hacerlo motivado fundamentalmente por el sentimiento de reconocimiento al esfuerzo y al aporte realizados, actores políticos y de otros sectores, para llegar a tan alta magistratura. Todos le estarán recordando estas circunstancias.

Este inicio le dará una aceptable tranquilidad para desarrollar alguno que otro programa clave de “su nuevo rumbo”, repito si el nuevo rumbo implica cambios generales y profundos. Es decir, un rumbo hacia una transformación política que haga distinto el funcionamiento del Estado y el comportamiento ciudadano.

Con esta opción, la ventaja es que le dará tiempo para ir cooptando, negociando e incorporando gente en las distintas estructuras de poder para avanzar con pleno control del proceso.

Los cambios fuertes pueden producir desbandes si no están bien trabajados. El látigo, cuando los animales ya están nerviosos o asustados, no sirve más que para provocar estampidas. En esas condiciones no hay control de daño posible.

El riesgo enorme, la desventaja, es que perderá la credibilidad. También perderá la confianza de grandes sectores de la población con expectativas de cambio, de que pueda domar a las fieras. Siempre, repito que él no sea uno más de la jungla.

De hecho, se empieza a notar preocupación y hasta decepción con las primeras medidas de impacto adoptadas por el presidente electo con relación a los actores políticos. Insistentemente se escuchan voces que advierten o reprochan el encumbramiento de aquellos que son considerados “hombres escombros”.

A mí me molesta pero no me preocupa tanto, por ahora. Le decía a un amigo que los escombros bien utilizados y para ciertas construcciones sirven como cimiento. Siempre, claro está, que el arquitecto y constructor tenga clara conciencia del proyecto y del rol de esos materiales y de esa etapa.

Pero, desde la misma manera que con la otra alternativa, llegará un momento en que el ritmo, la velocidad con que se producen los cambios generarán decepción y la paciencia empezará a agotarse.

En ese momento los fusibles instalados como formula transaccional con el stablishment deben saltar para proteger la instalación más importante y permitir relanzar la propuesta del nuevo rumbo, el rumbo distinto.

En síntesis y hasta aquí. Si el Presidente empieza por la verticalidad y cierto nivel de autoritarismo que no contemple los intereses de los actores políticos imponiendo programas y actores sin mucho consenso hay que prepararse para una crisis que solo se saldrá con concesiones al pasado.

Si optara por la retribución y repartos, pero reservándose la gestión de algunos programas claves, blindando, protegiéndolos de los intereses subalternos, en algún momento los cambios serán menos espectaculares, pero se podrá provocar la crisis en el momento adecuado para que salten los fusibles y se instale el equipo definitivo que marcará contundentemente el nuevo rumbo.

Esta situación la tendrán todos los gobiernos siempre que no se construya una fuerza de cambio con suficiente poder para soportar los procesos.

Mañana: ¿Dónde está la fuerza del cambio, para el nuevo rumbo?

gonzaloarnulfo@gmail.com

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