El buen humor es el milagro

Ante la venida del papa Francisco hay mucha gente que saca lo peor de sí, repitiendo “no ser víctima de la religión”, destilando su inconformismo u odio contra los que se suman a la alegría país que genera la visita. Enojados con la religión y ahora por las prohibiciones, algunos comparan las normas con una dictadura, cometiendo adrede unos, sin querer otros, el mismo error que justamente lo científico no hace: generalizar. A ver si la masa ponemos un poquito de serenidad y buena predisposición ante lo que leemos y escuchamos, para saber separar las frustraciones de las críticas. Ciertamente hay un grupo de poder que desea presentarle al Papa un país que no existe y, aún sabiendo que él conoce cómo son las cosas, cumplirá a rajatabla “lo que debería ser Paraguay”. Una vendedora decía que estaba disconforme con algunas exigencias que limitaban dos cosas: el poder acercarse a Francisco, “para mí que la venida del Papa es algo bueno para los pobres, no somos monstruos para que nos escondan, ¿verdad?”, y, por supuesto, su venta en esos días de potenciales clientes. A esto no pueden faltar la filosofía callejera, las distintas posturas religiosas, no religiosas, de los que no son chicha ni limonada, etc. En fin, tenemos muchos ricos aspectos que nos muestran que, por fortuna, estamos vivos y gracias a eso peleamos alcanzando una mínima intención de discusión y debate.

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Felices aquellos que reciben este tiempo con fe, razón y alegría incondicional, como aquella que pedía la madre Teresa de Calcuta a las religiosas que la ayudaban en su labor con los enfermos terminales.

La venida del Papa ha hecho expresarse a la gente, mal, bien, con arte, con pasión; por eso tuvieron éxito los mensajes en los cocos, sumando todo lo que nos ha regalado a la vista y al espíritu el artista Koki Ruiz con el altar de maíz, coco y calabaza para el Ángelus papal en el parque Ñu Guasu.

Esta semana irá rápido y en la gente crece la ansiedad por los próximos días que ya están en puerta. Nuestro país es tal como está en este momento y nosotros somos lo que somos también, pero la manera en que nos tomamos lo que sucede define nuestro cimiento. Los sentimientos extremos no son fáciles de asimilar, por lo tanto hagamos un esfuerzo por equilibrar lo que sintamos y profesemos, para poder disfrutar de la fe y los que no, de la tolerancia tan mentada.

Es medicina preventiva tomar los hechos con el mejor ánimo, el buen humor hoy en día es un milagro. Mucho costará en todo orden la organización del multitudinario encuentro, así que facilitemos las cosas. Salvo los santos (si hay entre nosotros), nadie recibirá al Santo Padre sin sus culpas y pecados. Él mismo siempre repite que es un siervo de Dios y que necesita de los rezos sinceros, de la fe de los creyentes.

Inevitablemente muchos indeseables rodearán al Papa, creyentes y no creyentes entre la verdad, la hipocresía y la diplomacia. Sabemos que ningún mal enraizado va a acabar en 3 días. Tomemos interiormente la esencia de esta histórica visita papal; él eligió venir a nuestro país, no hará milagros políticos ni económicos, pero su presencia y palabra pueden comenzar a transformar nuestra visión del mundo actual y sus profundas necesidades. Personalmente, por la televisión, internet, radio, su mensaje de paz será ofrecido a todos, sin distinción.

lperalta@abc.com.py

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