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Felices aquellos que reciben este tiempo con fe, razón y alegría incondicional, como aquella que pedía la madre Teresa de Calcuta a las religiosas que la ayudaban en su labor con los enfermos terminales.
La venida del Papa ha hecho expresarse a la gente, mal, bien, con arte, con pasión; por eso tuvieron éxito los mensajes en los cocos, sumando todo lo que nos ha regalado a la vista y al espíritu el artista Koki Ruiz con el altar de maíz, coco y calabaza para el Ángelus papal en el parque Ñu Guasu.
Esta semana irá rápido y en la gente crece la ansiedad por los próximos días que ya están en puerta. Nuestro país es tal como está en este momento y nosotros somos lo que somos también, pero la manera en que nos tomamos lo que sucede define nuestro cimiento. Los sentimientos extremos no son fáciles de asimilar, por lo tanto hagamos un esfuerzo por equilibrar lo que sintamos y profesemos, para poder disfrutar de la fe y los que no, de la tolerancia tan mentada.
Es medicina preventiva tomar los hechos con el mejor ánimo, el buen humor hoy en día es un milagro. Mucho costará en todo orden la organización del multitudinario encuentro, así que facilitemos las cosas. Salvo los santos (si hay entre nosotros), nadie recibirá al Santo Padre sin sus culpas y pecados. Él mismo siempre repite que es un siervo de Dios y que necesita de los rezos sinceros, de la fe de los creyentes.
Inevitablemente muchos indeseables rodearán al Papa, creyentes y no creyentes entre la verdad, la hipocresía y la diplomacia. Sabemos que ningún mal enraizado va a acabar en 3 días. Tomemos interiormente la esencia de esta histórica visita papal; él eligió venir a nuestro país, no hará milagros políticos ni económicos, pero su presencia y palabra pueden comenzar a transformar nuestra visión del mundo actual y sus profundas necesidades. Personalmente, por la televisión, internet, radio, su mensaje de paz será ofrecido a todos, sin distinción.
lperalta@abc.com.py