El caballo del comisario

El caballo del comisario es el que jamás pierde. Se atribuye esta figura a quien siempre tendrá todas las oportunidades para no perder porque siempre contará con el apoyo de algún mandamás.

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El equino privilegiado existe en todos los órdenes, hasta en el deporte, ya que llamó la atención el tan benigno castigo que casi sonó como un estímulo para seguir echando vapores nocivos a los jugadores que visitan la Bombonera. La sanción impuesta también tiene gases que huelen a tufillos, pero condimentados con otra cosa que no sea la pimienta. Lo grave no es el gas pimienta usado en la Boca, sino que desmesuradamente el dirigente mienta al abrir la boca.

Algunos asesinos son los que actuaron de manera solitaria y no fue caballo de nadie; el llamado “Jack, el destripador”, en 1888, asesinó en serie a 5 mujeres en Londres y nunca se supo de dónde era, cuándo nació, cuándo murió ni cómo se llamaba.

En el Paraguay, los destripadores actúan a cara descubierta. Las internas partidarias suelen servir bastante para que los trapos sucios de todos los colores y las tripas deshonestas se oreen al viento, pero tras la lucha entre correligionarios se almacenarán las armas y entre abrazos y suspiros se dirán que yo no dije lo que dije y los estrujones y besuqueos servirán para seguir manoteando el único objetivo de la pelea: el zoquete.

Algunos pocos caballos locos, peajeros y motochorros siguen actuando por su cuenta y por la cuenta que deben amortizar sin trabajar. En las Gobernaciones, los mandamases cuentan con el apoyo de sus concejales y de los componentes de la giraduría que hacen girar los cheques brusca o suavemente hacia los bolsillos del amo de turno. En muchos municipios también la yunta municipal aprueba cualquier obra y actividad plagadas de facturas infladas. Todos los que apoyan son los caballos del comisario.

Se comprobó que los caseros de un parlamentario eran pagados con plata del pueblo y el diputado se morfaba más de la mitad del sueldo de sus peones. Lo mismo ocurrió con la “niñera de oro” que mamaba millones del presupuesto estatal. Con una secretaria de una institución que nada controla se detectó lo mismo. Ganaban millones, pagaba el pueblo y hacían horas extras demostrando lo corto que dura un día. Y hay que ser sinceros, son muy lindas y pintan que relinchan muy bien estas potras del comisario.

El fotocopiador del Parlamento tiene un sueldo tan elevado que casi supera al que percibe el ascensorista del mismo edificio. No creo que los millones destinados a estos “caballos” no sean chupados por el “comisario” que los nombró.

El caso del policía que conjuntamente con su miserable sueldo y su deshonesta esposa nunca pudieron correr solos en la alocada carrera que hicieron con el combustible policial para llegar a la meta de la gran y fácil riqueza. Los comisarios mentores nunca habrán faltado para facilitar el “vale...roso” operativo al insaciable “caballo”.

Un robo al que llaman “del siglo” ocurrió con el desfalco en la Caja de Jubilaciones de Itaipú (Cajubi). El monto es de 176 millones de dólares y parece que un formidable dúo de padrinos fueron los padrillos que actuaron como caballos del comisario.

Nunca faltan los robos que practican los rateritos del barrio, un motochorro, un peajero o algún caballo loco, pero en materia de peligrosidad deben tener envidia a los que usan finas corbatas, costosas camisas, elegantes sacos, lustrosos zapatos, aristocráticas oficinas, gorras, uniformes y estrellas de alto rango y delicados guantes blancos. Son quienes conforman la manada de los caballos del comisario.

La joda que hacía el caballo del comisario con el gasoil y la nafta policial es un quemo y en este momento hendy kavaju resa...

caio.scavone@abc.com.py

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