¡Hep Hep Hurra!

Los hurreros llegaron a su máxima expresión durante la dictadura de Alfredo Stroessner. Estaba institucionalizado el “oficio” y cuanto más estertor salía de sus gargantas cosechaban más prebendas. En ningún otro sector político ha florecido tanto como al amparo de los colorados militantes. 

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Poco después del golpe del 2 y 3 de febrero, Juan Carlos Galaverna, siendo candidato a diputado, había defendido las hurras como expresión popular espontánea, y criticó que “en el stronismo fueran convertidas en industria de especulación política”. Es decir, estaban muy bien programadas para halagar al “único líder” y darle su golosina predilecta; la adulación. 

Las hurras y los pañuelos colorados no faltaban en las concentraciones ni en inauguraciones. 

Luego de mucho tiempo, el martes último volvieron a escucharse en el “encuentro republicano” pro enmienda en la sede de la ANR. 

Las hurras habían caído en desuso en todo el mundo, pero los colorados las siguen reivindicando, pese al triste y paupérrimo espectáculo que ofrecen. 

Según el Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana, de Joan Corominas, ¡Hurra! es una expresión tomada del inglés ¡Hurrah! hacia 1840. La Real Academia Española define como “interjección para expresar alegría y satisfacción o excitar el entusiasmo”. 

En guaraní su traducción es “Piipu” y casi nunca se escucha. 

Según el sitio www.depalabra.com, el hurra ha caído en el descrédito en España, por considerarse que casi no existe ocasión para expresarlo, pues es una excesiva manifestación de júbilo. 

Sobre su origen, dicho blog da varias explicaciones. Una es que se utilizaba en la Edad Media en la jerga de los marineros para alentar, dar fuerza, a la hora de levantar objetos muy pesados o las velas para huir de los piratas. Luego la frase recobró vida durante la Guerra de los Treinta Años en el Sacro Imperio Romano Germánico de 1618 a 1648 para dar “coraje”. A su vez, hay una teoría que la coloca entre los cosacos rusos y otra entre los vikingos que la habrían tomado de alguna onomatopeya del rugido. 

La frase completa es “¡hep, hep hurra!”, más antigua aún y de una lúgubre historia. Se cuenta que los nazis y otros antisemitas la popularizaron como ofensa para los judíos a lo largo de la historia. 

En el sitio religioso www.lascronicasdelmesias.com se lee que la expresión se remontaría a la primera guerra judeo-romana (año 70 d.C.) cuando las tropas del general Tito asaltaron Jerusalén y arrasaron el Templo. Entonces los soldados romanos transmitieron el mensaje codificado “HEP”, que recibía como respuesta de festejo “¡Hurra!”. 

El mensaje cifrado era “Hierosolyma Est Perdita”. En latín equivale a “Jerusalén está perdida”. En el web blog también se explica que, más adelante el emperador Adriano, “elevaba su copa diciendo HEP, HEP y el Senado de Roma replicaba con un airoso: ¡Hurra!” festejando la destrucción de la ciudad santa. 

Así como el presidente Cartes dijo que los periodistas no sabemos el trabajo de los seccionaleros y por eso los criticamos, seguramente ellos no saben por qué tienen que ser tan rastreros y hacer hurras.

pgomez@abc.com.py

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