La crisis de los valores

Con frecuencia oímos hablar en distintos ambientes de crisis de valores. La expresión no parece afortunada, porque no son los valores los que están en crisis, sino nosotros, que optamos por comportamientos de adhesión a valores negativos; pero se entiende suficientemente lo que se quiere decir con dicha expresión.

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Antes había adhesión generalizada de los administradores de la justicia, fiscales, jueces y ministros de la Corte Suprema a la “justicia”. Era el sentido de su profesión, de su vida, de su responsabilidad; y ahora no la hay generalizada, ahora predomina la arbitrariedad, la compra de sentencias y la injusticia; los ciudadanos corruptores y los corruptos administradores han puesto en crisis la vigencia del valor “justicia”.

Igual podemos decir de los administradores del poder público, es decir, de los políticos en situación de poder, instalados ahí por el poder que con votos les ha dado el pueblo; ahora el valor “poder político”, que es poder para servir al pueblo, para trabajar por el bien común, se ha pervertido y se ha convertido, por corrupción de muchos políticos, en oportunidad de poder para enriquecerse, para privilegiarse con fueros, con sueldos extraordinarios y beneficios para sí y los suyos, incluso con nepotismo y prebendarismo, con uso inmoral de la información, etc… y han puesto en crisis el valor “poder público”.

Antes, todos los adultos protegían a los niños, adolescentes y jóvenes para que crecieran aprendiendo a ser ciudadanos y futuros trabajadores, profesionales competentes; los defendían en su integridad, porque todos ellos eran, como hijos comunes, el sueño y futuro de una vida y nación, mucho mejores que las que vivían los adultos. Ahora hay muchos adultos que, por ganar dinero corrupto, no les importa destruir a los adolescentes y jóvenes con alcohol y drogas, incluso a los niños, ni les importa sumergirlos en ambientes de violencia y erotismo precoz, para que lleguen al bullying, al embarazo prematuro, al aborto criminal. Los valores vida, salud, respeto a la inocencia... están en crisis por frivolidad, irresponsabilidad, negligencias y delincuencias.

Estamos convencidos mundialmente de que la educación es un valor trascendental, sin embargo, nuestros dirigentes políticos prefieren repartirse el dinero para sus partidos y operadores políticos y mantener a la educación con el 3,6% del Producto Interno Bruto, sabiendo que el mínimo necesario es el 7% de dicho PIB. El valor educación está mal y cínicamente esos mismos políticos en sus discursos critican y echan la culpa a los maestros, al MEC y al CONEC, al CONES y la ANEAES, a quienes ellos les recortan el presupuesto.

Así podríamos seguir analizando los avatares que están sufriendo en nuestra sociedad una serie de valores, que dejan de estar encarnados y vigentes, porque muchos han decidido imponer un sistema de valores negativos, que amenaza, asfixia y destruye al sistema de valores fundamentales.

Alguien puede decir que los valores son relativos. Que hay valores que valen para unos y no tienen por qué valer para otros. No discuto los valores verdaderamente relativos. Hay cosas (un chupete) y cualidades que son valores para un niño y no lo son para un adulto (la fragilidad de los niños se convierte en valor porque arranca la ternura y es un antivalor en el adulto). Estamos hablando de los valores absolutos, esos que valen para todos, siempre, en todas partes: la vida, la libertad, la justicia, el respeto, la dignidad del ser humano, el amor, etc.

En 1948, todas las naciones decidieron firmar la Carta de los Derechos Humanos, es decir consagraron como derechos una lista de valores universalmente reconocidos. Impedir esos valores, esos derechos, es delito.

¿Por qué defendemos los valores absolutos? El objetivo de la promoción de los valores es hacer habitable y potencialmente gozoso el mundo. Un mundo sin valores es un mundo muerto. Promover los valores negativos, los antivalores, la corrupción es inhumano. Los corruptores y corruptos de Paraguay están envenenando y matando la nación.

Los valores son dinámicos, tienen imán, anunciarlos inclina a favor de su adhesión. Los políticos abusan de este poder magnético de los valores en sus campañas electorales. Enuncian y prometen valores para conseguir votos. Lo que sucede después, ya lo sabeos: “Del dicho al hecho hay mucho trecho”.

jmontero@conexion.com.py

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