La educación política

¿Cuál es la contribución que la educación puede aportar para construir y sostener la sociedad democrática? La primera respuesta puede ser otra pregunta: ¿Cómo educar para que todos los ciudadanos conozcamos la Constitución Nacional, la cumplamos y defendamos con entusiasmo?

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Somos ciudadanos no porque vivamos necesariamente en una ciudad, sino porque hemos decidido asociarnos para ayudarnos, organizarnos, buscar juntos y lograr el bien común, lo que todos necesitamos para llevar una vida verdaderamente humana, con los derechos humanos consolidados para todos, con bienestar y la máxima posible cooperación solidaria de todos para crecer hacia nuestros ideales comunes y personales, compatibles con la convivencia en justicia y paz.

Esta tarea es nuestra política (acción e institución) ciudadana y para realizar dicha tarea, asociados en sociedad, hemos definido las reglas de juego en la Carta Magna o Constitución Nacional, que nos compromete y obliga a todos. El primer paso y fruto de la educación política puede ser apropiarnos la Constitución Nacional.

Es evidente que las familias no educan suficientemente a sus hijos en la básica política ciudadana. También es evidente que los municipios, obligados a educar según la misma Constitución Nacional (art. 75º), tampoco lo hacen. E igualmente puede decirse de las instituciones educativas de todos los niveles, que asumen la responsabilidad de educar en nombre del Estado, responsable del sistema educativo nacional.

En la Constitución Nacional decimos que “la República del Paraguay adopta para su gobierno la democracia representativa, participativa y pluralista, fundada en el reconocimiento de la dignidad humana” (art. 1º), que “la soberanía reside en el pueblo” (art. 2º), y que “el pueblo ejerce el poder público por medio del sufragio” (art. 3º).

Democracia significa el poder del pueblo. ¿Es el pueblo el que tiene el poder en nuestra democracia? ¿Qué poder tienen los marginados, los que viven en pobreza y en pobreza extrema, los ciudadanos sin vivienda, sin trabajo, los que tienen que emigrar y los que ni siquiera pueden emigrar, los que no han recibido educación, los que no encuentran medicinas en los hospitales y centros de salud? ¿No son ciudadanos? ¿Se les reconoce la dignidad humana?

El poder público del pueblo se ejerce por el voto, ¿también los que por hambre y necesidad tienen que vender sus cédulas de identidad a los usurpadores del poder que les arrancan la dignidad y el voto por billetes o alimentos miserables? ¿A quién representan los elegidos?

Como dice Sartori el pueblo no ejerce el poder y los representantes no representan al pueblo sino en todo caso a una mayoría del pueblo. Si además esos representantes abusan del poder y roban el dinero del pueblo para quedárselo en beneficio propio o para repartirlo a sus amigos y a operadores políticos, ¿de qué poder del pueblo y de qué representantes del pueblo estamos hablando?

Los ciudadanos miran escandalizados la usurpación del poder, ignoran los derechos y posibilidades que les da la Constitución Nacional y no pueden defenderse ni defender la misma Constitución acordada por toda la ciudadanía.

Si el pueblo conociera bien la Constitución Nacional tal vez encontraría respaldo para su derecho al poder en los artículos de la Constitución y encontraría en el artículo 138, que “autoriza al pueblo a resistir a los usurpadores por todos los medios a su alcance…”, pistas para una lucha en justicia eficaz contra la corrupción política.

La educación política ciudadana es mucho más que dar a conocer y ayudar a apropiarse la Constitución Nacional. Ahí tenemos las reglas de juego, pero con las reglas solamente no se aprende a jugar, sobre todo cuando las reglas son muchas y complejas. En la educación política, como en cualquier educación, además de los conocimientos hay que ayudar a adquirir las competencias. Nadie sabe jugar al fútbol aprendiéndose solamente las reglas del fútbol. La política se aprende con ejercicios progresivos y en la acción. Al mismo tiempo la educación política entrena en el desarrollo del sentido crítico observando y analizando hechos históricos y presentes de acción política y estudio analítico, crítico y creativo de las instituciones políticas.

La pedagogía y la didáctica de la educación política cuentan hoy con recursos excepcionales para educar desde la educación inicial hasta el último posgrado de universidad.

jmonterotirado@gmail.com

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