La revolución de la inteligencia

Cuando en 1980 Alvin Toffler publicó su libro “La tercera ola”, estaba explicitando algunas ideas fundamentales de su impactante libro anterior “El shock del futuro” (1970). En ambos su previsión y ponderaciones sobre los descubrimientos científicos e innovaciones tecnológicas quedaron cortas ante lo que estamos viviendo.

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Diez años después (1990) nos sorprendió con un best seller, “El cambio del poder”, en el que nos hizo ver que el poder y la riqueza ya no están en la agricultura ni en la industria, ni siquiera en las finanzas, sino en el conocimiento. Estábamos metidos en la sociedad de la información y del conocimiento. Él demostraba que las empresas más ricas del mundo eran todas empresas dedicadas a la gestión, producción y comercialización de conocimientos.

Ahora, varios futuristas nos están abriendo los ojos, afirmando que la humanidad ha vivido tres grandes revoluciones en la historia: la primera, la revolución de la agricultura; la segunda, la revolución industrial, y entramos en la tercera gran revolución, la revolución de la inteligencia.

Cordeiro, director de Millenium Project, profesor de Singularity University, que colabora en la NASA, Ames, Sillicon Valley de California, escribe: “Futuristas como Alvin Toffler, director de la Sociedad Mundial del Futuro, sugieren que el mundo se mueve rápidamente hacia una época en la cual los seres humanos van a devenir en seres mucho más avanzados, gracias a los impresionantes avances tecnológicos. Tal cambio ha sido descrito por algunos expertos como análogo al cambio trascendental experimentado en la evolución de los simios a los humanos”.

Desde que se descubrió en 1953 la estructura del ADN, pasando por la medicina regenerativa, la clonación reproductiva (por ejemplo, la oveja Dolly) y la clonación terapéutica, las células madres, el logro de montar pieza a pieza en laboratorio el virus del polio (2002) y la creación por Craig Venter (2010) de una bacteria artificial sintética, unido a los acelerados avances de la inteligencia artificial, estamos en condiciones de sostener pronósticos y sugerencias de futuristas responsables. La inteligencia humana está contribuyendo espectacularmente al desarrollo del ser humano a niveles insospechados.

Leer el libro “Cómo crear una mente” de Ray Kurzweil (en castellano, 2013) produce una emoción de vértigo intelectual. Kurzweil tiene un currículo imposible de recoger aquí, es en este momento uno de los científicos y además filósofo de máximo nivel, sobre todo en la creación de inteligencia artificial.

Afirme que “en el año 2029 la inteligencia artificial no podrá distinguirse de la humana” y que “el futuro inteligente de las máquinas converge con el de los humanos, ya que seremos capaces de incorporar dicha inteligencia a nuestros propios cuerpos”.

Un simple repaso a los recursos de inteligencia artificial que ya tenemos en nuestras manos, una elemental toma de conciencia de lo que significa el GPS en nuestros coches, la rapidez y precisión de transmisión de información y comunicación de computadoras y teléfonos celulares, la precisión de internet para ofrecernos apoyo a nuestra memoria con información de altísima calidad en todos los campos del conocimiento, lo que significa la tecnología médica para observar nuestros órganos y su estado general, etc… nos hacen pensar que la inteligencia artificial, mediante las tecnologías, está extendiendo las potencialidades del ser humano en todos sus sentidos y posibilidades de relación con el entorno y el cosmos.

Si estamos en la revolución de la inteligencia, debemos lanzar inmediatamente la revolución de la aburrida y subdesarrollada política de nuestros partidos. Tenemos muchos políticos que hace tiempo se salieron de la historia. Y lo peor es que están dejando al Paraguay también fuera de la historia, incluidos los hijos y nietos.

Con políticos que se suben al poder para robar, enriquecerse y seguir jugando constantemente a elecciones, de espaldas al pueblo, sus necesidades y el derecho de soñar con el futuro ya presente de la humanidad, con esta clase de políticos, los paraguayos no tenemos ni el presente ni el futuro que queremos.

Si estamos en la revolución de la inteligencia, tenemos que instalar la revolución de la educación. La corrupción de no pocas instituciones y protagonistas de la educación superior, la mediocridad de gran parte de nuestra educación, también están fuera de la historia.

jmontero@conexion.com.py

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