Nuestros propios verdugos

Los pueblos que no saben elegir están condenados a ser manejados por inútiles, deshonestos y haraganes; a la miseria económica y moral, la indignidad de personas. Esta es una ecuación que la historia se encarga de demostrarnos.

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Los pueblos que no leen, que no se cultivan, están condenados a ser víctimas de oportunistas, de los que no tienen escrúpulos, de aquellos para quienes el fin justifica los medios, y en consecuencia se aprovechan de la ignorancia, la indiferencia, o la cobardía de las personas a las que someten y sojuzgan.

Mucho de eso tenemos en nuestro país. Una nación que podía ser considerada soberana e independiente, con todo lo que ello implica, hoy es un remedo de nación conducida por saqueadores y piratas, donde manda la mafia infiltrada en casi todas las instituciones. Un país donde mandan los mafiosos, piratas y oportunistas no puede tener justicia, porque esta se alquila al mejor postor. No puede tener paz, porque donde no hay justicia la paz está ausente, y mucho menos seguridad y bienestar.

La comunidad mbya guaraní Makutinga, que mantiene un conflicto legal por unas tierras que ocupa, es una muestra puntual. Unas tierras de gran productividad agrícola y consecuentemente ambicionada por muchos.

Como en pleno siglo XXI queda mal visto el empleo de la pólvora para quitarles las tierras a los nativos, como sucedáneo se emplean los artilugios de los procesos legales para instalar un conflicto que a la larga terminará beneficiando a quien tenga mayor peso económico. En Makutinga viven sobre unas tierras que valen oro, pero sumidos en la pobreza y la ignorancia. Víctimas de avivados de turno que por chauchas y palitos alquilan sus tierras –la ley lo prohíbe– para el lucrativo cultivo de soja.

Este mismo esquema se repite con el resto de los paraguayos, que vivimos en un país rico en recursos, con dos de las usinas eléctricas más grandes del mundo, que benefician a nuestros vecinos. Estamos sumidos en la pobreza, la miseria material y moral. Basta con recorrer los hospitales y las escuelas de tierra adentro y observar el desarrollo de una sesión parlamentaria para notarlo.

Los nativos, por lo menos, no eligen a las autoridades que deben cuidar sus intereses, son designados por el poder político. Nosotros “los paraguayos” como nos llaman los nativos, elegimos a nuestros propios verdugos.

jaroa@abc.com.py

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