Oposición debilitada, escenario complejo

Con el cartismo en retirada y la oposición fragmentada y con pocas expectativas de construir un proyecto político alternativo, el presidente Mario Abdo Benítez poco tiene que preocuparse por ese lado.

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En cuanto a escenarios de confrontación política, asoman en el horizonte las marchas campesinas y de organizaciones sociales de marzo. Su impacto dependerá de la respuesta que el Gobierno dé a sus reclamos, que son muy amplios y apuntan sobre todo a problemas inmediatos y estructurales que afectan a los sectores más vulnerables de la ciudadanía.

El oficialismo mostró eficacia para minimizar raudamente el peligro que podía constituir el movimiento liderado por el expresidente Horacio Cartes. Las veladas amenazas que hizo el exmandatario a fines del año pasado cedieron ante el pragmatismo extremo de la dirigencia colorada que muy pronto se acomodó con el nuevo inquilino del Palacio de López.

Quedó nuevamente demostrado que la imposibilidad de reelección actúa de poderoso repelente, que aleja hasta a los más fanáticos adherentes de quienes ya pasaron por el poder y no pueden aspirar a un retorno mientras no haya una reforma constitucional, por ahora muy lejana.

Ni aun con todo el poderío económico –y más aún cuando lo que se tiene es solo eso– se puede mantener la fidelidad política.

Cartes conservará las lealtades de quienes estuvieron con él desde antes de su incursión en el Partido Colorado y, tal vez, la de aquellos que se involucraron en “negocios” durante su administración, aprovechando las ventajas del poder.

La interna colorada de junio de 2020 marcará, tal vez, el límite del poderío partidario del empresario tabacalero. Obviamente, el fracaso o la falta de rumbo que muestre entonces el actual Gobierno puede actuar como poderoso “resucitador” del cartismo.

Los partidos de oposición vuelven a mostrar ahora una gran incapacidad de obviar sus diferencias para plantear un proyecto alternativo. Ni aun con un Gobierno que no se destaca por su fortaleza o liderazgo, son capaces de mostrarse como una opción diferente y atractiva.

El actual mandatario colorado no ejerce un liderazgo dominante en su partido y, debido a su paso por el Congreso, tiene la facilidad de construir alianzas con sectores de la oposición, lo cual aleja todavía más las posibilidades de unificarse.

Los desafíos inmediatos para la oposición en materia de disputa por el poder son, a mediano plazo, el control del Congreso, particularmente en el Senado. A largo plazo, está la disputa por las intendencias, a fines de 2020.

En cuanto al Senado, pese a que los opositores unidos tienen una holgada mayoría sobre las bancadas coloradas, la posibilidad de unirse parece una simple expresión de deseos.

Desde el inicio de este periodo, un sector del PLRA anudó pactos con el oficialismo que les permiten a sus dirigentes conservar varios cargos en la administración pública. Esta “necesidad” de los dirigentes de la oposición se superpone a cualquier posibilidad de acordar un proyecto de poder a futuro, además de agudizar la desconfianza que se arrastra desde tiempos inmemoriales entre los líderes de las distintas facciones liberales.

Lo que pondrá a prueba la capacidad de gestión política de Abdo Benítez y su equipo es la forma en que encare las exigencias de mayor igualdad en la distribución de los bienes, la falta de tierras para los campesinos, la falta de trabajo para miles de jóvenes, las penurias en salud, etc.

Los reclamos vienen de tiempo atrás pero las carencias se agudizaron en los últimos meses y su solución urgente no dependerá de ningún eslogan publicitario ingenioso sino de respuestas creíbles en el corto plazo.

mcaceres@abc.com.py

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