Ruidos nocivos

El 18 de julio recordamos el Día Mundial de la Escucha, fijado para tomar conciencia sobre los efectos de los sonidos de nuestro entorno en la vida cotidiana.

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Existen organizaciones mundiales preocupadas por los trastornos que nos puede ocasionar el exceso de ruido. Las ciudades van creciendo e indefectiblemente lo hace el entorno auditivo.

Actualmente, por más que existan normas o leyes, incluso oficinas públicas para denunciar el ruido insalubre, es uno de los problemas más difíciles de resolver. La falta de educación no distingue pobres ni ricos, y no solo aquí, también en los países desarrollados la contaminación auditiva es en ocasiones imposible de frenar. Así, a la falta de respeto, la ignorancia supina, la provocación o el desahogo se copian conductas nocivas, tal como la música a todo volumen mediante potentes equipos en el auto. Hace varios años atrás, en una entrevista, una investigadora estadounidense comentaba: “Allá los jóvenes viven con los auriculares puestos, no tienen conciencia ni les interesa lo que pasa fuera de su mundo, han perdido la capacidad de comunicación básica en la familia y la relación con su comunidad”. En aquel momento todavía aquí no existía este mal, que se ha propagado a la velocidad de los avances tecnológicos. Sin dudas, tal como se imita el fumar o el dar portazos por nervios o ansiedad, el andar desconectados de la realidad se ha instalado, al parecer, por largo tiempo.

Según la OMS, los sonidos soportables son aquellos que no superan los 80 dB. Para tener una ida: un susurro se encuentra en el orden de los 20 dB, un restaurante muy ruidoso tiene un nivel de 70 dB, un secador eléctrico de cabello, un reloj despertador y una fotocopiadora, cerca de los 80 dB.

Muchas personas creen que tienen resistencia ante los ruidos fuertes y repetitivos o que sencillamente es cuestión de no hacer caso, no obstante, la pérdida auditiva puede darse a cualquier edad y va de a poco, es decir, no nos damos cuenta de que estamos descomponiendo uno de nuestros sentidos esenciales.

En nuestro país todavía estamos en pañales, nadie ampara realmente la salud auditiva. Solitarios en el reclamo, si ejercemos la queja en un caso de ruido extremo, es común que otras personas se pongan del lado de aquel que transgrede la norma. Personalmente lo sufro en una línea de colectivo, la cual supuestamente ofrece un servicio renovado, sin embargo, la radio a todo volumen es su ley. No hay inspectores que controlen. Abundan los casos de vecinos que sufren la cercanía de discotecas, gimnasios, academias de danza, fábricas, etc., también vecinos que molestan adrede. Nadie puede contra ellos, del pedido por las buenas se cae en peleas constantes y peligrosas.

El ruido fuera de los decibeles permitidos enferma, provoca estrés, insomnio, falta de atención, irritabilidad nerviosa, alteraciones en la audición.

Además, se pierde también la escucha, es decir, la conexión con los demás.

Muchísimo que considerar en este tema no escuchado por las autoridades pertinentes. No se hace hincapié en programas públicos de Educación y Salud. No lo considera la Municipalidad. Y ni siquiera de fantasía se menciona en las campañas proselitistas, las cuales, promesas sin cumplir al fin, por lo menos lo traerían a colación.

lperalta@abc.com.py

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